Álvaro Alsogaray hizo famosa la frase "hay que pasar el invierno" en alusión al tránsito desagradable a través de un ajuste, pero Cristina Kirchner y su equipo económico parecen ilusionarse con que, gracias a las divisas de la cosecha gruesa y algunos otros factores, perdure al menos hasta el final del primer semestre la "sensación de veranito".

La cosecha, en particular de soja, aseguraría una buena entrada de divisas, por la producción récord y los altos precios. Una vez más, la Presidenta tendría algo que agradecerle al cultivo que alguna vez calificó de "yuyo".

El equipo económico, que no encuentra soluciones pero inventa consignas, ahora dice que quiere "coordinar expectativas". Es decir, por medio del programa de Precios Cuidados crear la sensación de que finalmente la inflación se está desacelerando. Algunos piensan también que las expectativas de la población eran muy malas con las paritarias sin cerrar, pero con los acuerdos cerrados y algo más de dinero en el bolsillo, habrá un nivel menor de inquietud. Los economistas lo llaman "ilusión monetaria". Se tiene más dinero en el bolsillo, pero alcanza para comprar mucho menos.

Habrá que tratar de desactivar también las malas perspectivas de algunos sectores, como el de los automotores, afectados por la inflación, la devaluación, la mayor carga impositiva y el cepo a las importaciones.

La suba de tasas por parte del Banco Central también hizo parte del trabajo, pero no puede hacerlo todo. "Fábrega se maneja con mucho mejor nivel técnico, lo que está haciendo está mejor fundamentado y armado, pero no se le puede pedir que haga lo que no puede hacer; podrá haber subido las tasas, pero no puede reducir el monumental déficit fiscal financiado con inflación, que debería solucionar Kicillof, pero el Gobierno no va en esa dirección".

La suba de tasas, dicen en los bancos, desmoronó el financiamiento a personas. "En marzo se desplomó, algo volverá con la reaparición de las promociones y las cuotas sin interés, en especial todo lo relacionado con el Mundial de fútbol, claro que no al nivel que tenía el año pasado", aseguran en el sistema financiero.

"Vamos camino a la mantención de una zona de una cierta comodidad para el Gobierno, los analistas saben que con el déficit creciendo, financiado con emisión monetaria, con el dólar casi congelado, hay una situación de desequilibrios insostenibles que a la larga traen problemas, pero la gente común no analiza las cosas así", señalan.

Algunos instrumentos con los que el Gobierno podría tratar de seducir a la población y mejorar las expectativas son difíciles de aplicar. La actualización del mínimo no imponible de Ganancias, por ejemplo, que tiene un efecto inmediato en el consumo. "Es muy poca la gente, incluso computando los alcanzados por el tributo, que pueden ahorrar, así que un cambio allí mejoraría el consumo", dicen los economistas. El problema es, otra vez, el déficit fiscal. El Gobierno está en una situación en la que le es muy difícil reducir impuestos.

Mientras tanto, aparecen otras inconsistencias. Las mismas autoridades que aumentan los combustibles líquidos todos los meses, agregando una causa más a la inflación, no tienen la misma celeridad para actualizar el precio de los cigarrillos.

Es una paradoja absoluta, porque el equipo de Kicillof puja por regular precios que son libres, desde el fernet, hasta la nafta, pasando por las gaseosas de base cola. Pero Augusto Costa no toca el precio de los cigarrillos que no sólo es regulado. Además, el 70% son impuestos. Los cigarrillos en la Argentina no sólo son más baratos que en los países más avanzados de Europa o que en Estados Unidos. También valen menos que en Paraguay, donde la carga impositiva es menor.

Aparecen entonces proyectos locos. Por ejemplo, acaba de florecer uno para poner en la provincia de Buenos Aires un tributo provincial a los atados, que haga que el precio se duplique. Es una tontería. O una pérdida de tiempo de legisladores que más bien deberían reclamarle a Kicillof y los suyos que actualicen los precios. Las provincias se llevan una parte de esa recaudación.

La aplicación de un tributo provincial sobre materias gravadas con tributos nacionales no sólo es una tontería. Tiene mal pronóstico en caso de un previsible litigio judicial. Años atrás Tierra del Fuego perdió uno cuando intentó un gravamen similar.

Que la provincia de Buenos Aires tenga un tributo que duplique el precio de los cigarrillos y en el resto del país sigan con los valores actuales sería una invitación al "contrabando" dentro del propio territorio. Comprar atados o cartones dentro de la Ciudad de Buenos Aires y cruzarlos la General Paz podría dar pingües ganancias. Arruinar a algunos kiosqueros del conurbano y alentar un comercio en negro. Una catástrofe.

El monopolio de las tonterías, desgraciadamente, no lo tiene el ampuloso gesticulador Axel Kicillof y su equipo de cuarentones inexpertos. También a alguien se le ocurrió proponer que por ley se quite los subsidios a los servicios públicos a quienes compren dólares para atesorar en el mercado formal. Detectados por la Afip, verían aumentar sus facturas de luz, gas y agua. Un monumental subsidio al mercado paralelo, que el Banco Central ha hecho todo lo posible por desalentar y desmontar. El sobreprecio a pagar en el mercado paralelo es poco comparado con el sobrecosto del aumento de las facturas de los servicios por pérdida de subsidios. Los arbolitos y cueveros, agradecidos.

La convicción de los operadores es que la acumulación de los desequilibrios terminarán pasando factura, luego de la finalización del primer semestre, con mayor probabilidad en septiembre, cuando se termine el ingreso de los dólares de la soja.

Como si el equipo económico no estuviera acumulando suficientes desequilibrios, que hacen que un atado de 20 de los cigarrillos más caros cuesten un séptimo de lo que valen en Francia o lo que cuesta medio kilo de pan, aparecen quienes quieren "ayudar" con leyes que prometen empeorar el panorama.