En EE.UU. las cosas no marchan totalmente sobre rieles. Porque, si bien volumen de cosecha es extraordinario por lo que se había generado una expectativa de oferta muy fluida, los problemas que acarrea tal dimensión son graves.
La realidad es que la logística no está a la altura de tal volumen.
Por suerte para Sudamérica, el desarrollo de la entrega de los productores norteamericanos a la industria local y a la exportación se mantiene con escasa agilidad. Es que los cálculos de los operadores no habrían tomado en cuenta el inédito cuello de botella.
De esta forma, tanto la industria como el sector exportador de este país están sometidos a la presión de una demanda que exige mayor cantidad de mercadería. La demanda proviene fundamentalmente de China. En definitiva, EE.UU es su principal proveedor.
Pese a todas las expectativas sobre la evolución de China, e incluso de los datos de su economía real, la demanda de este gigante no cesa. Gracias a ella, los valores no logran quebrar el piso establecido en los últimos días.
El programa de exportación de soja desde los puertos del Golfo de México tiene un alto promedio de embarques: cerca de 10 millones de toneladas por mes. Un número muy interesante.
A resultas de este cuadro, el stock final aguardado ha caído. Ahora, apenas superaría el nivel de 11 millones de toneladas. Este nuevo dato es un buen soporte de los precios internacionales.
Sin embargo, la situación no dista de ser alentadora en el corto plazo.
La excelente evolución de la siembra en la Argentina (al menos en el núcleo sojero) y el desarrollo de los cultivos en Brasil, Bolivia y Paraguay generan expectativas depresoras sobre los valores.
Es cierto que la Argentina no está en condiciones de mostrar ninguna sorpresa positiva en términos de producción, pero también lo es que Brasil llegaría a levantar un volumen récord.
Las estimaciones nos hablan de producción que aumentaría de 86,1 millones de toneladas (2013/2014) a 95,8 millones de toneladas en la presente campaña.
Si se diera tal aumento, el mercado enfrentaría casi 10 millones de toneladas adicionales de poroto de soja respecto del año anterior.
La región aportaría, de no mediar inconvenientes climáticos, una producción superior a 160 millones de toneladas. Se trataría de una suerte de avalancha de oferta a partir de febrero próximo.
Pero hay un elemento que puede modificar, en parte, el panorama más a mediano plazo.
Las cotizaciones del petróleo siguen en baja. Hoy se encuentran en el nivel menor de los últimos cinco años. Su valor gira en torno a 58 dólares el barril.
El crudo ha descendido a valores mínimos si tomamos en cuenta los de los últimos cinco años, con expectativas de producción que no muestran bajas, al menos en los países de la OPEP.
Por ello, los mercados de commodities siguen con su tendencia a la baja y las bolsas de todo el mundo revelan un clima depresivo.
Una vez superado el shock que sufren las bolsas, es posible que los mercados vayan tomando en cuenta una realidad: los países estructuralmente importadores de soja y de sus correspondientes subproductos tendrán mayor capacidad financiera para importarlos. Nos referimos a los países estructuralmente importadores de petróleo.
Por otra parte los costos en los transportes de ultramar deberían bajar, algo que debería contribuir al sostenimiento de la demanda.
Ánimo, señores.