En los últimos días, se nota una acentuación en las operaciones de exportación por parte de EE.UU. Ello ha activado la demanda de soja en su mercado interno.

El clima en el Corn Belt se desarrolla óptimamente; y así la logística no sufre obstrucciones, por lo tanto la exportación cumple en tiempo y en forma sus obligaciones y los negocios fluyen con celeridad.

Según informes del lugar, el Estado de Iowa acaba de firmar convenios de exportación hacia China por cerca de 13 millones de toneladas de soja.

Todo indica, entonces, que el mercado mundial está tomando un impulso nuevo.

De esta forma, y pese a que siguen los márgenes negativos que debe absorber la industria local argentina, la realidad es que la demanda por soja en la zona del río arriba se mantiene relativamente sostenida.

En esta reactivación de la industria, sobresale el aceite de soja sobre la harina.

Hasta la fecha, podemos decir que ha resultado discutible la política de retención de mercadería, adoptada por el eslabón primario, pues los beneficios no se han notado. El ritmo de depreciación de nuestra moneda ha estado muy por debajo de la tasa de inflación.

Pero, quien haya demorado las ventas hasta la fecha, ahora vislumbra un panorama de alta probabilidad en la depreciación del tipo de cambio oficial.

En consecuencia, no deberíamos aguardar un aumento en la oferta de mercadería destinada a la industria de la molienda hasta diciembre próximo.

Obviamente, los que optaron por la mayor retención posible son aquellos que manejan volúmenes de consideración. Porque los pequeños productores, presionados por las necesidades financieros, han vendido sus stocks; y ahora enfrentan un cuadro de estrechez financiera alarmante.

Sea lo que fuera, tanto por retención como por falta de mercadería, el resultante es que el campo sufre un período de contracción en todo tipo de demanda, fundamentalmente de insumos, que resulta en un fuerte “parate” económico en el interior del país.

Distintos cálculos hablan de un stock físico de soja, aún en manos de los productores, próximo a 23 millones de toneladas. Si a tal número, se resta lo que debería quedar como inventario, el volumen a comercializar llegaría hoy a cerca de 16 millones de toneladas, disponible para su venta.

¿Qué significa ello? Pues bien… que antes de marzo/abril de 2017, los productores deberían desprenderse de casi la totalidad de este volumen.

Dada la expectativa de devaluación, lo más probable es que el grueso de este volumen se comercialice recién después de mediados de diciembre próximo.

En la región sudamericana, hay un país donde los productores, pese al contexto externo menos favorable, atraviesan un período de vacas relativamente gordas a resultas la fuerte devaluación del real que permite elevar la rentabilidad del sector agrícola.

El aumento en las ventas que muestra Brasil deja en evidencia la mejora.

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