• La importante baja en los precios de los granos ha mejorado los márgenes para la producción de leche y animales para carne, al reducir los costos operativos. Adicionalmente, la ganadería bovina se beneficia por una revalorización de la hacienda a nivel internacional

• Si el productor ganadero percibe que la política hacia el sector será más neutral en la próxima gestión presidencial, aumentan las chances de un activo proceso de inversión en el sector para un futuro cercano

• Argentina estará exportando este año un volumen de carne bovina similar al de 2013, lejos de los países líderes. Será el cuarto año consecutivo en los que tanto Uruguay como Paraguay exportarán más carne que Argentina. La importante baja en los precios de los granos desafía la ecuación económica de la producción agrícola. De hecho, en algunas regiones del país, a los precios actuales y con la presión tributaria en su máxima expresión, la producción de granos ha dejado de ser una actividad rentable.

El deterioro de la rentabilidad agrícola encuentra en el propio ámbito agropecuario cierta compensación en aquellos establecimientos que utilizan los granos como insumos en la elaboración de otros productos, caso de la producción de hacienda para carne o leche, cuyos costos se descomprimen mientras más accesible se vuelven el maíz, la soja o cualquiera de sus derivados industriales.

La mejora de precios relativos y de márgenes en la ganadería bovina, en la producción de cerdos y en otras actividades pecuarias, trae cierto oxígeno en un escenario complejo para las actividades del campo.

Resulta interesante analizar el impacto particularmente en la ganadería bovina, si éste será suficiente como para compensar otros factores negativos del entorno e iniciar un nuevo ciclo de inversiones en la actividad.                                                            

                                                                                                                                                                                 Precios relativos

En sus mejores años del pasado reciente, casos de 2005, 2010 o 2011, un productor de hacienda compraba 14 y hasta 16 kilos de maíz (precio FAS Rosario) con lo que valía un kilo de ternero/ra (Mercado de Liniers). Kilos de maíz que puede comprar un kilo de hacienda (novillo y ternero) a precios de mercado

Esta relación de intercambio tocó mínimos de 6,5 kilos del cereal por kilo de animal en los años donde la exportación de carne bovina fue duramente castigada por la combinación de derechos de exportación y las restricciones cuantitativas sobre los volúmenes exportables (desde segundo semestre 2006 al 2009).

Ahora bien, en los últimos meses, la relación de intercambio ha trepado a un valor inusual, de entre 18 y 20 kilos de maíz por kilo de animal liviano en pie, por la combinación de dos factores, por un lado, la valorización del precio externo de la hacienda y, por el otro, la caída en la cotización de los granos.

 

La hacienda se encarece a nivel global

En lo que va del 2014 la hacienda bovina se ha revalorizado en muchos países traccionada por lo que sucede en el comercio mundial. Mientras que algunos países exportadores (Estados Unidos, Argentina) volcarían al mercado prácticamente la misma cantidad de carne que en años anteriores, las importaciones se mantienen en expansión impulsadas básicamente por la China Continental y sus regiones satélites.

La necesidad de una mayor provisión de carne del mundo por parte del gigante asiático se explica por su propio proceso  de crecimiento y expansión del mercado de consumo pero también por el retroceso de su propia oferta doméstica de hacienda (la producción de carne en China se contraería un 3% este año de acuerdo a las proyecciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos).

En prácticamente todos los productores y exportadores líderes la hacienda se ha valorizado en dólares en el último año. El caso más intenso es el de Estados Unidos, que enfrenta un piso histórico de rodeo luego de varios años de problemas climáticos e inicia un proceso de recomposición de las existencias, que ha impulsado una suba interanual del 25% en el precio de la hacienda. Brasil no se queda atrás con una valorización del 15%, le siguen luego Argentina y Australia, con tasas del 13% y 11%.

