Y arrancó con todo. Para empezar, y a pesar de que no puede ser candidata, Cristina Fernández, está jugando muy fuerte. Sus objetivos inmediatos: terminar de la mejor manera; impedir que reabran la causa por enriquecimiento ilícito que la involucra y que cerró en tiempo récord Norberto Oyarbide, #elsrdelosanillos; hacer todo lo posible para que ni este magistrado ni Ricardo Jaime ni el vicepresidente Amado Boudou prendan el ventilador, en el caso de que se sientan arrinconados por la justicia; mantener las variables de la economía más o menos estables y pelear, hasta el último minuto, para evitar que Sergio Massa o Daniel Scioli se transformen en sus sucesores.
Sucede que la Presidenta tiene in mente, a partir de 2016, convertirse en la jefa de la oposición de un gobierno de derecha, con la adhesión incondicional de La Cámpora, Unidos y Organizados, Luis D Elía y Milagro Sala.
Se imagina con una base de apoyo legislativo de entre 60 y 80 diputados nacionales y unos cuántos senadores, para soñar, más adelante, con un operativo retorno como el de Michelle Bachelet en Chile.
Es demasiado pronto para vaticinar si podrá lograrlo. Su núcleo duro de entre el 20 o el 25% de los votos parece, por ahora, indestructible. Presencia de sus militantes rentados, dentro del Estado, tampoco le falta.
Dinero para financiar la estructura, menos. Y es muy probable que miles de pibes para la liberación se aferren a sus puestos de trabajo intangibles para armar sus pequeñas trincheras a la espera de un tiempo mejor.
Pero con todo eso Cristina podría empezar a soñar siempre y cuando las bombas de tiempo de la inflación, el cepo cambiario y la inseguridad no le exploten en la cara antes del año que viene.
Sergio Massa, en cambio, trabaja para que cada vez quede más claro que el kirchnerismo se terminó, y que Cristina no tiene retorno. Encaramado en el primer lugar de las encuestas, ya le mandó a decir, a los hombres de la jefa de Estado, que no será magnánimo con Ella, si los fiscales y los jueces deciden hacerla desfilar por Comodoro Py.
Cuando los mensajeros de la Presidenta le preguntaron a los íntimos del líder del Frente Renovador si lo estaba dominando algún ánimo de venganza, recibieron dos respuestas distintas. Una: nosotros no vamos a fatigar los teléfonos de los fiscales y los jueces penales para proteger a nadie. Y dos: ¿Ustedes se la pasan impulsando una campaña sucia contra Sergio y después pretenden que, en el futuro, tratemos a Cristina como si fuera la Madre Teresa de Calcuta?
Al exintendente de Tigre, en el último tiempo, le molestaron, especialmente, dos situaciones: el calificativo de vendepatria que le espetó al juez de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni y los carteles anónimos con que empapelaron la ciudad antes y después del paro para asociarlo con Carlos Menem y Luis Barrionuevo. Son brutos. Están desesperados.
Y con sus descalificaciones me suben el precio. Pero eso no les da derecho a decir y hacer cualquier cosa dijo Massa con los resultados de la última encuesta de Raúl Aragón en la mano. Scioli está pendiente de otras, y sus hombres aseguran que al gobernador no le va tan mal. Uno de sus asesores más cercanos me dijo que el impacto de la declaración de emergencia en seguridad había sido muy positivo.
Otro estaba más contento todavía: me mostró una línea que evidenciaría que la distancia de Massa sobre Scioli se está acortando. Eso va a hacer inevitable un triunfo de Daniel en las primarias frente a los candidatos que apoye Cristina. Y esa victoria lo va a potenciar más para la primera vuelta de las presidenciales, interpretó.
Pero el más exultante de todos fue un armador de Mauricio Macri, quien además trabaja en el gobierno de la Ciudad. El me aseguró que, en los últimos tres meses, el líder de PRO fue el dirigente que más creció entre los precandidatos a presidente. También explicó que trabajan en un plan secreto para tener más presencia en el primer y segundo cordón del conurbano, donde Massa, por ahora, le saca más ventaja.
Y no dio por cerradas las negociaciones embrionarias y secretas que están manteniendo con las segundas líneas de UNEN. Tanto Mauricio como Lilita (Elisa Carrió) saben que solos, hoy, al peronismo no le podemos ganar. (Julio) Cobos y (Ernesto) Sanz también lo saben. El problema son (Hermes) Binner y (Fernando) Pino Solanas, consideró. Es que Binner y Solanas tienen una dificultad que no parece menor: cómo convencer a sus bases de hacer algún tipo de acuerdo con alguien a quien consideran en las antípodas ideológicas de sus pensamientos.
Esa es la interna más fuerte que se viene ahora: entre los dirigentes del Panradicalismo que suponen que podrían integrar una coalición con Macri y quienes afirman que ese sería el fin de cualquier proyecto serio.
Por las dudas, los lilitos ya están anticipando que si en UNEN prevalecen las miradas mezquinas por sobre la necesidad de ganarle a los mismos tipos que hace 30 años vienen destruyendo al país la diputada nacional tomará sus valijas y se irá del espacio donde tan cómoda parecía estar. El jefe de gobierno de la Ciudad la podría recibir con los brazos abiertos.