Cómo romper el círculo vicioso de la pobreza con 1 de cada 4 argentinos pobres, 19 millones de planes sociales, 900.000 jóvenes ni-ni y 1 de cada 2 alumnos que no alcanzan los niveles mínimos de aprendizaje en lectura y en ciencia.
En los últimos años, en Argentina han convivido dos realidades paralelas. Por un lado, la de un país rico por su suelo y su gente, que viene de una década de crecimiento a “tasas chinas”, el gasto social más alto de la historia y una amplia cobertura del sistema de asistencia social y de los servicios de seguridad social. Por el otro, la de un país con altos niveles de pobreza, exclusión y desempleo, con un equilibrio social inestable que estalla en saqueos y violencia en momentos específicos relacionados a huelgas policiales, fines de año y eventos deportivos, entre otros.
El primer paso para entender esta dualidad está en conocer las realidades que presentan el mercado de trabajo, la pobreza y los planes sociales en el país y que determinan que el equilibrio social sea inestable:
Nivel de actividad: 42 de cada 100 personas trabajan;
Informalidad: De esas 42 que trabajan, 23 lo hacen en condiciones de formalidad, Es decir, 1 de cada 4 habitantes de Argentina aporta a las obras sociales y al sistema previsional. En total son 7,2 millones de trabajadores informales;
Empleo público: De esas 42 personas, 9 trabajan en el sector público, empleo que creció en valores absolutos un 55% durante los últimos 10 años;
Relación PIB-empleo privado: Durante la última década, el empleo privado creció 0,25 puntos por cada punto que creció la economía (PIB);
Jóvenes Ni-Ni: 900.000 jóvenes no estudian ni trabajan;
Desempleo: Existen 1,4 millones de personas sin trabajo;
Pobreza: 1 de cada 4 argentinos es pobre, es decir, 10,6 millones de personas;
Indigencia: 1 de cada 20 argentinos no cubre sus necesidades alimentarias, es decir, 2,1 millones de personas;
Planes sociales de la Nación: $101 mil millones de presupuesto para el año 2014, con 19 millones de beneficios (una persona puede recibir más de uno);
Planes sociales en las provincias: Sólo Córdoba y Buenos Aries destinan $2.112 y $5.219 millones, respectivamente, a 32 planes sociales distintos en el caso de la primera provincia, y 21 en el caso de la segunda.
Educación: Argentina se desempeña por debajo de otros países con niveles de ingreso o de inversión en educación similar, encontrándose entre los 8 peores países de los 65 que participaron en las pruebas PISA de 2012. 2 de cada 3 alumnos se encontraron en los niveles más bajos en matemática, y 1 de cada 2 en lectura y ciencia. Con brechas por nivel socioeconómico de las más amplias del mundo.
La ruptura del círculo vicioso y eliminación de la reproducción intergeneracional de la pobreza en Argentina requieren de políticas de Estado centradas en el largo plazo que combatan las raíces profundas de la pobreza individual y de los problemas estructurales. Por ello, es necesario avanzar en un sistema de políticas ordenado y coordinado cuyo principal objetivo sea incrementar el capital humano, social y físico de las personas para incluirlas de manera duradera al funcionamiento de la sociedad moderna. En este proceso, las herramientas de política deben estar diseñadas de forma que sean eficaces en la persecución del objetivo, eficientes en el uso de los recursos públicos, económicamente sustentables y contengan el menor grado de discrecionalidad posible para minimizar la corrupción y el uso clientelar de la política social.
Con este objetivo, FADA en su trabajo “Empleo, pobreza y política social. Cómo romper el círculo vicioso de la pobreza” propone una extensa serie de políticas que se pueden resumir en los objetivos de asegurar la nutrición y condiciones de habitabilidad y salubridad mínimas para las viviendas -que da el contexto mínimo para que las personas se pueden desarrollar-; y promover la inclusión laboral mediante políticas para la formación, la inserción laboral y la formalización del trabajo para lograr que la salida de la pobreza sea real y duradera, promoviendo formas de generación genuina de recursos por parte de los individuos. Además, se plantean una serie de reglas y medidas de corte institucional que incentivan a la existencia de un sistema de planes sociales transparente, coordinado y efectivo.
La aplicación de estas medidas cambia el eje del asistencialismo y el clientelismo a una ayuda real para que le gente puede salir de la pobreza. Sin embargo, no hay política social o de planes sociales efectiva en un país que no tenga las condiciones macroeconómicas e institucionales mínimas que incentiven la inversión y la creación de empleo; ni una fuerte política de acceso y calidad de los servicios de educación y salud que igualen oportunidad y potencien las capacidades de las personas.