Si al comienzo de 2014 en la Argentina el horizonte económico se mide en días o semanas, ¿cómo es posible que se pretenda que la negociación salarial se refiera a un año? ¿Estaría usted dispuesto a comprometer la entrega de una mercadería o la prestación de un servicio en noviembre de este año, recibiendo en ese momento una cantidad de pesos fijada hoy? En períodos como el que se vive en la actualidad, cifras que ex ante lucen escalofriantes, ex post pueden resultar moderadas.
Al respecto, entrevisté al norteamericano John Thomas Dunlop (1914-2003), quien en materia laboral combinaba enorme experiencia práctica y actividad académica, que desarrolló en la Universidad de Harvard. En La teoría general, John Maynard Keynes, hipotetizó la existencia de una relación inversa entre salario real y ocupación. Dunlop mostró que en Inglaterra los datos decían lo contrario, es decir, que el salario real caía en las recesiones y aumentaba en las reactivaciones, en congruencia con la perspectiva keynesiana de que el mercado de bienes determina lo que ocurre en el de trabajo, y no viceversa. Envió el trabajo al Economic Journal, cuyo editor era... Keynes, ¡quien lo publicó!
Las modificaciones salariales instrumentadas vía negociaciones paritarias, es decir, entre representantes de los trabajadores y de los empleadores, generan ventajas y también inconvenientes.
Como todo en la vida. Quien pretenda una negociación de salarios y condiciones de trabajo absolutamente descentralizada tiene que proponer la desaparición de la Confederación General del Trabajo (CGT), pero también la de la Unión Industrial Argentina (UIA). Por algo John Kenneth Galbraith hablaba del poder compensador. Pero, pensando en la Argentina 2014, usted no me viene a consultar porque le preocupa el grado de centralización o descentralización en la negociación laboral.
Efectivamente. Lo consulto porque quisiera saber en qué condiciones se puede realizar hoy una negociación paritaria que rija durante por lo menos 12 meses.
La frecuencia con la cual se modifican los salarios depende de la tasa esperada de inflación. Entre 1958 y 1966 las negociaciones salariales tenían frecuencia anual, en los primeros años de la década de 1970 pasó a trimestral. En la hiperinflación de 1989 los salarios se terminaron abonando por semana.
¿Qué pasa si una negociación paritaria se acuerda sobre la base de ciertas expectativas, y luego cambian las circunstancias?
El antecedente más claro es el de mediados de 1975. En el entendimiento de que su antecesor -Alfredo Gómez Morales- había cerrado las paritarias con un aumento salarial nominal de 38%, Celestino Rodrigo comenzó su gestión duplicando de la noche a la mañana tanto el tipo de cambio nominal como las tarifas de las empresas públicas.
¿Para qué hizo eso?
-Porque el plan económico implementado por José Ber Gelbard no daba para más, no había mercado de capitales y por consiguiente tenía que generar saldos exportables reduciendo el poder adquisitivo del salario. Más allá de lo correcto del diagnóstico, a mediados de 1975 esto resultó política y socialmente inviable, y al mes Rodrigo terminó renunciando.
¿Qué pasó entonces con las paritarias?
-Casildo Herreras, secretario general de la CGT, afirmó que le parecía que las paritarias no estaban cerradas y de hecho fueron reabiertas. Todos los aumentos salariales nominales fueron superiores a la pauta del Poder Ejecutivo, pero los gremios más cercanos al Gobierno aceptaron menores aumentos; el resto, mayores subas; distorsión que llevó años corregir.
Durante el Proceso la tarea estuvo a cargo de Miguel Tobías Padilla, asesinado por la guerrilla en 1978.
¿Cuál es la moraleja?
-La moraleja es que pensar que con la fluidez que tiene hoy la Argentina es posible acordar paritarias por un año, y que éstas seguirán vigentes, no importa lo que ocurra con el resto de las variables económicas, es no pensar.
Con ojos de hoy no me sorprendería que ustedes terminaran con una suerte de paritaria continua.