NUEVA YORK.- Un breve encuentro, el más corto de todos, de apenas poco más de una hora, seguido de mensajes más moderados que los anteriores y un silencio de los llamados fondos buitre, que nunca se rompió con el paso de las horas.

La semana más tensa en la pelea por la deuda públicaterminó así sin acuerdo, la misma incertidumbre, un cambio en la retórica y la promesa de más conversaciones antes del próximo 30 de julio, el último día para cerrar un acuerdo con los fondos NML y Aurelius que permita destrabar los pagos de la deuda y eludir un nuevo default.

"No se ha llegado a ninguna solución a la impasse entre las partes", informó ayer Daniel Pollack, el mediador designado por el juez Thomas Griesa para guiar las negociaciones entre la Argentina y los holdouts que llevaron al país a los tribunales.

Pollack se reunió ayer, por segundo día consecutivo, con la comitiva de funcionarios argentinos que viajó a Nueva York a verlo. Los fondos buitre no concurrieron; hablaron con Pollack por teléfono y le dijeron que están dispuestos a seguir negociando "en cualquier momento". Fiel al hermetismo que ha guiado al proceso, abogados y funcionarios entraron y se fueron del edificio ubicado en el 245 de Park Avenue sin responder preguntas de los periodistas que los esperaron en la puerta.

Anteayer, Pollack había dejado un mensaje que pintaba un clima de tensión y no escatimaba en advertencias. Esta vez brindó un comunicado con un tono distinto, aunque sin cambios sustanciales en el núcleo de la información sobre las negociaciones.

El mediador dijo que mantuvo una "breve reunión de seguimiento" con la comitiva argentina, formada por los secretarios de Finanzas, Pablo López; legal y administrativo, Federico Thea; la procuradora del Tesoro, Angelina Abbona, y el subprocurador del Tesoro, Javier Pargament. No se quebró la impasse, pero Pollack dijo además que habrá "más comunicaciones con las partes antes de la fecha de default". Fue la única mención que hizo a una posible cesación de pagos.

No hubo mención de una nueva reunión. Los argentinos volvieron anoche a Buenos Aires "para conferir y recabar nuevas instrucciones de su gobierno", indicó el mediador, una frase que recalentó las conjeturas que envuelven a la puja, ante la obviedad de que los avances tecnológicos permiten conferir y recabar nuevas instrucciones a la distancia.

Unos 40 minutos después, el Ministerio de Economía difundió un comunicado de prensa mucho más conciso que los anteriores, de sólo dos párrafos. En la reunión "se profundizó sobre los diferentes aspectos del litigio y las diversas alternativas que se presentan", indicó. Luego, el Palacio de Hacienda reafirmó la postura de que el país mantuvo desde el principio de las discusiones: su vocación de "avanzar hacia una solución en condiciones justas, equitativas, legales y sustentables para el 100 por ciento de los bonistas".

"El 30 de julio no vamos a tener ningún problema", fue la frase que dejó en Buenos Aires el ministro de Economía, Axel Kicillof, luego de volver a criticar el fallos de Griesa, al que calificó de "inédito, insólito e incomprensible".

Más allá de las declaraciones y los contenidos de los comunicados que se difundieron, volvió la misma incógnita que sobrevivió el paso de los días de cara al próximo 30 de julio: si la Argentina y NML, líder de la ofensiva judicial contra el país, lograrán en el tiempo que resta un acuerdo que permita estirar las negociaciones hasta 2015 para eludir los riesgos de la llamada cláusula RUFO -algo en lo que el Gobierno hizo mucho hincapié en estos días-, destrabar los pagos de la deuda y eludir, así, un nuevo default.

NML, que anteayer había emitido el comunicado más duro de todos, esta vez sorprendió con su silencio. Voceros del fondo del magnate de Wall Street, Paul Singer, no respondieron a los pedidos de información de la nacion. Aurelius, que no suele hacer declaraciones después de las reuniones con Pollack, tampoco dijo nada.

Ese silencio de los litigantes no fue la única variante que dejó el cierre de la semana. El primer encuentro con Pollack, al que concurrió Kicillof, duró cuatro horas. El segundo, del que participó la misma comitiva que se reunió ayer con el negociador, cinco horas. El tercero, tres horas. El de ayer fue el más corto: apenas 70 minutos, desde que la comitiva ingresó y salió del edificio.