NUEVA YORK.- ¿Será que Thomas Malthus saldrá reivindicado finalmente? Hace dos siglos (sólo diez años después de que un pueblo hambriento y lleno de ira protagonizara la Revolución Francesa), el inglés hosco predijo que el crecimiento exponencial de la población condenaría a la humanidad a vivir al borde de la subsistencia. "El poder de la población es tan superior al poder de la tierra de producir la subsistencia del hombre, que la muerte prematura debe de un modo u otro imponerse a la raza humana", escribió con alarma.
Esto, lo sabemos, era equivocado. El pronóstico sombrío fue pronto enterrado bajo una avalancha de progreso que se extendió de Inglaterra a todo el mundo. Entre 1820 y el año 2000, la población mundial se sextuplicó. El producto económico se multiplicó por más de 50.
Aun así, la predicción de Malthus se basó en una premisa realmente razonable: que el poder de sustento de la tierra tiene un límite. El lunes, el panel intergubernamental de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático dio una dura alerta respecto de lo rápido que nos aproximamos a este límite.
"En muchos casos no estamos preparados para los riesgos relacionados con el clima que ya enfrentamos", dijo en una declaración Vicente Barros, copresidente del panel y profesor emérito de climatología de la Universidad de Buenos Aires.
La lista de daños actuales definidos por el panel de las Naciones Unidas -derretimiento de los hielos y aumento del nivel de los mares, capacidad de provisión de agua muy exigida, oleadas de calor y lluvias fuertes- subraya los riesgos si la humanidad no encuentra la manera de reducir el uso de combustibles fósiles que han sostenido el desarrollo económico desde los tiempos de Malthus.
El nuevo informe es mucho más pesimista respecto de la perspectiva de producción extra de granos en las zonas templadas del globo, donde más dióxido de carbono en la atmósfera incrementaría la tasa de fotosíntesis, elevando los rindes, y el clima más cálido alargaría las cosechas. Una fotosíntesis más acelerada fortalecerá más a las malezas que a los cereales, mientras que la acumulación de ozono y las altas temperaturas reducirían los rindes de todos los granos más importantes, según el informe.
Eso sería bastante malo si la demanda de alimentos se mantuviera constante. Pero no será así. Los estudios sugieren que alimentar nueve mil millones de personas en 2050 requerirá 70% más calorías de las que la población mundial consume hoy, según Craig Hanson, director de programas de alimentos, bosques y agua del Instituto Mundial de Recursos.
Por cierto, el panel calcula que la demanda de alimentos está aumentando a un ritmo del 14% por década. Pero estima que el cambio climático ya está reduciendo los rindes del trigo dos por ciento por década -comparado con lo que serían en ausencia del cambio climático- y los rindes de maíz en uno por ciento. "Esto es un llamado al sector agropecuario", dijo Hanson. "El cambio climático es un problema de seguridad alimentaria. No es sólo una cuestión ambiental."
Las conclusiones del panel sobre el clima no avalan realmente la idea maltusiana de que la hambruna se extenderá por todas partes. Pero un mundo con una provisión de alimentos más inestable probablemente sea más volátil. Y los más expuestos serán los pobres del mundo.
Las casandras ecológicas sistemáticamente subestimaron la capacidad de la humanidad de inventar maneras de superar limitaciones, al usar los recursos de modo más eficiente y pasando de commodities faltantes a otras más abundantes. Por cierto, el panel sobre el clima sugiere una variedad de maneras en las que los países podrían adaptarse. Los productores podrían criar nuevas especies para resistir mejor el calor y la sequía. Se podría usar técnicas de cosecha de agua para demorar la evaporación.
Pero por más evidencias que haya de la capacidad de la humanidad de adaptarse a sus limitaciones ambientales, sería irresponsable suponer que el ingenio llegará justo a tiempo para salvarnos de la caída en el abismo.