“En 1878 llegó el ferrocarril a Tucumán. Ese fue el comienzo de la industria azucarera”, señaló Julio Colombres, industrial azucarero y productor agropecuario, durante una conferencia ofrecida en el Congreso Tecnológico CREA que se desarrolló en Mar del Plata, Rosario y Santiago del Estero de manera simultánea.
“En 1902, nuestro abuelo compró el ingenio Santa Bárbara, que producía 2.000 toneladas de azúcar por año. Eso implicó brindar a mucha gente una serie de facilidades, que corrieron por cuenta de la empresa. Había que dar a los trabajadores, educación y salud. Esa cultura se mantuvo hasta la actualidad; hoy tenemos un instituto secundario para los hijos de nuestros obreros”.
Con el tiempo, el ingenio Santa Bárbara multiplicó por cien su producción azucarera, llegando a las 200.000 toneladas anuales. Además produce energía eléctrica y etanol.
La historia de éxito de esta empresa, en el marco de los avatares de la economía del país desde el siglo pasado hasta la actualidad, dejó una conclusión, según el disertante: “Debemos aprender algo. La dirigencia se separó del pueblo. Y hoy el pueblo nos percibe como gente que busca apropiarse de aquello que les pertenece. Por ende, tenemos que hacer una alianza para revertir esta percepción social de la gente. Porque si no la hacemos, ante cualquier problema económico, siempre habrá gente pícara dispuesta a utilizar a la población, aprovechando que no se siente identificada con nuestra dirigencia”.
Para concluir, Colombres lanzó una invitación “a trabajar juntos en un plan estratégico que reúna a las mejores personas capaces de llevar adelante una política nueva”.
La siguiente charla estuvo a cargo del contador César Torres, quien buscó esclarecer algunas cuestiones básicas vinculadas con la administración de las empresas agropecuarias.
“Ante todo, hay que preguntarse en qué está trabajando el dueño de la empresa. ¿Está funcionando en un rol de liderazgo? ¿Está realizando tareas de administración? ¿O cumple un rol operativo? Muchas veces el empresario participa en esas tres funciones al mismo tiempo. Lo cual no está mal, siempre y cuando tenga clara cuál es su función”, dijo Torres.
La empresa debe llevar a cabo tres tareas: producir, vender y administrar. El disertante la comparó con un helicóptero. El motor es la producción. Pero sin aspas, no puede volar, por más potencia que tenga. Allí entran en juego las hélices, que son la comercialización. Eso le permite despegar. Pero seguramente mantendrá un rumbo errático; para que eso no ocurra, está el rotor de cola, que permite direccionar al helicóptero. Esa es la administración.
“El empresario debe hacerse en todo momento tres preguntas: quién soy, qué tengo que hacer y cómo hacerlo”, dijo Torres.
Para que una empresa funcione necesita recursos. “Esos son los activos del sistema contable”, dijo. “Es el dinero que tengo, el dinero que me deben y todo aquello que tengo para usar”. Pero también están los pasivos. “Si alguien me regala medio millón de pesos, ¿le debo algo a alguien? Sí, al Estado. Se llama impuesto a los bienes personales. Como ven, la sola existencia de activos deriva automáticamente en pasivos”.
El disertante dio un consejo a los empresarios: “Piensen dónde quieren estar dentro de diez años. Una vez que lo hayan logrado, diseñen todo lo que tienen que hacer para llegar a esa meta. Y coloquen a todas esas acciones dentro de un eje estratégico”.
Para concluir, dijo: “Los invito a que definan los modelos de trabajo, proyecten los escenarios y desarrollen los mecanismos de control para saber en todo momento qué ocurre con su dinero”.