Una hipotética reversión completa a un modo de producción prescindente de
agroquímicos reduciría la capacidad de carga del planeta a unos 3000 ó 4000
millones; esta proposición es claramente inaceptable. La tecnología es
inevitable y en algunos aspectos direccional: sólo se puede ir hacia delante”.
Así lo indicó hoy el líder del grupo de ecofisiología de cultivos del South
Australian Research & Development Institute, Víctor Sadras, durante una
conferencia ofrecida en el Congreso Tecnológico CREA que se está desarrollando
en Mar del Plata, Rosario y Santiago del Estero de manera simultánea.
Un sistema de producción es sustentable cuando es rentable y satisface las
expectativas sociales, ambientales y asegura la calidad sanitaria de la
producción. Las cuatro condiciones están estrechamente relacionadas y el sistema
es vulnerable cuando una o más fallan.
“Las 300.000 víctimas de la adulteración de leche con melanina en China en
2008 ilustran un caso reciente donde un flanco débil en el cuadrilátero de la
sustentabilidad afecta la integridad del sistema. A partir de este evento, la
leche importada en China deja de ser de un artículo de lujo de las clases medias
ascendentes y se convierte en una necesidad básica. Este evento consolidó el
papel dominante de Nueva Zelanda como exportador de lácteos y rescató a los
tambos en Australia, donde la escasa rentabilidad amenaza la sustentabilidad en
el mediano plazo”, explicó Sadras.
La tecnología es inevitable como resultado de la curiosidad humana, de la
ambición legítima de aspirar a vivir mejor y de la necesidad de modificar el
ambiente para lograrlo.
“Sin embargo, tecnologías imperfectas solucionan un problema y ocasionalmente
generan otros. A veces se da mayor peso a los problemas que son intrínsecos a
una tecnología o resultan de su implementación deficiente: por ejemplo, el
nitrógeno que termina en la napa freática en lugar de terminar en el grano de
trigo”, comentó el investigador.
“Sesgos en la evaluación de costos y beneficios pueden llevar a posiciones
extremas que son inviables debido al entramado de tecnología y sociedad”,
añadió.
El método de la historia sirve para explicar el origen de una tecnología,
pero no para predecir las tecnologías del futuro por tres razones: la
complejidad del entramado de factores, los elementos fortuitos y las pre-adaptaciones.
“Un grano de maíz es una estructura perfecta para almacenar almidón y
proteína, y por esta funcionalidad fue la base de las grandes civilizaciones
originales de América. La reserva de almidón confiere al maíz su función
original como alimento y una pre-adaptación tecnológica: el bioetanol. Este tipo
de pre-adaptaciones hace que la trayectoria de la economía y de la biosfera,
donde opera la agricultura, sean impredecibles en el largo plazo”•, indicó
Sadras.
Las pre-adaptaciones no son evidentes a priori y contribuyen a la impredictibilidad de la economía, la biosfera, la tecnología y, como resultado, de la agricultura. “Ante esta impredictibilidad a mediano-largo plazo, la sustentabilidad de los sistemas de producción depende de la capacidad para capturar las oportunidades en los períodos favorables y construir una base financiera y técnica sólida para sobrellevar los accidentes y las malas épocas”, concluyó.