MONTEVIDEO.- Nadie esperaba sorpresas, y no las hubo. Tabaré Vázquez, de 74 años, fue elegido ayer por segunda vez presidente de Uruguay, en una jornada en la que, como él mismo había anticipado, "cayeron pingüinos de punta", una tormenta que no frenó el aluvión de votantes a su favor.
El ballottage que enfrentaba al ex presidente, del Frente Amplio, y al ascendente Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional, se resolvió a favor del primero por entre 12 y 14 puntos, según las proyecciones de las encuestadoras (el recuento oficial terminaba esta madrugada).
Tabaré sacó más del 53% contra el 41% de Lacalle Pou, que no alcanzó a revertir la enorme diferencia que los separaba desde la primera vuelta.
"Más allá de las divisiones partidarias, hoy ganó Uruguay", dijo anoche Tabaré, al llamar a un amplio acuerdo nacional en los asuntos más urgentes, entre ellos, educación y seguridad.
Tabaré, que anoche se consagró como el candidato que logró mayor diferencia en la historia del país, aclaró: "El Uruguay de hoy no es el mismo de 2005 ni 2010. Puede mejorar. Surgen nuevas demandas, nuevas posibilidades y nuevos desafíos. No se trata de perseguir quimeras, sino de ver la realidad".
En ese sentido, afirmó que hay asuntos que requieren una solución "inmediata".
"En la sociedad puede haber asimetrías, pero no puede haber en los derechos de la gente y ante la vida. Ahí está la clave de la convivencia ciudadana", dijo el ganador de la noche. "Eso implica diálogo y acuerdos entre todos los sectores sobre los temas vertebrales de la agenda del país. Educación, salud, vivienda, infraestructura, protección social, innovación, producción y medio ambiente, empleo decente. No siempre es fácil, pero siempre sirve", enumeró.
Lacalle Pou se quedó a mitad de camino después de un brillante comienzo de campaña, allá por mitad de año, en que asedió desde las encuestas cada vez más positivas la fortaleza del Frente Amplio, que por primera vez comenzaba a dudar de la victoria de su candidato.
Pero Tabaré y su partido volvieron a hacer historia con un caudal de votos que desbordó las expectativas de hace apenas dos meses. "Lo decisivo aquí fue la situación económica", resumió el analista político Luis Eduardo González, director de la encuestadora Cifra, sobre el ciclo de progreso económico y social que preside el Frente Amplio y que le aseguró la victoria.
Tabaré, que gobernará hasta 2020, recorrió tres veces el país de febrero a octubre pasados, donde reforzó de pueblo en pueblo, entre discursos y abrazos, la solidez de una coalición de base urbana que se autodefine de izquierda -en los hechos socialdemócrata- y que echó raíces en el interior, a caballo del crecimiento del sector agropecuario y de la mejora en la calidad de vida.
En el último tramo de su recorrido proselitista, decidió no tomar parte en debates ni conceder entrevistas que pudieran comprometer, por error u omisión, su expansiva ventaja entre un electorado que se le mostraba cada vez más receptivo.
En lugar de la exposición pública, se dedicó a captar adhesiones de votantes de otras banderas y a cultivar relaciones con políticos que emigraron raudamente del Partido Colorado, espantados por los pésimos resultados de la primera vuelta, que los dejó en el vagón de cola de los partidos influyentes. Es la tercera elección consecutiva en la que el Partido Colorado termina detrás del Frente Amplio y del Partido Blanco, su antiguo rival desde el siglo XIX.
Con la victoria del ballottage, el Frente Amplio consolidó además su control de las dos cámaras del Congreso. En la primera vuelta se había hecho con la Cámara de Diputados, o más bien mantuvo la mayoría de la que gozaba desde hacía diez años. Necesitaba un solo escaño más para dominar también el Senado. Tenía 15 sobre el total de 30 y en virtud de la Constitución uruguaya el vicepresidente Raúl Sendic se transformará en el senador número 16.
Tabaré tomará el mando de un país con indiscutibles mejoras y más dinero en el bolsillo del trabajador, aunque no menos indiscutibles carencias en temas básicos, como infraestructura y educación. Temas que deberán ser solventados sin la bonanza que alcanzó su pico en 2010, pero con un interesante crecimiento de 3% a 4% para el año que viene.
El Partido Nacional tendrá su revancha en mayo próximo, cuando se definan los gobiernos departamentales y municipales y se cierre el ciclo electoral por los próximos cinco años. El propio Lacalle Pou se va derrotado, pero con la posibilidad siempre abierta de seguir como líder del bloque opositor. Sus allegados apostaban a superar el 40% como piso para mantenerse bien plantados.
"Tenemos la serenidad de haber hecho una campaña como queríamos. Hicimos las cosas bien. Hice la campaña que debía hacer, con la cual me sentía cómodo", dijo cuando se conocieron las cifras del escrutinio.
La nota de ayer mientras se resolvía la elección fue el estado del tiempo, una jornada de vientos, lluvias y crecidas de ríos que demoraron la votación y que obligaron a que muchas mesas debieran cambiar de sitio.
Será por la falta de tensión de este ballottage con el resultado sabido de antemano, porque no pudieron llegar debido a las aguas, o porque, quién sabe, quizá no encontraron sus mesas, lo cierto es que un 10% del electorado de la primera vuelta ayer no votó.