Sin embargo, en ellas afloraron fortalezas, fragilidades y problemas de los candidatos a suceder a Cristina Kirchner.
La nota más estridente sonó en Mendoza. Allí ganó la fórmula de Alfredo Cornejo y Laura Montero, con 50%. Cornejo y Montero son radicales, pero detrás se alinearon Pro, de Mauricio Macri; el Partido Demócrata, cerca de la extinción; el socialismo de Hermes Binner y el Frente Renovador, de Sergio Massa.
Massa se preparó para, a partir del triunfo de Cornejo, exigir su incorporación a la primaria presidencial del macrismo y la UCR. El viernes apareció de improviso en Mendoza para fotografiarse con el ganador de anoche. Y su jefe de campaña, Juan José Álvarez, atormentó a Cornejo, durante todo el día, con envío mensajes de texto advirtiéndole que, si Macri aparecía en los festejos, Massa también se subiría al avión.
Massa, que presiona con el estilo inconfundible de un peronista bonaerense, desató una deliberación de urgencia entre los radicales y Pro. Ernesto Sanz habló con Macri y con su ministro de Gobierno, Emilio Monzó, para que suspendieran el viaje que tenían previsto. Ambos aceptaron con tal de evitar que Massa capitalice la victoria. Sanz logró, acaso sin quererlo, una foto interesante: la de Cornejo fue presentada como una hazaña del radicalismo, aspecto al que contribuyó la presencia en Mendoza de todos los aspirantes a gobernador de ese partido. Corolario: sin saberlo, Massa colaboró con Sanz, el candidato de la UCR.
Massa no actuó solo. También Julio Cobos y Gerardo Morales pretenden que su inclusión en la alianza que se selló con Macri. En las primarias mendocinas intentaron reabrir la discusión que perdieron en Gualeguaychú.
Más allá de esta disputa, el balance de lo que ocurrió en Mendoza favorece a la asociación entre el radicalismo y Macri. Entre otras cosas, porque el ganador, Cornejo, fue uno de los primeros en proponerla.
El protagonismo mendocino de Massa, en cambio, es artificial porque carece de fuerza en la provincia. Él había apostado a que Cobos fuera su candidato a gobernador. Pero Cobos insistió con la batalla presidencial, sin calcular que debería resignarla ante Sanz en Gualeguaychú. Una vez más, Massa cometió un error de ingeniería electoral. Curioso que le haya sucedido en la tierra de sus amigos Daniel Vila y José Luis Manzano.
Si se descifran los resultados de anoche, la asociación nacional entre Macri y los radicales podría funcionar bastante bien también en Santa Fe. Aun cuando ayer la UCR compitió dentro del Frente Progresista que integra con el Partido Socialista.
El macrista Miguel Del Sel sacó el mayor número de votos. Según los cómputos de la medianoche, alrededor del 35%. Del Sel llevó como vice a Jorge Boasso, un radical que va por su sexto mandato como concejal de Rosario. Otra curiosidad: Massa intentó capturar a Boasso a través de su amigo, el agente de prensa César Mansilla. Pero Boasso prefirió a Del Sel. La fórmula no enfrentó a otra en la interna. Esta vez Macri pudo viajar: anoche estuvo en Santa Fe para festejar.
En el Frente Progresista se enfrentaron el rosarino Miguel Lifschitz, socialista, y el ex intendente de Santa Fe Mario Barletta, radical. Al cierre de esta edición rondaban el 31% de los votos. Es decir, juntos no superaban a Del Sel. El interrogante más obvio es adónde irían los sufragios de Barletta cuando se elija al presidente de la Nación. Es posible que prefieran al candidato de la alianza Pro-UCR, sea Sanz o, lo más probable, Macri. Mucho más si se considera que Hermes Binner decidió no competir. Éste será un problema para Margarita Stolbizer, ya que no capturará de modo lineal los votos que ayer obtuvo el Frente Progresista.
Del Sel, igual que Cornejo en Mendoza, fue contra quienes controlan el Estado provincial. Pero tuvo algunas ventajas, además del desgaste socialista. La más importante es el sistema electoral de Santa Fe. Allí rige la boleta única. El votante recibe una papeleta por cada nivel de gobierno (gobernador, legislador, intendente, etc.) y debe marcar a su favorito, identificado con una foto. El método beneficia al más famoso y relativiza el peso de la estructura territorial, ya que no hay arrastre de una categoría sobre otra. Otra novedad a favor de Del Sel es el repunte de Macri en Rosario.
