Según sea la distancia de la explotación a los puertos y de acuerdo a la productividad de los suelos, los negocios fluyen o se contraen.
Con este encuadre, surgen conflictos dada la puja de intereses propia de una situación de bajísimo retorno por la combinación de un tipo de cambio extremadamente rezagado y altas tasas de derechos de exportación.
Unos pocos de los primeros volverían a ocuparse de la producción. Muchos aceptarían abandonar el convencional sistema de arrendamiento por la aparcería.
Pero aquellos, con escasa disponibilidad de caja y apremiante situación financiera para costear su nivel de vida, se encuentran en un cuadro pleno de dificultades y deben aceptar condiciones donde el riesgo se comparte.
En la zona núcleo se habla de un valor de arrendamiento básico que se mueve entre 8 y 10 quintales por hectárea. Con una cláusula de premios, según sea el rinde final.
Sea lo que pase, la realidad es que la próxima campaña, los propietarios recibirán una cantidad menor de soja. En tal cuadro, sólo les queda esperar que los precios mejoren.
Para el maíz, la cosa está más difícil aún. Los contratos se cerrarían sobre la base de aparcería más que nada.
En tanto los arrendatarios continúan con la actividad, pese al sombrío presente, fundamentalmente sobre la esperanza de un sustancial cambio de política económica que quite castigos a la comercialización al momento de la cosecha.
A nivel internacional podría haber aumentos, pero difícilmente de consideración. Todo va a depender de la campaña en EE.UU. y además de la evolución del tipo de cambio de la moneda estadounidense.
Lamentablemente, para los del sur, los cultivos en este país han recibido oportunas precipitaciones en el Medio Oeste, con buenas condiciones para la implantación de la oleaginosa.
La siembra de soja allí se aproxima a un 15% de la superficie. Según, el USDA, el avance se ubica 4 puntos porcentuales por encima del promedio para los últimos cinco ciclos.
Por el lado de la demanda genuina, el panorama no es malo.
Es cierto: el problema aviar es un depresor de valores que incentiva a los fondos a las ventas. La extensión del brote de gripe aviar en EE.UU. adormece la demanda del principal subproducto de la actividad, la harina de soja.
Sin embargo, China sigue a la cabeza de la importación. Las importaciones del grano desde este país han aumentado casi 20% entre marzo y abril.
Muestra de ello es que, pese a la macro-cosecha de América del Sur, los valores se resisten a bajar más.
En los últimos días, la soja en Chicago, se ha estabilizado -contrato con vencimiento próximo- en un nivel de más o menos u$s 365.
Contribuyen a este piso, los conflictos logísticos y gremiales de la región.