Que el gobierno haya reconocido que la inflación es más alta de la que venía informando el INDEC, no quiere decir que reconozca su responsabilidad en la espiral inflacionaria en que han sumergido a la economía argentina. El índice de precios cambió, pero el relato sigue siendo el mismo. La culpa siempre es de otros, enemigos ocultos que conspiran para voltear al gobierno para luego perjudicar a la población.
Que el relato ya cayó en el ridículo máximo quedó en evidencia el miércoles pasado cuando la presidente dijo que hacía uso de la cadena nacional porque los grandes medios nacionales no informaban de los actos de gobierno. Realmente un descaro, porque el gobierno tiene como medios de propaganda política a su favor el canal 7, el panfletario 6,7,8, Fútbol Para Todos con su tsunami de propaganda política a favor del gobierno (Hebe se encargó de aclarar que FPT es para hacer política), radios AM y FM subordinadas al relato oficial, diarios que nos cuestan fortunas y no los lee nadie, la agencia TELAM que dice necesitar militantes y no periodistas, canales abiertos que en su mayoría son pro gobierno y, finalmente, canales de noticias de cable que hablan loas de la gestión gubernamental. Si con todo ese arsenal de difusión de propaganda política la presidente dice que necesita usar la cadena porque los grandes medios nacionales no informan de sus actos de gobierno, implícitamente está reconociendo que todos los medios que hacen propaganda política a favor del gobierno no los ve, lee ni escucha nadie. Y, de acuerdo a las mediciones, cuando ella usa la cadena tampoco la escuchan porque la gente cambia automáticamente de canal buscando una película o apaga el televisor. Así que el discurso de Cristina Fernández de Kirchner comenzó con una confesión: nadie quiere escuchar lo que dice. Cansó a la gente con sus relatos de una Argentina que no existe. De la soberbia con que pretende dar cátedra sobre todos los temas y, encima, en lo que hace a la economía, muestra una ignorancia que explica la fenomenal crisis que nos está dejando. Y es de prever que a medida que la crisis se profundice, el relato oficial apele cada vez más a conspiraciones y enfrentamientos en la sociedad, denunciando conspiraciones.
Ejemplo, al anunciar el nuevo IPC, Kicillof afirmó que: &"no es el Gobierno el que pone la etiqueta de precios. Hay alguien que toma esa decisión, es un comerciante es un productor un vendedor que cuando lo hace especulativamente no refleja ninguna situación objetiva que haya ocurrido con sus costos o rentabilidad sino que hace una maniobra especulativa que termina en que alguien le paga más.&"
Una vez más, el joven Kicillof habla como político de barricada en vez de hacerlo como economista. En efecto, está estudiado que los procesos inflacionarios tienen dos etapas. En la primera etapa, cuando el gobierno emite moneda para financiar el gasto, la gente puede percibir los incrementos de precios como transitorios, en este caso decide postergar la compra hasta que bajen los precios con lo cual aumenta su demanda por moneda. En una segunda etapa, cuando ve que los precios no solo no bajan sino que siguen subiendo, cambia sus expectativas y anticipa la compra antes que los pesos que tiene en el bolsillo pierdan más poder de compra. Es en ese punto en que comienza la huida del dinero. La gente se deshace de los pesos lo más rápido posible antes que pueda comprar menos. Lo que no dice Kicillof es que no hay tal cosa como una maniobra especulativa, sino que hay una depreciación de la moneda generada por el mismo gobierno. Pero como el relato no permite que el gobierno tenga ninguna culpa, hay que buscar a algún malvado que quiere aprovecharse del incauto consumidor que no sabe defender su dinero, cuando en realidad ese consumidor está huyendo del peso que emite el gobierno.
Por otro lado, o Kicillof se perdió varias materias de economía o las pasó porque el profesor le tuvo piedad. Dice que un productor o un vendedor sube los precios sin que se hayan producidos hechos objetivos que afecten sus costos o rentabilidad. El joven Kicillof parece no entender que en procesos inflacionarios generador por los gobiernos, como del que él forma parte, hace que el dueño de la mercadería tenga que estimar el costo de reposición. Si vende un frasco de mayonesa a $ 20 y cuando tiene que reponerlo lo tiene que pagar $ 25, perdió parte de su capital de trabajo. O su ignorancia en materia económica es sublime o tiene el cinismo de negar la inflación para seguir financiando la fiesta de consumo, ahora forzando a los comerciantes y productores a perder su capital de trabajo. Este gobierno ya financió parte de la fiesta de consumo consumiéndose el stock de capital en trenes, sistema energético, ahorros de la gente en las AFJP, reservas del BCRA y ahora pretende forzar al sector privado a vender por debajo del costo de reposición sus mercaderías, consumiendo su capital de trabajo para que ellos sigan la fiesta populista.
Aclaro que las líneas anteriores no pretenden ser una defensa de las cadenas de supermercados, productores, etc. Que ellos se defiendan solos. Finalmente fueron ellos los que no tuvieron el coraje de plantarse y defenderse. Por el contrario, a todos aquellos que intentamos detener esta locura nos dieron la espalda al momento de contratarnos como asesores o publicitar los programas en los medios. Creyeron que pactando con el gobierno zafaban y terminaron siendo escrachados al más puro estilo fascista, con los encapuchados de Quebracho haciéndoles escraches en las puertas de sus comercios o con panfletos en la calle denunciándolos como ladrones que quieren robarle a la gente. Tal vez ahora aprendan que defender las ideas de un Estado limitado y subordinado a la ley es rentable. Pero este tema es para otra nota.
Lo concreto es que Kicillof, por no reconocer los desastres que están haciendo, busca culpables o desconoce cómo se desarrolla el proceso de expectativas inflacionarias y solo atina a denunciar conspiraciones que solo existen en su mente y su relato.
En rigor, viendo el miedo que tiene la oposición a que la presidente les tire la papa caliente y salga corriendo, no veo que nadie quiera conspirar contra el gobierno. La oposición quiere que CFK pague el costo del destrozo económico que hizo y, por lo tanto, no tiene interés en forzar su salida. Posiblemente una parte del mismo peronismo no k pueda desear que CFK se vaya antes para no ser arrastrados políticamente por la crisis económica que se viene.
Empresarios y consumidores, más que conspirar, están concentrados en ver cómo hacen para sobrevivir cada día.
Si uno lo piensa detenidamente, los únicos realmente interesados en que haya una conspiración que los haga salir del poder es el mismo gobierno, porque ve que la mecha no llega hasta el 2015 y quedarse es pagar el costo de lío que armaron. Más que una denuncia de conspiración del oficialismo, yo lo leo como un deseo desesperado para que alguien conspire y les quite la papa caliente de la crisis social y económica que construyeron y se les viene encima.
Fuente: Economía para Todos