Mientras Me Quiero Ir disfrutaba de su fuga dorada en una isla vecina cobrando un suculento sueldo para no hacer nada y Willy Dark se encontraba desconcertado en otra isla porque no sabía a quién patotear, en la Isla de la Fantasía había un humor de aquellos entre sus habitantes. La inflación se disparaba, el oro no dejaba de subir, las hojas de palmera de bajar en su poder de compra y, como fruto de todo esto, la recesión se sentía con intensidad. La gente estaba quedando desocupada y todos vivían una gran incertidumbre sobre su futuro económico.
A pesar de los discursos por cadena que hacía Parlanchina contando que todo estaba fantástico en la isla, el relato ya nadie no lo compraba. Ni siquiera los de La Compota, que iban a los actos a cantar, pero veían que el curro que habían conseguido en la administración pública de la isla tenía como contrapartida un sueldo que no les alcanzaba para llegar a fin de mes. Por supuesto que seguían cantando loas al modelo, pero su amor por el modelo no era tan intenso como el amor por su bolsillo. Algo así como: canto con el corazón pero ojo con mi bolsillo.
La cuestión es que Patilludo caminaba por las paredes leyendo El Capital de Karl Marx buscando algún párrafo que lo inspirara para salir de la crisis en que se encontraba la economía de la isla. Como no encontraba nada buscó La Teoría General de Keynes y empezó a revisar ansiosamente algunos capítulos para encontrar algo para “venderle” como la solución económica a Parlanchina, que ya empezaba a mirarlo con cara de pocos amigos.
Sentado en el despacho de su choza vio por la ventana que pasaba caminando el náufrago. Al verlo le gritó y le hizo señas para que entrara. Es que Patilludo ya no podía caminar tan tranquilo por las calles de la isla y tenía que encerrarse, porque en una oportunidad se subió a una balsa para ir a una isla vecina en la que tenía una choza de veraneo y los isleños lo abuchearon. Ahora, con la miseria que había en la isla, tenía miedo que lo tiraran por la borda, en especial después que le había gritado a una periodista que era anti isleña por haber hecho una pregunta que no había sido del agrado de Parlanchina. Mientras pensaba en el abucheo, justo entraron a su despacho el náufrago y Coquín, el superjefe de ministros, cuya función primordial era mandarse un discurso aburrido y casi cómico todas las mañanas. A tal punto eran ridículos, que los diarios de la isla ya no los publicaban en la sección política sino en la sección humor.
Patilludo (P): ¿cómo le va? le preguntó al náufrago. A Coquín lo saludo sin mucho entusiasmo.
Náufrago (N): Tratando de sobrevivir como todos en esta isla.
P: No me venga con pálidas que la situación económica es la mejor en los últimos 1000 años de esta isla.
N: No le puedo decir porque 1000 años atrás yo no existía.
P: No se haga el gracioso. Quería comentarle que estamos en un proceso de crecimiento inédito en la isla pero vamos a impulsar más el nivel de actividad. Ya le recomendé a Parlanchina un aumento del gasto público para estimular más el consumo.
N: Se ve que todavía no escarmentaron. Tenemos déficit fiscal que financian con emisión de hojas de palmera que genera inflación y quieren aumentar el gasto. ¿Cómo se le puede ocurrir semejante barbaridad?
P: Vea, le voy a tapar la boca. ¿Ve, este libro? Es la Teoría General de Keynes que recomendaba aumentar el gasto público en momentos de recesión para estimular el consumo.
N: ¿Pero no es que está todo fantástico y la economía crece como nunca en 1000 años? Me lo acaba de decir. La recomendación de Keynes es para períodos de recesión.
P: No me venga con chicanas. Ud. es uno de esos típicos anti isleños que quiere que nos vaya mal.
