"Mal, pero acostumbráu", contestaba el gaucho de caricatura creado por el genial Roberto Fontanarrosa.

Si el ministro Axel Kicillof y el Gobierno en general no se han acostumbrado a estar mal, ¿cómo se entiende que el precandidato oficialista Daniel Scioli casi celebre que la inflación sea de "sólo" 23% anual? ¿Es un triunfo frente a los fondos buitre y el juez Thomas Griesa colocar deuda a una tasa de interés que casi duplica la que pagan economías de los países vecinos? El ministro dice que sí.

Y está dispuesto a decir que es un triunfo el hecho de que la economía siga en estanflación, que por segundo año consecutivo caigan la producción y el patentamiento de automotores y que es una muestra de astucia evadir la sentencia de Griesa en Nueva York y colocar deuda en moneda extranjera con legislación local a una tasa que implica que hay un altísimo riesgo de default, y por eso el acreedor sólo abre la mano al doble del precio al que le prestan a Paraguay.

Es cierto que después de varios intentos fallidos el equipo económico logró hacer una colocación de bonos esquivando la sentencia del juez neoyorquino. Pero como dijo el propio Inodoro a su fiel perro de compañía: "A veces la picardía criolla es sólo desesperación, Mendieta".

Si fuera totalmente sincero como el personaje al que parece querer imitar, Kicillof tal vez contestaría como él si le preguntaran cómo se gana la vida. "¿Ganar? ¡De casualidá estoy sacando un empate!" Pero no. Elige otra máxima de Pereyra: "Con la verdad ni ofendo ni temo, pero con la mentira zafo y sobrevivo".

¿Cómo explicar si no que haya hecho desaparecer las estadísticas de pobreza y diga que son muy difíciles de hacer? Justo él, que se hizo famoso por hacer relevamientos que cuestionaban los datos del Indec. Vicio que dejó justo justo cuando lo hicieron funcionario.

El Gobierno, con el ministro de Economía a la cabeza, está dejando importantes desequilibrios. Entre ellos, una deuda pública carísima y de corto plazo de vencimiento. Por supuesto, los que parten no quieren ni oír hablar de ajuste. Y los que vienen no se animan a decir que será inevitable hacerlo debido a la "pesada herencia".

Es lógico que no quieran decirlo los oficialistas Scioli y Florencio Randazzo. Pero el resto del espectro político ha elegido no curarse en salud y asumir sin beneficio de inventario el lastre de una economía destartalada, en pendiente, con los vientos en contra y con deudas de vencimiento inminente.

Ese panorama recibirá el sucesor en diciembre próximo. Una crisis que amenaza desbocarse. Pero, una vez más, como decía Pereyra, nadie quiere hablar de domarla, porque "ya no quedan más domadores. Ahora todos son licenciados en problemas de conducta de equinos marginales...".

Fernando de la Rúa y muchos de sus seguidores que hoy están en el Gobierno se taparon la nariz y toleraron la para ellos horrorosa convertibilidad y el aumento de impuestos de diciembre de 1999 -y hasta a Domingo Cavallo dentro del gabinete nacional- porque simplemente era cuestión de "mantener el modelo, pero dejar de robar".

Muchos de ellos hoy se dicen enemigos del neoliberalismo de antes que siquiera se hubiera creado el término. Son involuntariamente casi tan graciosos como Inodoro Pereyra. Rezan porque no aparezcan fotos suyas junto a De la Rúa cuando el acosado presidente se complacía en dar "buenas noticias".

Carlos Menem y muchos de sus seguidores se extasiaron cuando después de la crisis asiática llovían los capitales del mundo porque aquí encontraban rentabilidades que no había en ninguna otra parte. Como ahora.

Hasta el FMI avisó que eso traería problemas, pero los funcionarios los sacaron corriendo con argumentos patrioteros. Igual que ahora.

El relato oficial quiere instalar un sucesor en el Gobierno que permita que en octubre el modelo sea refrendado en las urnas "con los ojos cerrados".

Como le pasaba a Inodoro con su poco agraciada esposa, la Eulogia. "Endijpuéj de tantos años, si tengo que elegir otra vez, la elijo a la Eulogia con los ojos cerrados. Porque si los abro elijo a otra", confesaba.

Los defensores de este "modelo" podrían cantar como Seru Giran en el tema "Parado en el medio de la vida": "Con los ojos cerrados me ves mejor".

Sólo así se puede creer que, como dijo Kicillof en una entrevista con la TV Pública, no hay cepo ni problemas con las importaciones. Y aceptar como buena noticia que hasta resignándose a la legislación extranjera la mayor petrolera instalada en el país, YPF, se endeude apenas por debajo del costo del Estado y, otra vez, mucho más caro que Paraguay y Bolivia.