Los hombres que trabajan alrededor de Daniel Scioli están operando fuerte sobre lo que Mauricio Macri denomina el círculo rojo. Hablan con periodistas, empresarios, sindicalistas y otros formadores de opinión para dar la sensación de que "Daniel ya ganó". Que la supuesta actual diferencia de por lo menos 3 puntos del gobernador de la provincia sobre el jefe de gobierno de la Ciudad sería, a medida que pasen los días irremontable. Que la historia, desde 1983, demuestra que es casi imposible ganarle a los oficialismos.
En especial si la economía está más o menos equilibrada y no hay señales de alerta sobre la proximidad de una crisis, una corrida cambiaria o una caída abrupta del Producto Bruto Interno. Dicen, además, que es muy probable que, como sostienen los analistas de encuestas de PRO, más del 60% de la gente pide un cambio.
"Pero la mayoría está pidiendo un cambio en las formas. Que no le griten más. Que no lo maltraten demasiado". Explican que ninguno de los que demandan un cambio quiere quitar "por ejemplo, la Asignación Universal por Hijo" y todas las "demás conquistas sociales que logró el gobierno desde 2003 hasta ahora". Los gladiadores de Scioli no hablan de Néstor ni de Cristina. Hablan del "proyecto", "el modelo" o de "las cosas que se hicieron bien". Y dicen que, a partir de la semana que viene, van a empezar a decirle a los argentinos, "qué es lo que piensa Macri de verdad".
¿Y cómo lo van a hacer? Van a rescatar declaraciones del jefe de gobierno, las van a seleccionar y después amplificar, para dar la idea de que su adversario quiere volver a los malditos años noventa. Y además van a hurgar en las listas de Cambiemos para demostrar al electorado el presunto parecido con la Alianza que gobernó la Argentina con Fernando De la Rúa a la cabeza. Tan fuerte y estructurado es el diagnóstico que los hombres de Scioli presenta a los miembros del círculo rojo que hace dudar a muchos dirigentes de Cambiemos, incluso los que integran PRO. Cuando esto sucede, Macri los manda a hablar con Marcos Peña, secretario general del gobierno de la Ciudad y virtual jefe de campaña del candidato amarillo. Entonces Peña les repite el único dato valioso que tiene procesado desde que se conformaron las fórmulas. Es el que dice que la imagen positiva de Scioli habría bajado un 7% en la Ciudad de Buenos Aires después que anunció que su compañero de fórmula es el secretario general y técnico de la Presidencia, Carlos Zannini.
Para los amarillos esa sería una muy buena noticia. Porque a pesar de que solo contempla a los electores porteños, distrito donde la Presidenta tiene la imagen negativa más alta, junto con la provincia de Córdoba, ese tipo de estudios suele preanunciar una tendencia que más tarde se traslada al voto, y también a otros centros urbanos. Córdoba Capital, Rosario, la ciudad de Mendoza e incluso el interior de la provincia de Buenos Aires. "Si mi candidatura se estuviera estancando y la de Scioli estuviese subiendo yo lo habría notado en las recorridas que venimos haciendo por todo el país. Aún cuando no quiero ser triunfalista, lo que yo percibo, o lo que me transmiten, es un hartazgo por tantos años, de gritos, prepotencia, cadenas nacionales y manipulación de las estadísticas" le dijo Macri este domingo a un pequeño grupo de amigos a los que invitó a su quinta de la provincia de Buenos Aires. Los hombres del jefe de gobierno que reciben encuestas todos los días sospechan que la movida del equipo de Scioli es más una operación de prensa que un dato real.
"Ninguna encuestadora seria todavía tiene resultados de cómo impactó en la intención de votos la conformación de fórmulas y el armado general. A nosotros, los focus groups nos siguen dando que todo lo que huela a kirchnerismo, sea Zannini, Cristina, Máximo, la cadena nacional o la preponderancia de los dirigente de La Cámpora en las listas de candidatos a diputados nacionales les va a terminar quitando votos, pero todavía ninguna terminó el trabajo de campo que lo confirme o lo desmienta", explicaron.
Para estos hombres, los que está haciendo el equipo de campaña de Scioli es operar al círculo rojo antes de que empiecen a aparecer las encuestas serias de verdad. Convencerlos, con argumentos lógicos y atendibles, para que los dueños y ejecutivos de las empresas y los periodistas de opinión repitan que el gobernador de la provincia de Buenos Aires "no puede perder de ninguna manera". Que como consecuencia directa esos periodistas escriban que Scioli está a punto de ser el próximo presidente. Y de esa forma lograr, entonces, que cientos de miles de argentinos que no tienen ninguna razón de fondo para votar a uno o a otro terminen haciéndolo por el candidato del Frente para la Victoria.
Una vez, Mariel Fornoni, la responsable de Management & Fit, me dijo: "Te sorprenderías si supieras la cantidad de argentinos que terminen votando a un candidato solo porque creen que va a terminar ganando". Es el gran aparato de comunicación de Scioli para la victoria lo que está funcionando a pleno, con resultados muy alentadores. No se trata solo de los 10 mil militantes operando de manera coordinada en las redes sociales.
No se trata tampoco de la compra del mismo teleprompter último modelo que usa el presidente Barak Obama para dar sus discursos y por el que Scioli aparece disparando datos y asociaciones de ideas que jamás había formulado antes en público. No es la cadena nacional ni el Fútbol para Todos ni la agencia Télam, ni 678, ni C5N, ni los correos con la agenda del gobernador que te llenan la casilla de mail. Es todo eso y decenas de dirigentes hablando con los periodistas que la gente lee, escucha y ve por televi sión repitiendo que Scioli ya es presidente, a un mes y medio de las PASO. La estrategia de la profecía autocumplida en su máximo esplendor.