En la historia económica, la devaluación de la moneda no siempre supone una mejora de la competitividad. La Argentina es una muestra de esto: pese a que el Gobierno aumentó el tipo de cambio 23% en enero, las exportaciones siguen estancadas: las previsiones indican que –por tercer año consecutivo– rondarán los US$80.000 millones. Los analistas señalan que, salvo algún caso puntual de productos regionales, para el resto de la canasta exportadora la devaluación pasó sin dejar marca.
La problemática de las exportaciones argentinas va más allá del nivel del dólar. El diagnóstico incluye la “sojadependencia”, la falta de inversiones, la concentración de mercados y la ausencia de acuerdos comerciales consistentes.
El año pasado, las ventas externas sumaron US$83.000 millones. La estimación del Banco Ciudad es que las exportaciones crecerían un 1% en 2014, aportando US$830 millones al saldo comercial, que totalizaría los US$12.000 millones. El pronóstico de abeceb.com es más negativo: llegarán a US$81.500 millones, 2 puntos porcentuales por debajo del resultado de 2013, con un superávit en torno a los US$9.000 millones. Para Lorenzo Sigaut Gravina, de Ecolatina, las exportaciones alcanzarán el mismo nivel del año pasado, con un saldo favorable de US$12.000 millones, consecuencia de las restricciones a las importaciones y de la menor demanda del mercado por la caída en la actividad económica.
Mauricio Claverí, de abeceb.com, sostiene que en los últimos años, las exportaciones “han tendido ha concentrarse y depender del complejo oleaginoso, de los cereales, del sector automotriz y, en menor medida, del biodiésel y la minería”. El resto de los productos tiene como único destino al mercado regional. “Pero han ido perdiendo competitividad no sólo por el tipo de cambio, sino por la creciente inserción de otros mercados en la región, como China, que ganó participación y preferencias arancelarias. Es un panorama común que comparten otras economías cercanas, como Brasil. Se concentran cada vez más en commodities porque no pueden competir contra la industria asiática”.
“En lugar de reindustrialización de las exportaciones, el modelo exportador argentino tiende a transformarse en un modelo sojaexportador”, sentencia la consultora Empiria. Si bien los productos agrícolas siguen teniendo un buen desempeño, los cereales vienen cayendo. Hay varias razones: la cosecha de maíz de este año queda opacada frente a la elevada base de comparación del año pasado, la producción de cebada bajó y la falta de aprobación de permisos de exportación para trigo hacen que –según los cálculos de la consultora ACM– estos tres cereales caigan en lo que va de 2014 en US$912 millones respecto a 2013. Aunque la situación mejorará en este trimestre, “las estimaciones proyectan que la merma en los cereales dominaría la contracción interanual de las exportaciones”, indica ACM.
Por el lado de la soja, Empiria estima que la producción aumentará 8% respecto a la campaña anterior y llegará a 52 millones de toneladas. “Se espera una liquidación temprana algo inferior a los 20 millones de toneladas. El resto se iría liquidando gradualmente, con un acopio similar al del 2013, al no haberse removido las razones que inducen a los productores a posicionarse en granos”, indican. Para Sigaut Gravina, “la devaluación hizo que los productores dejen de lado el acopio y salgan a vender sus productos. Las expectativas de devaluación son más acotadas y se espera que los precios bajen a futuro en Chicago. Esto ayuda a disminuir el acopio”.
Biodiésel fue uno de los rubros que venía destacándose en los últimos años, pero Sigaut Gravina advierte que las ventas caerán este año por las trabas impuestas por la Unión Europea.
Empiria sostiene que “a pesar de la devaluación –de bajo impacto inmediato y probablemente también bajo impacto mediato, debido a la aceleración de la inflación–, la industria sigue teniendo una coyuntura adversa, condicionada también por las trabas a las importaciones, que terminan profundizando la recesión”. Para la consultora, “en un contexto de desequilibrios macro, falta de reglas claras, escasez energética, baja competitividad y restricciones, los datos positivos del comercio exterior terminan respondiendo a variables exógenas (clima y precios internacionales) y a la recesión local”.
Marcelo Elizondo, de la consultora DNI, considera que las exportaciones están ante un “techo” generado por sus propias falencias “y por los efectos de una baja tasa de inversión, una errática política de relacionamiento externo y la pérdida de competitividad”. Elizondo consigna que, entre 2003 y 2013, las exportaciones argentinas fueron las que menos crecieron en Sudamérica. “La inserción comercial de nuestro país ha sido la peor de toda la región en diez años. La década de mejores términos de intercambio, de mayor alza en los precios internacionales, de mejor incremento en la participación regional en el comercio mundial, no ha sido aprovechada por la Argentina”.
Aun con limitaciones, la devaluación trajo aire fresco para algunos rubros. “Permitió un cambio marginal de ciertos sectores de economías regionales que por precio habían quedado afuera: vinos, aceitunas, manzanas. Así lograron mantener un poco el mercado, pero los costos siguen creciendo y se achica la brecha”, indicó Claverí.
“Con tipo de cambio fijo e inflación acelerándose, la mejora de la competitividad es transitoria”, insiste Sigaut Gravina. “No veo ninguna posibilidad de que se pueda romper la dinámica negativa de las exportaciones”, concluye Claverí.