N: Vea, La Teoría General fue escrita en 1936 y, como le decía recién, la propuesta de Keynes era para los momentos de recesión. Pero, además, a Keynes jamás se le hubiese ocurrido aumentar el gasto público cuando está en el 46% del PBI y con una inflación galopante. Justamente aquí tengo conmigo un trabajo de Vito Tanzi y Ludger Schuknecht que se titula Public Spending in the 20th Century. ¿Los conoce?
P: Por supuesto, dijo dudando Patilludo. La realidad es que de los apuntes de los que había estudiado en la universidad no los recordaba. Es que por pichulear unos mangos sacó menos fotocopias y no los había leído. Sin embargo no quiso mostrar su ignorancia.
N: Bueno, me parece bien que los conozca. En este trabajo, entre otras cosas, Tanzi y Schuknecht calculan el peso del gasto público sobre el PBI para unos 15 países desarrollados en 1870 y luego varios años del siglo XX. Por ejemplo, en 1870 el promedio del gasto público para 14 países (Austria, Australia, Canadá, Francia, Alemania, Francia, Italia, Irlanda, Japón, Nueva Zelanda, Noruega, Suecia, Suiza, el Reino Unido y Estados Unidos) sobre el PBI era del 10,8%. En 1913, antes de la primear guerra mundial, era del 13,1%. En 1920, luego de la guerra, había trepado al 19,6% y en 1937, un año después que Keynes publicara La Teoría General el gasto público sobre el PBI era del 23,8%. Luego se dispara hasta llegar al 45% en 1996 que es donde termina la serie que ellos presentan. Le insisto, a Keynes jamás se le hubiese ocurrido subir el gasto público cuando la relación es del 46% del PBI. Él hablaba para la gran depresión de 1929 cuando el gasto estaba en el orden del 20% del PBI.
P: Bueno, pero podemos estimular más la economía con más gasto público que incentive el consumo y crecer más. Vea, lo más probable es que el año que viene nos echen a patadas del gobierno de la isla. La instrucción de Parlanchina es llegar con la economía a todo vapor a fines del próximo año.
N: Ud. no quiere decir llegar con la economía a todo vapor, quiere decir que Parlanchina le dijo que no le explote a ella la bomba que está dejando para el próximo gobierno.
P: ¡!!Anti isleño!!!, gritó Patilludo agarrándose la cabeza y caminando de un lado a otro de su despacho. El modelo funciona perfecto, es el mundo que se nos cayó encima.
N: Patilludo, ese verso es de varios años atrás. Busque otro más actual.
Patilludo ignoró el comentario del náufrago y siguió.
P: Vamos a impulsar el consumo. Porque si la gente consume, las empresas tienen más trabajo y producen más y así toman más gente.
N: Disculpe que lo interrumpa y le cambie de tema. Sabe que no comí y tengo hambre. ¿No tiene una banana para darme?
Medio desconcertado, Patilludo le contestó: No, acá no tengo una banana para darle.
N: Mire, justo frente a su despacho, ahí afuera hay un bananero, ¿no me da uno?
P: Pero tengo que salir, treparme al bananero y buscarle una banana para traérsela. Acá no la tengo.
N: Ve, justamente acaba de mostrar su contradicción. Según Ud. acaba de decirme que si la gente consume más, las empresas trabajan más y contratan más personal. Yo le estoy pidiendo consumir una simple banana y no puedo consumirla porque no hay. Eso quiere decir que antes de consumir primero hay que producir y producir significa que Ud. tiene que subirse al bananero, agarrar una banana y traerla para que recién yo pueda consumirla. ¿Se da cuenta que Ud. es muy bruto? Dice que hay que consumir para poder producir más, pero no puede darme una simple banana sin antes producirla.
P: No le voy a permitir que me diga bruto.
N: Bueno, disculpe. Ud. es un ignorante en estado químicamente puro. Porque encima la inflación está disparada y quiere emitir más para financiar el gasto público.
P: Es ridículo que me diga que hay inflación en la isla. Unos precios suben y otros bajan. Pero no hay inflación.
