Y es cierto que inició su gestión en la Alianza con un muy fuerte aumento de la presión del impuesto a las ganancias de las personas para tratar de corregir el monumental déficit fiscal que había dejado el menemismo, financiado con deuda ya muy difícil de refinanciar y con privatizaciones que dieron ingresos por única vez.
Pero es injusto que Machinea permanezca hoy en la imagen popular como el dueño del récord de la presión de Ganancias sobre los ingresos de los trabajadores. Esa marca ha sido pulverizada por el fenomenal ajuste hecho en nombre del progresismo por Cristina Kirchner.
Con las escalas de Machinea, que hoy siguen vigentes, pagaban la alícuota máxima del tributo (35%) aquellos cuyos ingresos anuales gravados superaban los 120.000 pesos (la misma cifra en dólares). O un ingreso mensual promedio que hoy, actualizado, debería ser cercano a los $ 90.000 mensuales, al tipo de cambio oficial.
Pero la escala aún vigente dice que quienes tienen una ganancia neta imponible que supera los 120.000 pesos deben pagar por el excedente de esa cifra el 35%. Son considerados ricos, los más ricos del país, que para la política recaudatoria nunca tuvo tantos ricos. Y es curiosa la desigualdad de ingresos entre los propios ricos. Porque 120.000 pesos anuales imponibles no es hoy un ingreso que permita holguras extravagantes. Pero por encima de esa cifra, y hasta el infinito, la tasa es del 35%. Un apriete ortodoxo increíble escondido detrás de un relato progresista.
Ejemplos: en 2000 pagaba la tasa máxima el que tuviera ingresos anuales equivalentes a 89.552 paquetes de 390 gramos de pan de molde, conocido como lactal. Hoy se es rico, para la política recaudatoria, si se gana bastante como para adquirir más de 6722 paquetes por año con los valores actuales de Precios Cuidados. Y encima el envase perdió 10 gramos, ahora es de 380. Si como hasta ahora los precios siguen aumentando y la escala sigue congelada, pronto se será rico con mucho menos poder adquisitivo. En términos de pan de molde, aunque ésa es una marca, la presión impositiva es 13 veces más alta.
Si se lo calcula en términos de paquetes de hamburguesas congeladas de cuatro unidades, el resultado es: en 2000 pertenecía al segmento de ingresos más alto y más gravado de la sociedad quien ganaba más que lo suficiente para adquirir 62.500 cajas por año. O lo que es igual: casi 685 hamburguesas por día.
Hoy se es rico si se supera el equivalente a 4444 cajas por año o casi 49 hamburguesas por día. La presión aumentó en términos de hamburguesas poco más de 14 veces.
Los que hablan de progresismo recaudan como los ortodoxos. El impuesto a las ganancias está pensado como un tributo progresivo. Conforme aumentan los ingresos gravados, la tasa aumenta. Pero, gracias al actual gobierno, muchos con ingresos muy diferentes pagan las mismas tasas. Eso se llama proporcionalidad. Como pasa con el IVA. No importa cuánto se tenga o cuanto se gane, todos pagan la misma tasa. Tributos así son defendidos por muchos de los que el Gobierno llama "ortodoxos" o "neoliberales", mientras que los verdaderos keynesianos y progresistas defienden los impuesto progresivos. Como era antes del kirchnerismo el impuesto a las ganancias.
Con las valuaciones de los automóviles el Gobierno también hizo un desastre que lleva a que los contribuyentes deban pagar mucho más.
Los dueños de algunos autos de alta gama modelo 2005 se acaban de encontrar con que sólo por la valuación de ese vehículo se pasan del mínimo no imponible del impuesto a los bienes personales, que está congelado desde 2007 en apenas 305.000 pesos. En la Argentina, según el Gobierno, hay que pagar impuestos como un millonario si se acumuló un capital de poco más de 30.000 dólares.
El Gobierno trasladó a esas valuaciones el peso del impuesto a los autos de alta gama. La situación bordea el ridículo: con un auto de 10 años de antigüedad de los que aquí, por los impuestos, son considerados un "lujo" y en Europa, taxis, se excede el mínimo. En 2007, cuando el mismo vehículo tenía apenas dos años de uso, no estaba ni cerca de ese valor límite.
El Gobierno actualiza escalas cuando le sirve para cobrar, pero si es para sostener la progresividad y la razonabilidad impositiva, mira para otro lado. Discursea por izquierda, pero recauda por la más brutal derecha.