Ante la anomia que está viviendo el país y la falta de propuestas desarrollo general de cómo cambiar y ordenar la relación geopolítica del país, quiero reiterar mi propuesta, con la cual demuestro el rol fundamental que tendría el sector agropecuario y agroindustrial para hacer un aporte de producción en lo inmediato para un mayor ingresos de dólares genuinos y seria la bases para consolidar una proyecto de desarrollo previsible a largo plazo para todos los rincones del territorio.
Al revisar nuestro pasado, evaluar el presente y proyectarnos al futuro, se hace evidente que necesitamos consensuar cuanto antes una nueva propuesta económica y social para el país. Se trata de un compromiso entre todos los sectores y la dirigencia política para revertir definitivamente la actual decadencia, con un proyecto planificado de crecimiento y de desarrollo a largo plazo, en función de valores, objetivos económicos generales y objetivos sectoriales de política agropecuaria y agroindustrial a ser respetados por todos. No necesitamos el traslado de la Capital. Necesitamos la definición como política de estado de 30 o 40 centros planificados de desarrollo en función geopolíticas, para cubrir en forma equidistantes todo el territorio del país.
No estoy proponiendo un proyecto agroexportador tradicional. Estoy promoviendo que el país se convierta rápidamente en un gran exportador de alimentos y derivados de las materias primas, para abastecer la creciente demanda que precisa el mundo y de esa forma poder generar un desarrollo equitativo de todo el país junto a todos los otros sectores de la economía. La agroindustria es la industria más importante y competitiva del país y la base fundamental para el desarrollo nacional por la acción geopolítica que genera en un plan planificado a largo plazo en el cual la dirigencia en general tendrá un rol fundamental si tiene la capacidad de agiornarse a las nuevas políticas que necesitan los productores y todo el interior del país. .
¿El objetivo inmediato? Aumentar las inversiones, las fuentes de trabajo, las producciones y las transformaciones, para exportar a todos los mercados del mundo y abastecer mejor el consumo interno. ¿El ejemplo a imitar? El de los emprendedores que motorizan diferentes cluster regionales en todo el país. Tiene la capacidad de incluir a Pymes y la agricultura familiar si tienen capacidad de integrarse a los nuevos emprendimientos haciendo su aporte. Ellos logran integrar eficientemente las producciones y rompen la dinámica de la expulsión territorial de los trabajadores. Relativizaron el costo del flete transformando la materia prima en origen y agregando valor a lo transportado. Este es el ejemplo a imitar y a generalizar en el país. Se trata solamente de poner al complejo agroindustrial –el más eficiente y competitivo del país–, en igualdad de condiciones con los otros sectores de la economía. Y de integrarlo en un proyecto nacional basado en valores fundamentales y con objetivos económicos generales y sectoriales.
Entre estos valores fundamentales está el respeto irrestricto a la Constitución y a las instituciones de la Nación, la defensa de la República y del federalismo, la construcción de capital social con base en la ética y al rescate del espíritu emprendedor y la promoción de la equidad distributiva para lograr un mayor equilibrio regional, que aliente las posibilidades de desarrollo y promueva la radicación de la población en el interior del país. Además de una moderna y eficiente relación fiscal Nación-Provincias.
Los objetivos económicos serían lograr tasas sostenidas de alto crecimiento de la producción, atemperando los ciclos y las fluctuaciones bruscas, la promoción de inversiones atractivas en la Argentina, para que contribuyan a reducir las tasas de desempleo y promuevan el desarrollo regional. Esto alentaría a la población a radicarse en todo el territorio nacional. Promover una mejor distribución de la riqueza personal, sectorial, funcional y regional, reduciendo los niveles de pobreza, eliminando la marginalidad y la pobreza extrema. Recuperar la cultura del trabajo, defender el valor de la moneda y la estabilidad de precios, a través de la independencia del Banco Central, el respeto a la seguridad jurídica de los inversores externos e internos y el cumplimiento de los compromisos por endeudamiento público.
Promover la inserción competitiva de la Argentina en el mundo, tanto a nivel comercial como financiero, asegurando políticas de estado que atraigan inversiones externas e internas de largo plazo, orientadas al desarrollo económico y social, eliminando la discrecionalidad en el diseño y la ejecución de las políticas públicas, como primer paso en el combate a la corrupción. Promover la actividad emprendedora de nuestros ciudadanos, asegurando una tasa sustantivamente alta de creación de nuevas empresas y promoviendo el espíritu pionero, para rescatar el interior del país.
Cabe destacar que los objetivos sectoriales deben ser coherentes con los valores y objetivos generales. De esta manera se consigue que el interés particular de los actores económicos sectoriales vaya en línea con los intereses generales de la Nación y que las políticas se sostengan en el largo plazo, lo que las transforma en políticas de estado.
Los objetivos enumerados son los principales para integrar definitivamente y en forma permanente al sector agropecuario y las agroindustrias consolidando así el complejo productivo más importante y competitivo del país, que, en igualdad de condiciones con los otros sectores de la economía, nos permitirá multiplicar nuestras producciones y exportar con valor agregado a todos los mercados del mundo. De esa forma vamos atender mucho mejor el mercado interno porque los alimentos serán mejores y más baratos para ser adquiridos por mayor cantidad de trabajadores por sus mejores salarios, resultado de un crecimiento sostenido del PBI por trabajar con una económica competitiva para abastecer las góndola de todos los supermercados del mundo.
Por Arturo Navarro - colaboración especial para Agrositio