¿No habrá relaciones carnales, como eufemísticamente bautizó el entonces canciller Guido Di Tella a los tratos por conveniencia con Estados Unidos en la década del 90?
Quienes aquí se inquietan por los acuerdos con la potencia asiática observan el trato preferencial que les permitirá a los chinos importar hasta trabajadores y hacerse de contratos y concesiones por las poco transparentes adjudicaciones directas. ¿Para qué se arregló en términos de carísima rendición incondicional con el Club de París, si luego se entregarán negocios de obras y equipamientos directamente a los chinos? ¿Unas nuevas relaciones carnales? Tal vez no. Porque los chinos, que quieren ampliar su producción lechera, decidieron comprar más de 7000 vacas en pie, pero se las compraron a Chile. La operación comenzó a concretarse en los últimos días de 2014. El kirchnerismo ha dejado en ruinas la lechería local. ¿Importará pronto la Argentina leche en polvo china?
Durante las administraciones de George Bush padre y de Bill Clinton, el argentino Carlos Menem fue muy halagado e invitado a que la Argentina fuera "puntera" en una integración con el Nafta (el tratado de libre comercio de América del Norte), cuando el Mercosur estaba en pañales.
En 1993, cuando Bill Clinton logró que el Congreso norteamericano aprobara el arranque del Nafta, algunos empresarios locales se entusiasmaron y manifestaron su opinión favorable a apurarse a entrar, porque el Mercosur estaba muy demorado.
El canciller Guido Di Tella y el ministro de Economía, Domingo Cavallo, ratificaron entonces que la Argentina tenía como prioridad el Mercosur, y siempre dijeron que las negociaciones con la mayor economía del mundo debían ser "cuatro más uno". Es decir, sólo se tratarían en bloque y no país por país. Razones sencillas: para tratar con el más grande, es mejor hacerlo con aliados y aumentar la capacidad de negociación.
Este año se cumplirán diez de la escandalosa cumbre de presidentes de Mar del Plata, en la que Hugo Chávez insultó en público a George W. Bush y desbarató, con la complacencia y ayuda de Néstor Kirchner, la posibilidad de que toda América latina negociara el ALCA (un acuerdo de libre comercio extendido a toda América) con Washington. Abrieron la puerta a los tratados bilaterales, que dejan peor parado al más chico, pero esto el relato oficial no lo admite.
¿Por qué ahora los supuestos defensores de lo que ellos llaman la "patria grande" se lanzan al mano a mano con la segunda economía del planeta? ¿Tan poderosos se sienten? ¿Tan poco vale el acuerdo regional?
Como dice Juan Carlos de Pablo, los presidentes del Mercosur se llevan cada vez mejor, se tutean, se tratan cariñosamente, se dan besitos fraternales, pero la alianza regional funciona cada vez peor. ¿Con la Unión Europea se negocia en bloque y con China por separado? No es un acuerdo de libre comercio lo que se negocia con China, pero una vez más: ¿por qué negociar solos con los que sin duda tienen mucha capacidad para imponer y someter?
Es curioso que el autodenominado progresismo argentino se complazca tanto con las asociaciones con China, donde las libertades de expresión, políticas, económicas y de acceso a la información están muy restringidas. ¿No molesta a los Zaffaroni y los defensores de sus ideas la existencia de la pena de muerte en China?
Una de las tantas contradicciones. La simpatía con el premier ruso, Vladimir Putin, que persigue y encarcela homosexuales y referente del ultraderechismo francés de Le Pen, convive con la exaltación de la ley de matrimonio igualitario.
Es el mismo gobierno que dice que privilegia la educación, pero pone al frente del Museo y Biblioteca Casa Natal de Sarmiento -el prócer de la educación- a una persona que no reúne las exigencias para el cargo. Exigencias que estableció Cristina Kirchner en 2008. Centenares o miles de cargos del sector público están ocupados así. Y el Gobierno decidió en los últimos días dejarle a su sucesor 800 más en el Conicet. ¿Serán capaces o exceptuados?
Cargos como el del Museo Sarmiento deben ser concursados, como muchos otros. "Pero" se cubren a dedo, "por ahora". El "pero" y el "por ahora" han durado todo el kirchnerismo, literalmente, para beneficio de algunos ciegos incondicionales.
No es extraño entonces que el Gobierno se diga partidario de la libertad, "pero" se encandile con los chinos, con la Rusia de Putin, con el líder turco Erdogan, que dice que las mujeres que usan anticonceptivos "cometen traición", y dé tantas vueltas para no condenar el terrorismo contra la libertad de expresión. Parecería quedar claro que para el oficialismo la libertad de expresión es terrorismo.