Según una investigación de la FAUBA los extractos de canela, clavo de olor y ají picante podrían reemplazar a los antibióticos utilizados como promotores del crecimiento de los rumiantes. Además, aliviarían los efectos del estrés térmico y mejorarían la digestión del animal.
Los antibióticos utilizados como modificadores de la función digestiva de los rumiantes fueron prohibidos en varios países del mundo, a raíz de que los consumidores manifestaran que su uso podría generar resistencia a las drogas que comúnmente ingieren las personas. Una investigación de la Facultad de Agronomía de la UBA encontró una alternativa natural basada en productos obtenidos a partir de la destilación de canela, clavo de olor y ají picante.
“Tenemos una opción que reemplaza a los antibióticos para ofrecerlos a los mercados externos que así lo requieran. El producto ya está patentado y registrado como análogo al natural”, aseguró Darío Colombatto, investigador del departamento de Producción Animal de la FAUBA y del CONICET.
El proyecto comenzó hace más de once años y contó con el apoyo del CONICET y el INTA; y a nivel internacional, de la Universidad Autónoma de Barcelona y de la empresa suiza Pancosma Bioactives.
Según Colombatto, las plantas aromáticas poseen un gran potencial para ser usados en rumiantes como alternativa al antibiótico convencional porque tienen principios activos que generan un efecto sobre los microorganismos en el estómago de los animales.
“Para producir a través de los extractos de especias probamos con una mezcla que tiene cinamaldehído, proveniente de la canela, y eugenol, del clavo de olor. Notamos que el funcionamiento era idéntico al de los antibióticos pero, en términos productivos, faltaba un componente más que alterara el modo en que los animales iban al comedero. Entonces, incorporamos el extracto del ají picante y pusimos cámaras infrarrojas para observar su comportamiento las 24 horas. Vimos que aquellos animales que recibían la mezcla con ají picante se comportaban de la misma manera que aquellos que recibían el antibiótico”, explicó.
Además, los investigadores comprobaron que en zonas donde los animales producían menos por el estrés térmico al que estaban sometidos, el chile tenía un efecto vasodilatador que aumentaba la secreción de algunas enzimas de origen pancreático y ayudaban a la digestión.
En cuanto al sabor de la carne, Colombatto dijo que las pruebas empíricas no demostraban efectos en el gusto, y aseguró que sí observaron reducciones en la cantidad de células somáticas en la leche de animales.
“Si bien en algunos países ya se está implementando y tienen aceptación en alimentos gourmet, en comidas para bebés y en personas que quieran comprar productos considerados ecológicos, la Argentina con este tipo de producto tiene la posibilidad hoy de ir generando una necesidad o cubrir una demanda que todavía no está explicitada”, añadió.