El ministro de Economía, Axel Kicillof, y el presidente del Banco Central (BCRA), Alejandro Vanoli, coincidieron en desvincular la emisión monetaria de la inflación.

Vanoli abrevó ayer en la experiencia de otros países para asegurar que quedó demostrado que, "contra lo que está instalado, no todo aumento de la oferta moneda va a inflación". Pareció aludir a la política monetaria fuertemente expansiva que llevó adelante en los últimos años Estados Unidos y más recientemente copiaron Japón y Europa. Pero luego aclaró que incluía también a los emergentes. "Hay países que aumentaron mucho más fuerte la emisión y tienen inflación de un dígito", dijo al clausurar anoche las Jornadas Monetarias y Cambiarias 2014, realizadas en el Hotel Alvear, y antes de ceder la palabra a Kicillof para defender esa tesis.

El ministro machacó sobre la misma idea: "No hay una conexión directa entre la ampliación de la base monetaria y el crecimiento de los precios", enfatizó, pero citando como ejemplo exclusivo la política expansiva que aplicó EE.UU.

Ambos defendieron la herramienta monetaria como una de las más idóneas "para estimular el nivel de actividad". Pero no aludieron a los riesgos de hacerlo en un contexto de fuga de la moneda local, como el que dio lugar a la instrumentación y profundización del cepo cambiario en los últimos años.

En la comparación se olvidaron de que esa receta sin costo inflacionario la ensayaron, en la mayoría de los casos, países con monedas que no enfrentan corridas endógenas e, incluso, tienen demanda de sus monedas fuera de sus fronteras, algo que -ciertamente- desde hace algunos años ya no ocurre con el peso.

Al propio Gobierno, para poder emitir deuda en pesos, el mercado local últimamente lo obliga a atarla a la variación futura del tipo de cambio, como muestran las últimas colocaciones de los Bonad 16 y 18.

La definición de ambos funcionarios llegó cuando el Gobierno acaba de disponer un nuevo aumento de $ 40.000 millones en el gasto público, según un decreto de necesidad y urgencia publicado en el Boletín Oficial. En esa norma también se autorizan mayores endeudamientos "con cargo a ejercicios futuros" por $ 30.010,2 millones mediante la colocación de títulos públicos.

En este sentido, el dato es favorablemente valorado porque significaría que el Tesoro nacional necesitaría una asistencia monetaria algo inferior a lo que se presagiaba hasta antes del nuevo festival de deuda que ensaya Economía.

Las jornadas, en este sentido, dieron una nueva señal de la coordinación que logró Kicillof con la nueva cúpula del BCRA, tras el intempestivo despido de Fábrega.

Fue el propio Vanoli quien lo convocó a cerrar el evento para hacer un recuento público de los avances obtenidos el último fin de semana en el G-20. "La crisis que se inició en 2008 sigue su curso y hay un clima que en los estratos internacionales califican de nueva mediocridad. Pero en el comunicado del G-20 se empieza a notar una reacción al pensamiento único respecto de cómo salir de la crisis y, por primera vez, toma fuerza la idea de sacar al mundo de ella a través de políticas de expansión de la demanda agregada", explicó ante el auditorio.

Por la mañana, al inaugurar la jornadas, Vanoli se había mostrado casi exultante por el fin de la corrida contra el peso. "En estos 45 días ha quedado claro que si alguno soñaba con una corrida cambiaria, si alguno creía que podía desestabilizar, no lo va a lograr", proclamó.

Luego, en lo que pareció una justificación del errático manejo del tipo de cambio pese a la renovada presión sobre el resto de las monedas de la región, aseguró que en la Argentina "la tranquilidad y la certidumbre están asociadas con la estabilidad cambiaria" y destacó la recomposición de las reservas.

Mas pragmático, el economista Aldo Ferrer valoró esos avances, pero no se privó de recordar que el problema es "cómo generar dólares genuinos, por la vía de la cuenta corriente y la balanza de pagos".