Si es posible obviar las zonas que sufrieron inundaciones, esta sobreoferta de agua garantizó un paso sin limitantes hídricas en la franja central del país principalmente en la zona núcleo. Sin embargo el sur de la región pampeana se apartó de este comportamiento y sufrió una fuerte seca en la época de mayor demanda, durante febrero y marzo, algo que también afectó en buena medida a ER. Esta alternancia de zonas secas y húmedas no estuvo vinculada al fenómeno de El Niño, dado que durante la estación estival este indicador se mantuvo muy cercano a la neutralidad.
A lo largo de las últimas cuatro semanas el cambio en las anomalías oceánicas
fue muy importante. La zona cálida que se había resumido hacia el oeste, se
regeneró tomando toda la cuenca del Pacífico, al tiempo que el desvío positivo
del litoral Atlántico se va moderando con tendencia a normalizarse (luego de más
de un año). La foto actual, que promedia las anomalías de las últimas cuatro
semanas, evidencia una posición Niño para el indicador ENSO. Es decir,
actualmente estamos bajo la influencia de El Niño.
La persistencia del calentamiento de la cuenca del Pacífico Ecuatorial es lo que fortalece el indicador. El mismo se ha mantenido medio grado por encima del umbral de neutralidad en las últimas cuatro semanas. Esa medida lo caracteriza con intensidad débil, sin embargo podría intensificarse durante el resto del invierno. La perspectiva que marcan todos los modelos de pronóstico para esta anomalía produce un resultado consensuado en cuanto a la permanencia de esta situación hasta avanzada la primavera del hemisferio sur.
IMPACTOS
Durante el trimestre frío es muy poco significativa la señal estadística que la presencia de El Niño, tiene sobre el comportamiento de las lluvias en el sudeste de Sudamérica. En general esta influencia se expresa definiendo un contexto de circulación y de flujos de humedad que favorecen una tendencia positiva del patrón pluvial, sin embargo para el hemisferio sur, esto tiene su mayor grado de correlación en el último trimestre del año. Si viniésemos de un verano con un Niño instalado y que produjo impacto en las lluvias, podríamos establecer un escenario de cierta continuidad. Sin embargo el mes de mayo ya viene mostrando el típico corrimiento de las lluvias hacia el este que se concreta durante el trimestre frío. En consecuencia, Sudamérica debe esperar a la primavera para ver si se podrá obtener algún provecho de la presencia de El Niño. Por lo pronto los pronósticos se inclinan con alta probabilidad por la persistencia del evento cálido. De traducirse en buenas lluvias, la floración de trigo, las siembras y los maíces tempranos serían beneficiarios de un patrón pluvial más generoso que el habitual o al menos con piso en los valores normales.
Debemos hacer hincapié en que si bien es generalizado el pensamiento de que el segundo semestre del año se proyecta marcado por la presencia del fenómeno de El Niño, por lo pronto la intensidad se mantiene en niveles bajos. La misma puede evolucionar hacia valores más elevados de anomalía, hasta un grado de apartamiento respecto del valor normal.
- Por CCA - exclusivo Agrositio
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