El cepo, la corrida cambiaria de enero, la devaluación de ese mes junto con la suba de la tasa de interés que profundizó la recesión, el desborde fiscal por aumento del gasto público y una recaudación que agoniza, la sistemática caída de las exportaciones (que al ser los únicos dólares que ingresan al país, limitan las compras de insumos paralizando aún las actividad económica), la inseguridad jurídica, el retraso de las tarifas de los servicios públicos e infinidad de otros temas realmente graves pacen haber desaparecido por arte de magia al punto que el único problema que parece estar afectando ahora a la economía argentina es el acuerdo con los holdouts. Si no hay acuerdo, pareciera ser que la economía argentina colapsa. En cambio, si hay acuerdo con los holdouts, todos los problemas que hasta ahora se habían señalado como los serios problemas a resolver, no ya de esta administración, sino del próximo gobierno, parecen haber desaparecido como por arte de magia o dejan de ser serios.

Su estrategia de buscar culpables fuera del Gobierno para explicar las inconsistencias económicas es una constante

La realidad es que hasta que el Gobierno recibió la mala noticia de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, todos los analistas económicos estaban pendientes de los problemas mencionados. Pronunciada la CSJ de EE.UU. los problemas de fondo dejaron de ser relevantes y el problema con los holdouts pasó a ser la madre de todas las batallas.

Que el Gobierno utilice este tema para zafar políticamente, "malvinizando" el tema de los bonos no debe sorprender. Su estrategia de buscar culpables fuera del Gobierno para explicar las inconsistencias económicas es una constante cuando las papas queman. Sí llama la atención que analistas políticos y económicos se la pasen todo el día hablando de un tema que, en el peor de los casos, complicará más una situación económica que ya de por sí está descontrolada por la incapacidad del Gobierno para administrar la cosa pública. ¿O alguien puede llegar a afirmar seriamente que si la Argentina arregla con los holdouts, mágicamente desaparecen la recesión, el cepo, la inflación, el déficit fiscal y la ausencia de inversiones? El objetivo de estirar el arreglo con los holdouts se limitaba a ganar tiempo para ver si el Gobierno podía colocar, aun a tasas altas, algo de deuda en el mercado voluntario de deuda, para intentar llegar a fines de 2015 sin una explosión cambiaria. En todo caso, una crisis con los holdouts aceleraría la crisis económica que el Gobierno desesperadamente intenta transferírsela a la próxima administración. La idea es que sea el próximo gobierno el que tenga que cargar con el costo político de corregir el retraso tarifario, cambiario, arreglar el problema del déficit fiscal y la inflación.

¿Alguien puede llegar a afirmar seriamente que si la Argentina arregla con los holdouts, mágicamente desaparecen la recesión, el cepo, la inflación, el déficit fiscal y la ausencia de inversiones?

Veamos, estamos en default con los holdouts desde el 2001. Que el Gobierno los haya ignorado no quiere decir que no existieran. El problema estaba por más que el Gobierno se hiciera el distraído. Ahora, pasadas todas las etapas procesales y con fallos adversos para el gobierno argentino, lo que pretenden es poner en el centro de debate "la crisis" económica que puede generarse si la justicia norteamericana no se acomoda a los caprichos del gobierno k. O la justicia planetaria se ajusta a los deseos k o el mundo estalla por falta de justicia. ¿Qué hay en el fondo de todo esta estrategia? Tratar de disimular el estallido económico generado por el Gobierno por su incapacidad para manejar la economía, detrás de una "malvinización" de la deuda. O sea, armar un gran lío político a nivel planetario para disimular la crisis económica que generó el propio kirchnerismo. Por eso, no nos engañemos, dejemos de hablar de los holdouts y no permitamos que se transforme en una cortina de humo que pretende esconder los profundos destrozos económicos que ha producido este gobierno, que intenta además transferir, desesperadamente, el costo de los mismos a la próxima administración.