El equipo del ministro Axel Kicillof ha dedicado un RIP a las grandes empresas de producción, distribución y comercialización de bienes e insumos. No es, todavía, un requiescat in pace funerario para las empresas, pero sí para la libertad de precios y de empresa . Las compañías deben informarlo todo al Estado gendarme: los valores que cobran, los descuentos que hacen y a quiénes, los márgenes de utilidad.
Así, Kicillof y los suyos dicen querer proteger los derechos de los consumidores . El derecho a la confidencialidad, a la reserva y a la privacidad son evidentemente cosas que a los funcionarios de Economía no les preocupan.
Inventan, ingeniosos, consignas. Ahora lo que dicen querer es "coordinar expectativas", para así controlar las variables. Antes querían "setear (sic) expectativas". Si de lo que se trata en este mundo es de que la gente crea algo para que ese algo suceda, probablemente Kicillof no pueda explicarse por qué el 12 de diciembre de 2012 no ocurrió el fin del Mundo, si había tanta gente confiando en que pasaría. O por qué los marcianos no invadieron la Tierra cuando miles se convencieron de que pasaba escuchando la transmisión radial de Orson Welles.
O por qué el cometa Halley no impactó la Tierra e hizo desaparecer a la humanidad en 1910 cuando hubo olas de pánico que eso esperaban. Es razonable, la astronomía es una ciencia exacta, no una social. Pedir que las expectativas modifiquen sus fenómenos es tan tonto como los argumentos de quienes pretenden refutar la psicología porque no se le puede aplicar la experimentación de la Física. Pero el Gobierno no cree que tenga alguna influencia en las expectativas que tenga déficit fiscal y lo financie emitiendo muchos más pesos que los que se demandan.
"Kicillof y Costa quieren congelar los precios y de algún modo lo están logrando", dice un empresario. Según él, ésa es la lógica de que en los Precios Cuidados haya envases de gaseosa de base cola de primera marca o fernet. "No son bienes imprescindibles, pero le ponen un techo a la categoría, nadie podrá cobrar más que esos valores para un producto equivalente y de una marca menos famosa; encima, el Gobierno les hace propaganda gratuita con Precios Cuidados y en las emisiones de Fútbol para Todos", aclara.
La clave es que se trata de esquemas que en algunos casos llevan a pérdidas, que sólo pueden ser afrontadas por grandes compañías. Para las pymes, el esquema puede ser fatal. Para ellas parece ser el RIP, mientras Kicillof y los suyos siguen vociferando contra los "formadores de precios" y las grandes compañías.
El tema de la confidencialidad de los datos es muy delicado. Economía y en particular el secretario de Comercio Augusto Costa, que inventó el RIP, prometen mantenerlo, pero las compañías dicen que no hay suficientes garantías de que los datos sensibles no terminen en manos de competidores.
"Algunas cosas parecen haber aprendido estos muchachos inexpertos; como por ejemplo, que no pueden costar lo mismo en todo el país los mismos productos, que las distancias a las zonas donde se fabrican cambian los costos logísticos, demoraron, pero lo aprendieron", dicen del equipo conducido por quien tiene un doctorado en economía.
Algunos aprendizajes parecen costosos. En la plaza financiera local y en Wall Street no pueden creer que el titular del Palacio de Hacienda haya ido a la Asamblea del FMI a insistir en que quiere pagar en cómodas cuotas la deuda con el Club de París, pero que la auditoría no la haga, justamente, el FMI. "El auditor del G-20, del que la Argentina es miembro, es el FMI, del que la Argentina también es miembro ¿Qué parte no entiende Axel?", señaló un banquero.
El argumento adicional es que "los principales acreedores de la Argentina en el Club de París son Japón y Alemania, pedir a los alemanes y a Angela Merkel que cambien los procedimientos establecidos es una pérdida de tiempo; la intransigencia de Merkel no cedió ni siquiera por Grecia, Francia, Portugal, España e Italia; tampoco cuando estaba en riesgo la existencia misma del euro o cuando en el Reino Unido crecía la intención de salir de la Unión Europea ¿Por qué cambiaría ahora porque lo exige la Argentina y hay tan poco en juego?", destacó un conocedor de las negociaciones internacionales.
"Pedir que las auditorías de un acuerdo de pago en cuotas las haga el BID o el Banco Mundial es una locura, al igual que no querer aceptar las revisiones de rutina del FMI, es obvio que si no se quiere mostrar los números es porque algo se quiere ocultar", señalan los banqueros.
El sentimiento entre muchos es el que sintetizó hace pocos días el presidente de Fiat Argentina, Cristiano Rattazzi: La Argentina tiene un gran futuro, pero un mal presente. Quizá por eso muchas compañías han comenzado a armar equipos que comienzan a diseñar lo que harán en los próximos años, mientras otros se dedican a lidiar con el día a día, los RIP y la "coordinación de expectativas".