El manejo y control de las malezas se convirtió en una de las principales preocupaciones de los productores: generan pérdidas económicas por competir por el agua y los nutrientes del suelo, además de que interfieren durante la cosecha. Por esto, son fundamentales el monitoreo permanente de los lotes, la información y la planificación para actuar a tiempo y evitar que se agrave el problema.
“Erradicar una maleza es muy difícil”, expresó Diego Ustarroz, especialista en control de malezas del INTA Manfredi –Córdoba–, quien aseguró: “Se puede disminuir la población y para eso es necesario minimizar la producción de semillas”.
Para Ustarroz, “la clave está en recorrer los lotes, identificar las especies y hacer un manejo de sitio específico”. Además, señaló que “conocer la historia del lote permitirá ajustar el manejo de acuerdo a la comunidad de malezas presentes, poniendo énfasis en las de difícil control”.
En los últimos años, el control químico se transformó en el método de intervención más utilizado y eficiente en la lucha contra las malezas, para lo cual es imprescindible contar con información previa y planificar para que el problema no se agrave.
Los herbicidas demostraron ser buenos complementos para el manejo de malezas. “El control debe comenzar previo a la siembra del cultivo para eliminar malezas emergidas y plantas ‘guachas’ de cultivos anteriores”, expresó Francisco Bedmar, docente de la Facultad de Ciencias Agrarias, de la Unidad Integrada del INTA Balcarce –Buenos Aires–.
Conceptos de este tenor serán ampliados y profundizados durante la Jornada Nacional de Malezas, que se realizará el 18 de marzo en el INTA Oliveros –Santa Fe–, organizado por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación y la provincia de Santa Fe, con entrada libre y gratuita –aunque con cupos limitados–.
Consejos para un buen control
De acuerdo con Bedmar, es imprescindible realizar un diagnóstico para identificar correctamente las especies de malezas presentes y determinar su estado de desarrollo y/o crecimiento antes de aplicar productos de postemergencia, en barbecho. En el caso de aplicar herbicidas pre-emergentes, Bedmar consideró que se debería llevar un registro de cuáles especies de malezas podrían emerger, basado en el conocimiento de la historia del lote. Del mismo modo, explicó que si fueran a aplicarse productos con acción residual en el suelo, deberían conocerse los períodos de espera para la siembra de cultivos subsiguientes, a fin de evitar posibles efectos fitotóxicos. “Esto permitirá seleccionar adecuadamente el herbicida a utilizar”, dijo.
En muchos lotes, las fallas en el control con herbicidas se deben a las aplicaciones tardías sobre malezas muy desarrolladas. “Esto es común en alquileres tardíos o en lotes cosechados en invierno”, explicó Ustarroz, para quien “el control debe comenzar en el otoño debido a que especies como rama negra son difíciles de controlar en primavera”.
Durante su desarrollo, las malezas consumen agua y nutrientes que no estarán disponibles para el cultivo. “A medida que las plantas crecen, las alternativas de control se reducen, los costos de los tratamientos se incrementan e, incluso, se puede favorecer la resistencia”, indicó el técnico de Córdoba.
Algunas malezas tolerantes a glifosato como Gomphrena pulchella son fáciles de controlar con otros herbicidas en pre-emergencia o pos-emergencia temprana. Según Ustarroz, “la eficacia del tratamiento se reduce cuando las aplicaciones se realizan sobre malezas más desarrolladas”.
Asimismo, los especialistas coincidieron en que “es importante combinar herbicidas pos-emergentes con aquellos que tengan acción residual en el suelo, de amplio espectro, y que sean eficaces en el control de malezas difíciles de controlar”.
Por otro lado, las dosis son otro aspecto que el productor debe tener en cuenta. “El ahorro del producto suele resultar caro”, aseguró Bedmar quien además, agregó: “Los herbicidas deben aplicarse siempre bajo las normas especificadas para disminuir el impacto ambiental que pudieran causar y evitar los riesgos toxicológicos“.
Manejar a las que resisten
La lista de malezas resistentes se amplía todo los años –Eleusine indica, Chloris spp., Borreria verticillata y yuyo colorado, entre otras–. Desde 2005 a la fecha se confirmó la evolución de resistencia a glifosato en cinco especies y, en los últimos años, se detectaron los primeros casos de resistencia múltiple a glifosato y otros herbicidas en raigrás y yuyo colorado.
Para Juan Carlos Papa, especialista en protección vegetal del INTA Oliveros –Santa Fe– la “escasez de rotaciones, la gran superficie agrícola bajo arrendamiento de corta duración y la ausencia de monitoreos influyen y permiten que el problema se agrave”.
Entre las alternativas el manejo de malezas resistentes en general, Papa recomendó limpiar los vehículos, maquinarias u otros equipos agrícolas –en especial las cosechadoras– antes de ingresar a un lote. “Resulta fundamental realizar un monitoreo frecuente de los caminos, cunetas, banquinas, baldíos y bordes a fin de detectar tempranamente la presencia de individuos, los cuales deberían ser eliminados antes de llegar al estado reproductivo”, indicó.
La resistencia de las malezas obliga a realizar un abordaje más integrado que no dependa de un solo herbicida. “Hay que trabajar integralmente sobre el sistema productivo”, afirmó Bedmar quien agregó: “Aplicar principios activos con diferente modo de acción, realizar en lo posible rotaciones de cultivos, utilizar variedades de rápido crecimiento para acelerar el cierre del surco y sembrar cultivos de cobertura que demoren o reduzcan el nacimiento de la maleza, son algunas de las posibilidades con las que contamos para evitar la sobresimplificación en el control de malezas y de esta manera la aparición de resistencia”.
El objetivo es evitar que las malezas resistentes a herbicidas produzcan semillas. Para esto se debe detectar el problema y combinar diferentes prácticas de manejo para que el sistema sea sustentable.
En este sentido, Ustarroz recomendó “el uso de herbicidas con diferente sitio de acción –en aplicación total o con mochila sobre plantas aisladas–, el desmalezado manual cuando sea posible y el control mecánico con labranzas reducidas en rodales de malezas perennes de difícil control químico”.