En la campaña gruesa, que comenzará en las próximas semanas, la soja volverá
a ser la gran protagonista y hasta podría superar las 20 millones de hectáreas
del último ciclo, en el que se atravesó la barrera productiva de las 60 millones
de toneladas. Pero se terminó el mito de que es un cultivo fácil de producir.
Los productores encararán la siembra con proyecciones de márgenes económicos al
límite y los errores, literalmente, se pagarán muy caro.
“La oleaginosa, que dominará más que nunca los paisajes de la zona núcleo,
proyecta costos de producción de casi 21 quintales por hectárea, en promedio,
con los precios actuales y sin considerar gastos de estructura y de alquiler”,
adelanta un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), que elaboró la
ingeniera Sofía Corina.
El estudio, que relevó la opinión de asesores y técnicos de distintas
regiones de la zona núcleo, advierte que los costos que se estiman para el nuevo
ciclo encendieron una luz de alerta. “Solo para producir se necesitan,
aproximadamente 460 dólares por hectárea. Los cálculos se están haciendo con
rindes promisorios de 35 a 40 quintales por hectárea, con la esperanza de que el
clima prometa una segunda bendición. De lo contrario, se entraría en la zona de
márgenes negativos”, insiste Corina.
El problema es que cuando a estos números se les suma el alquiler, una
condición que alcanza a más del 60% de la soja que se produce en la Argentina,
aproximadamente, el profesionalismo en el manejo agronómico y también en la
comercialización será decisivo para no quedar en rojo, en un contexto de alta
presión fiscal como es el caso de la agricultura argentina.
En este sentido, la mayoría de los asesores vienen avisando que la reducción
de la inversión en el paquete tecnológico -para ahorrar- no es la mejor
solución, ya que sin una fertilización adecuada y una utilización eficiente de
los agroquímicos los números no van a dar.
Según el relevamiento de la Bolsa rosarina, en el sur de Santa Fe, cerca del
Trébol, el rinde de indiferencia para producir soja se ubica en 20 quintales por
hectáreas (con arrendamientos que oscilarían alrededor de los 15 quintales por
hectárea). En Cañada de Gómez, habrá que producir dos quintales más (22
quintales) para atajar los costos y en Bigand será necesario cosechar 23
quintales para no perder plata, sin contar el alquiler.
En estas dos últimas regiones, los arrendamientos están un poco más altos y
llegan hasta los 18 quintales por hectárea, cuentan los asesores de la zona.
La principal preocupación es que incluso con una cosecha de 42 quintales por hectárea, que está por encima de la media y que dejaría un margen neto de 10 quintales por hectárea, con las cotizaciones de los granos que se proyectan para el otoño en el mercado de futuros un productor podría irse al descenso si se computa el alquiler, la contratación de la maquinaria agrícola y los gastos de estructura.
En Cepeda, también en el sur de Santa Fe, los asesores coinciden en que con
estas relaciones de precios los números proyectados son negativos en campos bajo
alquiler.
Los técnicos de Arroyo Dulce, en el norte de la provincia de Buenos Aires,
comentan que la situación económica es muy difícil aún en campo propio,
principalmente por los gastos fijos. “En este momento, para mantener a flote una
estructura de dos empleados, dos galpones y 300 hectáreas propias en el noreste
bonaerense se requiere un rinde de indiferencia 40 quintales por hectárea. ¡Esto
no va más!”, advierten en el informe de la BCR.
A este contexto hay que sumar que el peso del factor climático. El ingeniero
Eduardo Sierra, experto en clima de la Bolsa de Cereales porteña, viene
anticipando la probabilidad de un fenómeno de El Niño de “considerable
intensidad”, con un mayor régimen de lluvias en el centro de la Argentina y el
Litoral. Si esta tendencia se confirma, en los próximos meses la lluvia empujará
el rendimiento de los cultivos, pero el riesgo de excesos hídricos volverá a ser
muy alto.
“En esta coyuntura, se va a necesitar una alta eficiencia, profesionalidad y
trabajar con mucha prevención y planificación. Pero lo más probable es que en la
mayoría de los casos prevalezca la intención de bajar tecnología para lo
ajustado que están los márgenes”, concluye el informe.
Una variable que confirma esta tendencia, es que los asesores zonales cuentan que el mercado agropecuario “está quieto”, tanto para la compra de insumos para la próxima campaña como para las inversiones.