N: Mire, la inflación del primer cuatrimestre del año fue del 16%. Eso quiere decir que, en promedio, tuvimos una inflación del 3,78% mensual. Si mantienen este ritmo, llegamos a una inflación del 56% a fin de año.
Coquín (C), que había estado en silencio se animó a hablar.
C: Bueno, una posibilidad es que aumentemos el gasto y bajemos los impuestos para que la gente tenga más plata. Aunque mejor no. Lo de bajar los impuestos está en estudio. En realidad desmiento categóricamente que se vayan a bajar los impuestos. Y ahora afirmo categóricamente que nunca dije que se vayan a bajar los impuestos.
Además, que los empresarios se ocupen de manejar sus empresas en vez de estar hablando de la economía de la isla, concluyó Coquín.
N: Vea Coquín, los empresarios no pueden manejar sus empresas porque primero Willy Dark los apretaba todo el tiempo. Ahora Sea Costs se la pasa jugando con sus planillas Excel para decir qué tienen que producir, a qué precios vender y en qué calidades. Los empresarios son simples administradores de lo que Uds. les ordenan que hagan.
C: Citando a nuestra irremplazable Parlanchina, los empresarios son unos especuladores que suben los precios y quieren lucrar con el hambre del pueblo de esta isla.
N: Digame Coquín, ¿las cadenas de despensas El Elefante, CDs y Cruce de Rutas, también están en las islas vecinas?
C: Sí
N: ¿Estuvo Ud. recientemente en las islas vecinas?
C: Sí
N: ¿Todas esas cadenas están subiendo los precios en las otras islas igual que en ésta?
C: No.
N: ¿Y por qué van a tener comportamientos comerciales diferentes en las otras islas a los que tienen en ésta?
C: Porque quieren destruir un modelo que de tan exitoso el mundo entero lo va a adoptar. No quieren que se imponga este modelo en todo el mundo. Es más, en nuestros sueños de Parlanchina for ever pensamos que ella fuera electa reina de todos los mares, islas y continentes del mundo, pero me parece que nos rajan el año que viene dijo con lágrimas en los ojos.
P: Yo quiero volver a la barbaridad que dijo náufrago sobre la inflación. Acá no hay tal cosa. Insisto, unos precios suben y otros bajan.
N: Vea, ni con los datos del Instituto Nacional de la Tortura Estadística pueden sostener que no hay inflación. En abril informaron el 1,8% contra marzo y en las islas vecinas esa inflación es un año. La inflación mensual nuestra es equivalente a la inflación anual de las islas vecinas. Así que ni mintiendo los datos les cierra el relato. Se lo digo en verso.
P: Como de costumbre con Ud. es imposible dialogar. Es un ortodoxo neoliberal que responde al FMI, a los grupos concentrados de la isla y al Consenso de Washington.
El náufrago se despidió mientras iba pensando en si estos desquiciados iban a aguantar hasta el final del mandato. La isla era un volcán de bronca que en cualquier momento explotaba.
Coquín y Patilludo se habían quedado solos y en eso sonó el teléfono. Atendió Patilludo y era Parlanchina.
Hola Patilludo, dijo Parlanchina. ¿Cómo va todo por la isla?
P: Fantástico. Problemas menores de cualquier economía pujante y en pleno crecimiento con estabilidad.
Parlachina: ¡Qué bueno! Vine a verlo a Franchu para pedirle consejos y de paso le traje de regalo otro mate.
P: ¡Qué bien! ¿Y qué le dijo Franchu?
Parlanchina: Me dijo que seguía con atención lo que pasaba en la isla. Sobre todo en la economía.
P: Ah, ¿y está conforme?
Parlanchina: Sí, lo único que me llamó la atención es algo que me dijo cuándo me iba después de contarle la situación económica y social.
P: ¿Qué le dijo?
Parlanchina: ¿Viste que siempre me dice rece por mí? Bueno, esta vez me dijo: rece por los isleños.
Fuente: Economía para Todos