El anuncio público del Poder Ejecutivo de que mandaría al Congreso un proyecto de ley para estatizar el IPCVA según trascendidos periodísticos, me lleva a hacer estas primeras observaciones, ante que se quiera avanzar con dicha idea por alguna urgencia circunstancial.
Lo primero que habría que definir es qué políticas de carnes se implementara, ante de reformular el Instituto de Promoción de Carne Vacuna -IPCVA-. Opción A, vamos a ser un país productor de carnes basada principalmente en la exportación a todos los mercados del mundo u Opción B, seguiremos como hace más de 80 años, dando prioridad al consumo interno y exportando los saldos que nos queden como ocurrió en los últimos años.
Si realmente la definición es por la opción A, me parece razonable abrir un debate integral y sincero con todos los miembros de la cadena pecuaria, sobre la nueva política de carnes que necesita el país y después discutir que IPCVA precisamos para acompañar dichas políticas.
Si la decisión es la opción B, me parece que hasta estaría de más el actual IPCVA pagado por los productores, porque desde su existencia no se ha podido imponer un cambio en las política - no por culpa de IPCVA - si no por el mandato de las entidades gremiales que no quisieron, no supieron o no pudieron cambiar las políticas de carnes en el país.
Una marca registrada en el mundo como es la carne argentina, la regalamos a nuestros competidores por falta de una política de carnes moderna que nos permita abastecer con previsibilidad todos los mercados externos y abastecer con diferentes carnes el mercado interno.
Esta performance totalmente negativa, fue consecuencia de políticas económicas macros que quitaron competitividad a todas las actividades para producir y exportar. En el sector ganadero el tema se agravo por tener 15% de derecho de exportación y soporta desde hace años todo tipo de intervenciones discrecionales en el negocio empresario, que limitaron las inversiones de la cadena pecuaria que las tienen que hacer como mínimo a cinco años.
“Por haber desalentado el Gobierno Nacional la producción de novillo con sus intervenciones en el mercado cárnico, se dejaron de producir 2 millones de toneladas de carne a partir del 2005. Por esta acción el país perdió ingresos de divisas por 8 mil millones de dólares” según Néstor Roulet
Se cumplió nuevamente en la década ganada la premisa peronista –adoptada por los otros partidos y dirigentes- de darle de comer carne barata al pueblo en general y aunque dejemos de exporta al mundo. Culturalmente la mayoría de nuestra dirigencia sigue pensando que el país tiene que ser exportador de saldo.
Mientras nosotros implementamos estas políticas, Brasil, Uruguay y Paraguay, nos superaron como exportadores confiables. ¿Cuándo se consulta a la dirigencia de dichos países como lo hicieron? La respuesta es automática: gracias a los errores cometidos por ustedes y la visión de nuestros empresarios y funcionario, que mira al mundo como la gran oportunidad para crecer y desarrollarse.
¿Cuál sería la alternativa para cambiar nuestro sistema de producción? Que nuestra dirigencia cambie lo que viene haciendo hace 80 años y promueva las políticas de estados que necesita el sector para darle previsibilidad a quien invierte. La base principal de dichas política, es definir el marco institucional mínimo para poder aumentar la producción y exportación de proteínas animales en forma sostenible, para poder abastecer simuladamente el mercado interno y la creciente demanda de los mercados del mundo.
El desafió de nuestra dirigencia es demostrar, que cuando mayor cantidad exportemos mejor vamos a abastecer el mercado internos en cantidad, calidad y precio. No tienen que seguir nuestros dirigentes defendiendo una propuestas de producción de carne vacuna aislada de las otras producciones.
Tienen que analizar que los grandes exportadores de carne vacuna son también importantes productores y exportadores de carnes ave, cerdo, ovino otras carnes-todas proteínas- que podemos transforman los granos en proteína animal en los cluster regionales para optimizas los costos de producción y de comercialización. Esta acción completaría – granos + carnes- si se generaliza, es la base principal de un desarrollo modernos en cada región del país, por medio de la integración del Complejo Agroindustrial junto a los otros sectores de la economía.
Entre las premisas principales para concretar el marco institucional para consolidar una política de carnes puedo mencionar las siguientes:
-Establecer por ley la prohibición al estado de intervenir en el negocio empresario.
-Establecer por ley un único estándar sanitario mínimo para todas las plantas de faena.
-Establecer sistemas de comercialización por cortes, para aprovechar el 100% de la media res.
-Establecer un sistema mínimo de trazabilidad que responda a los estándares
internacionales.
-Planificar la actividad de las industrias frigoríficas, según sean las nuevas zonas de producción como el NEA y NOA, entre otras.
- Evaluar si vamos a ser un país exportador permanente, el funcionamiento de un mercado a término, para poder arbitrar los precios a mediano plazo entre quienes producen, comercializan y exportan.
-Promover el aumento de la producción y consumo pollos, cerdo y de otras carnes simultáneamente para que sean completaría y no competitiva de la carne vacuna.
-Establecer un sistema universal de subsidio directo para atender a los habitantes que están debajo de la línea de pobreza. Asegurarse de que todos puedan acceder a su cuota básica de proteínas. Pero esto no implica que haya subsidiar la carne vacuna a los 40 millones de argentinos ni que la única proteína a consumir debe ser carne vacuna.
CONCLUSIONES
- Una política de carnes moderna necesita estar incluida en un plan nacional
de crecimiento y desarrollo, con una visión estratégica para el arraigo en todas
las regiones del país. En este sentido, es fundamental integrar la producción de
granos y de carnes, promoviendo su transformación en el lugar de origen. Dichas
producciones no son antagónicas sino complementarias, agregan mano de obra y
valor a las exportaciones y de esa forma optimizando el costo del flete.
- La meta no es volver a comer 72 kg de carne por persona. La meta es consumir 50 o menos kg de carne vacuna y complementar con carne de aves, cerdo, ovino o pescado. Cuando menor sea la cantidad de carne vacuna que se consume internamente, más importante van a ser los volúmenes de exportación para que le dé estabilidad al negocio pecuario en todo el interior del país.
- Hay que cambiar la dieta de consumo por medio de una campaña de promoción entre todos los protagonistas con el precio de la carne vacuna a valores internacionales. El valor de la carne vacuna se debe alejar del precio de las otras carnes para ayudar a cambiar el habito de consumo y de esa forma poder concretar la meta de exportar el 50% de la producción de carne bovina en unos años, quedando el resto para el consumo interno. Implementando esta política en forma integral, en un tiempo va sobrar “la barata de Moreno” como ocurre en Uruguay, país que es un ejemplo de como trabajar.
El año electoral seria el ámbito ideal para que la cadena pecuaria, defina en conjunto una propuesta moderna de producción de carnes y sus correspondientes instituciones, con un IPCVA profesionalizado para llevar adelante la implementación de la promoción interna para ayuda a cambiar los hábitos de consumo.
Una estrategia como la propuesta, ayudaría a que todos los partidos políticos tomen el tema como prioritario en la campaña electoral, para que más rápido que pronto tengas el apoyo legislativo y de esa forma poder empezar a recuperar el stock perdido y crecer nuevamente con las exportaciones aprovechando las actuales condiciones internacionales para colocar la carne vacuna que tiene “Marca Argentina” en el mundo.
Por Arturo Navarro para Agrositio