Los astros se están alineando en contra de los precios. Al menos en lo inmediato.
Sin embargo, para el (relativamente) mediano plazo, tal alineación podría jugar a favor de la agricultura argentina.
Sigamos esta línea de razonamiento.
Cada vez que el dólar se aprecia, en términos del euro y de las principales divisas, los países importadores de commodities agrícolas pierden capacidad de pago y por ende su demanda se resiste a convalidar precios en ascenso. Por el contrario, trata de bajarlos.
Así, los precios tienden a la depresión.
El gráfico muestra claramente cómo desde abril del año pasado, el recorrido del dólar ha sido dramáticamente ascendente y, en consecuencia, la evolución del dólar ha mantenido un comportamiento de debilitamiento prácticamente consecutivo.
No es casualidad que más o menos para tal fecha la evolución de los valores de la soja y de los principales granos haya sido descendente.
Para peor de males, la situación en Brasil se desmejora día a día.
En consecuencia, el real no deja de depreciarse. Su recorrido en los últimos 30 días ha sido patético.
Por lo tanto, como el real cada vez vale menos, la competitividad de la exportación de soja y demás granos y subproductos aumenta en detrimento de los bienes argentinos.
Ahora bien, ¿por qué puede ser bueno tal panorama más a (muy) mediano plazo?
Pues porque más vale el dólar y menos el real, más seguro es el escenario de una fuerte depreciación de la moneda argentina.
Obviamente, todos sabemos que una depreciación trae consigo muchos males, para el momento inmediato de su concreción. Pero, la realidad es que, como estamos hoy, resulta prácticamente imposible producir -en condiciones de rentabilidad aceptable- para el mercado externo y, por ende, sencillamente, producir.
La corrección cambiaria permitirá inmediatamente una sustancial mejora interna en los valores.