El cambio de precios relativos mejora la rentabilidad ganadera. Tomando como caso testigo un establecimiento de ciclo completo (cría + recría + feed lot), el margen bruto por hectárea medido a precios constantes se encuentra en niveles cercanos a los que tuviera en el último ciclo de recomposición del rodeo bovino (retención de vientres), período que se extendiera desde la segunda mitad del 2010 hasta fines del 2012 / comienzos del 2013.

El hecho que la carne bovina esté siendo este año un bien más escaso queda claramente reflejado en el precio de exportación de la carne de Australia, una referencia en el mercado mundial, que ha subido considerablemente a partir del segundo semestre. En el último mes que se dispone de información (octubre) la carne australiana se pagó 50% más que un año atrás.

Lamentablemente, la Argentina poco puede aprovechar este contexto internacional que se presenta favorable para aquellos países que disponen de buen acceso a mercados, calidad de carne y generación de excedentes productivos.

Según estadísticas de SENASA, al cabo de los primeros 9 meses del año las exportaciones de carnes frescas totalizan 97,4 mil toneladas, una cifra ligeramente inferior a la de similar período de 2013 (99,0 mil toneladas). El análisis mes a mes muestra un repunte muy significativo en los envíos en el tercer trimestre del año, explicado seguramente por la firmeza de la demanda externa y los buenos precios.

Argentina sigue lejos de los puestos de vanguardia en el ranking de exportadores líderes, incluso muy rezagado respecto de los países de la región.                                                            

Para tener algunas referencias, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) trabaja con una proyección de exportaciones de 190 mil toneladas (res equivalente) para 2014 en Argentina, mientras que proyecta 385 y 375 mil toneladas para Uruguay y Paraguay respectivamente, es decir, el doble de los volúmenes que exportaría nuestro país este año.

Si bien el número final de exportaciones de Argentina se confirmará a fines de año (está la posibilidad de que sea un poco más alto de lo que proyecta USDA), lo que seguramente no habrá de cambiar es el hecho que desde hace cuatro años los dos países vecinos vienen exportando más carne que Argentina (con excepción de Paraguay en el 2011).

Un consuelo relativo para Argentina es que logra compensar (en parte) los menores volúmenes con mayores precios de exportación, por lo que la brecha con los vecinos se recorta cuando se comparan las divisas que generan las exportaciones de carne en cada uno de los países. Por ejemplo, en el año 2013, Argentina exportó el 55% de los volúmenes de Uruguay pero generó el 72% de los dólares del país vecino, a diferencia en los porcentajes que se explica por los precios medios logrados, Argentina cerca de los US$ 7.700 por tonelada y Uruguay en US$ 5.500.

Finalmente, la mejora de precios y de márgenes, si se evalúan como sostenibles en el tiempo, debieran disparar la inversión en ampliación de stocks y capacidad productiva, dando inicio a un nuevo ciclo de retención de vientres.

Si ello se demora es debido a la macro doméstica (alta inflación, escaso financiamiento) y fundamentalmente a la incertidumbre que generan ciertos instrumentos de política que el gobierno dispone y utiliza para intervenir en el mercado de la carne. Debe recordarse que la carne bovina sigue tributando un 15% de derechos de exportación y que se continúa con un esquema de comercio exterior administrado a partir del sistema de ROE’s y pre ROE’s, con el cual el gobierno regula los volúmenes exportados e influye sobre el precio de la carne en el mercado interno.

Por el momento no hay señales del gobierno en dirección a remover las políticas de intervención. Si lo hiciera, habría que ver si es capaz de generar confianza suficiente. De todos modos, esta incertidumbre parece no alcanzar a un próximo gobierno.

Los tiempos biológicos que requiere la inversión ganadera para su maduración superan largamente el año, por lo que si el productor ganadero percibe que la política económica será más neutral quienquiera que sea el próximo presidente, se acrecientan sensiblemente las chances de tener un activo proceso de inversión ganadera en el futuro inmediato.