Si la Corte Suprema de los Estados Unidos decidiera no tomar el caso de los bonistas que no aceptaron el canje y piden el total de sus acreencias, el país volvería a un default . Quedarían firmes los fallos desfavorables de instancias inferiores.

"Hasta hace unos meses, mis asesores de Wall Street me decían que había 90 por ciento de probabilidades de que ése fuera el resultado", dice uno de los más importantes banqueros locales. Y aclara que aun antes del acuerdo con el Club de París "las cosas cambiaron".

En tiempos de Néstor Kirchner, el entonces subdirector de LA NACION, José Claudio Escribano, decía que el estilo del presidente era "siempre ir hasta el borde del abismo" y frenar o maniobrar a último momento. "Es su estilo, hay que reconocerlo, está en su derecho, el problema es que le puede salir 99 veces bien, pero alcanza, para causar un desastre, que una sola vez le salga mal", advertía.

Cristina Kirchner contará esta vez con apoyos impensados y que no tenía en las instancias inferiores: el FMI, la Casa Blanca y hasta políticos de la oposición.

Una de las claves para los cambios es que la Presidenta dejó de decir en cuanta ocasión le fuera posible, incluso ante los jueces, por intermedio de sus abogados, que si le fallaban en contra no pagaría. Mientras, afirmaba, también en público, que la Argentina era un "pagador serial". Como si explicara que las amenazas de ser un fugitivo de las decisiones del juez Thomas Griessa y las Cámaras eran "jueguito para la tribuna". Los tribunales no entraron en esas prácticas del relato tramposo.

Si la Corte acepta el caso, demorará una decisión y la Argentina habrá ganado tiempo. Scioli y los suyos no esperan más que eso, ya sería bastante bueno.

Y hay quienes creen que hasta podría haber algunos peligros. El acuerdo con el Club de París, sumado a esa eventual decisión de la Corte norteamericana, podría causar un ingreso de dólares que podría terminar repitiendo una sobrevaluación cambiaria, dice un informe de la consultora Elypsis, que conduce Eduardo Levy-Yeyati. Una inflación persistente, con déficit fiscal y dólares fluyendo al país dejarían el dólar oficial en $ 9,20 a fines de año. ¿Haría falta entonces una nueva devaluación significativa?

Daniel Artana muchas veces dijo que "al borde del abismo los políticos argentinos reaccionan de manera correcta, pero en forma insuficiente". El panorama parece confirmarlo. Cristina Kirchner acomoda el frente externo, pasando cuentas fenomenales a la próxima administración, pero no controla el gasto ni la inflación que se genera por financiarlo con emisión. Y frena las importaciones, hasta de equipos petroleros para operar en Vaca Muerta. Por ahora, no hay riesgo de "lluvia de dólares", piensan otros.

La Presidenta aumentó el rojo fiscal con una nueva moratoria previsional. Dice que es para subsanar daños de los 90. El kirchnerismo gobierna desde hace más de 11 años y no ha logrado que baje del 50% la proporción de trabajadores que están en la informalidad. Muchos que no tienen los años de aportes suficientes para jubilarse han estado "en negro" durante al menos buena parte de la década ganada.

Muchos jubilados actuales deben someterse a humillaciones para poder cobrar. Hacer trámites para demostrar que están vivos. El Estado sabe si alguien compró una chuchería en Vladivostok con su tarjeta de crédito, pero no si los jubilados viven o no. No importa, no van a arreglarlo. Van a medir el rating de la televisión.

Nada importa más que el relato. Por eso la Presidenta aumentó por decreto los montos de subsidios a películas nacionales, muchas de las cuales casi nadie ve. Hasta hace poco el Gobierno subsidiaba los colectivos urbanos, sin importar si llevaban pasajeros o no. El ministro Florencio Randazzo quiere ser presidente arreglando ese desastre que armó la administración a la que pertenece y en la que se dilapidaron miles de millones.

La Presidenta, en cambio, no modifica las escalas del impuesto a las ganancias ni las del monotributo, lo que en el contexto inflacionario aumenta injustamente la presión tributaria, especialmente sobre los menos pudientes. Ajuste ortodoxo con relato épico.