La carne argentina es mucho más que una marca mundial, y su fama llega hasta lugares tan lejanos como la casa imperial de Japón. El príncipe Akishino puso como condición de su visita a la Argentina degustarla, y además poder observar un rodeo de vacas Angus.
Ayer, antes de partir a su país, acompañado por la princesa Kiko, el embajador de Japón en la Argentina, Masashi Mizukami, y una comitiva de 20 personas fueron recibidos en el establecimiento y cabaña La Pastoriza, en San Miguel del Monte, por los propietarios Roberto, Ricardo y Patricia Orazi y por la comisión directiva de la Asociación Angus, presidida por Alfredo Gusmán.
Japón es un mercado de alto poder adquisitivo para los cortes vacunos de alto valor, que se encuentra vedado a las exportaciones argentinas por la barrera sanitaria de la aftosa. Sin embargo, gracias a la gestión de la diplomacia brasileña, Japón reconoce actualmente la regionalización e importa carne de cerdo del estado de Santa Catarina, que está libre de aftosa sin vacunación. Es el mismo estatus sanitario que tiene la Patagonia al sur del río Colorado, por lo que se abre una oportunidad a explorar.
El interés del príncipe Akishino, tercero en la línea sucesoria imperial, por la carne vacuna argentina y por tomar conocimiento de la calidad del ganado es un dato que en este contexto toma relevancia.
Se realizó una gira por el campo para ver distintos rodeos de vacas Angus, coloradas y negras con ternero al pie, los toros de la cabaña y la pasada de una tropilla de criollos con su yegua madrina.
Compartieron el asado los criadores de la raza Angus y miembros de la comisión directiva, Alfonso Bustillo, Alejandro Salemme, Federico Boglione y Sebastián Rodríguez Larreta.