Si se examina al Frente para la Victoria, las primarias de ayer expusieron algunas de sus características para las elecciones de este año. Una es dolorosa para Cristina Kirchner y su círculo: para volverse más competitiva, su agrupación debe recurrir a candidatos moderados. En Santa Fe, Omar Perotti obtenía anoche un resultado mejor que el esperado: 22%, con una lista única. Detrás de este tradicional dirigente de Rafaela se alineó todo el PJ. Aunque Perotti expresa, sobre todo, a Daniel Scioli.
Perotti significa en su distrito lo que Scioli en la escala nacional, Juan Manuel Urtubey en Salta, o los ex duhaldistas Julián Domínguez y Martín Insaurralde en el conurbano bonaerense: un reflujo del peronismo clásico, al que la imaginaria revolución de la Presidenta tiene bastante indiferente. Sea por su extremo egocentrismo, o por falta de empatía con la sociedad, la señora de Kirchner no ha generado un producto electoral distinto de ella misma.
Las primarias de Santa Fe plantean un interrogante: ¿Perotti logrará retener todos sus votos cuando Carlos Reutemann se sume a la campaña de Macri? Es una de las incógnitas que subyacen a la discusión de la fórmula presidencial de Pro. El martes pasado Macri recibió a Reutemann para pedirle disculpas por las declaraciones de su gurú ecuatoriano, el incontrolable Jaime Durán Barba, quien en una explosiva entrevista con Diego Shehinkman, en LA NACIÓN, sostuvo que su pupilo debe estar acompañado por una mujer de su propio partido. Macri sigue prefiriendo a Reutemann. Después de los resultados de ayer, más.
En Mendoza, el Frente para la Victoria mostró otro rostro, también muy contemporáneo. Fue el único distrito en el que Scioli enfrentó a Cristina Kirchner. Scioli apoyó a Adolfo Bermejo, el candidato del PJ provincial y del gobernador Francisco Pérez. Bermejo, que pertenece a la misma especie que Perotti, triunfó con alrededor del 48% de la primaria, el equivalente al 14% del total. El candidato de la Presidenta, de su gabinete, y de su agrupación -La Cámpora-, Guillermo Carmona, salió derrotado. El disidente Matías Roby, un electrón fuera de órbita, salió tercero.
La señora de Kirchner envió a Mendoza a todos sus funcionarios a levantar la mano de Carmona, que obtuvo cerca del 36% de su interna, lo que equivale al 10% de todos los votos de ayer. Hasta Florencio Randazzo, cuyo amigo Diego Martínez Palau es el vice de Bermejo, peregrinó hasta los Andes. Además, el Banco Nación demoró el envío de los fondos para salarios. Para suerte del gobernador Pérez, Scioli ofreció el Banco Provincia para que Mendoza colocara un bono. La guerra había comenzado cuando Juan Carlos Mazzón, gerente electoral de Scioli, excluyó a La Cámpora de las listas. Le costó la expulsión de la Casa Rosada.
Hay más acertijos en Mendoza. ¿Adónde irán los votos del camporista Carmona en las generales? ¿Se mantendrán en el peronismo o, desencantados por un candidato conservador, alimentarán al Frente de Izquierda? Anoche la trotskista Noelia Barbeito comenzó a reclamarlos. Es un anticipo de lo que sucedería en la peripecia nacional.
Las internas de ayer volvieron a poner en evidencia la indigencia territorial de Massa más allá de la provincia de Buenos Aires. Su participación nominal en el triunfo mendocino evitó que ocurriera lo de Santa Fe: anoche el Frente Renovador, en el que competían Oscar "Cachi" Martínez y Eduardo Buzzi, rondaba el 7% de los votos. La opción por Martínez corroboró las dificultades de Massa para establecer alianzas inteligentes: fue el factor que le alejó a Reutemann. ¿Tendrá el mismo efecto sobre José Manuel de la Sota, en Córdoba, la opción de Massa por su ex mujer, Olga Riutort?
Estas dificultades de Massa para dotarse de una extensión geográfica refuerzan su problemático rol en la escena nacional. Los votos y los distritos que acumula no le alcanzan para imponerse como candidato a presidente. Pero tampoco lo obligan a renunciar a esa posición. Frente a este dilema, vuelve a exigir un lugar en la mesa de Pro y la UCR. Su argumento es conocido. Ayer lo citaban en los bares de Mendoza Cobos, Morales, José Cano y Miguel Naidenoff, sus aliados radicales: "Si desisto de mi candidatura presidencial mis votos pasan a Scioli que podría ganar, así, en primera vuelta".
Macri y Sanz tienen otra hipótesis: la única forma de que Massa contenga a sus votantes es que los ate a su candidatura a gobernador de Buenos Aires. Imposible determinar si es más poderoso el argumento o el problema que pretende resolver: la provincia de Buenos Aires sigue siendo un agujero negro para Macri y para Sanz.