Por Ken Parks | The Wall Street Journal Americas
El peso argentino alcanzó un nuevo mínimo el miércoles frente al dólar en momentos en que el descenso en las reservas en moneda extranjera y una creciente inflación erosionan la confianza de la población en la capacidad del gobierno para manejar la economía.
En una concesión a los votantes preocupados por la inflación, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner reemplazó a su ministro de Economía, presidente del banco central y el encargado de velar por el cumplimiento de los controles de precios poco después de que la coalición de gobierno sufriera una caída importante en las elecciones legislativas de octubre. Muchos economistas señalan que la inflación anual supera el 25%, frente al apenas 10,9% que reportaron las cifras oficiales para diciembre.
Pero la luna de miel del nuevo equipo económico de Kirchner parece haber llegado a su fin. Algunos argentinos e inversionistas empiezan a perder la paciencia con un gobierno cuyas relajadas políticas fiscales y monetarias han desembocado en la segunda mayor inflación de América, después de la de Venezuela.
Durante más de dos años, la presidenta ha impuesto un racionamiento de divisas para evitar que los ciudadanos que buscan un refugio en el dólar emprendan una corrida contra las reservas en moneda extranjera del banco central. Esos controles han alimentado un vibrante mercado clandestino donde la cotización del dólar supera holgadamente la tasa oficial.
El peso se cotizó el miércoles por encima de 11 unidades por dólar, frente a un mínimo previo de 10,93 pesos por dólar, según periódicos que publican las tasas del mercado negro. La moneda se debilitó en el mercado regulado a casi 6,76 por dólar.
Los argentinos siguen de cerca los vaivenes de la tasa de cambio del mercado negro, conocido como el "dólar blue". Cuanto mayor es la diferencia entre las tasas del mercado negro y el regulado, mayor es el temor a que se produzca una brusca devaluación del peso.
El descenso de la moneda argentina este año ha ampliado esa brecha a cerca de 64%, de entre 50% y 55% en diciembre. De todos modos, no es tan amplia como en Venezuela, donde supera el 900%.
"Si no relajan (las restricciones cambiarias), la brecha persistirá. Pero no tienen los dólares para levantar las restricciones", dice Francisco Díaz, corredor de monedas de ABC Mercado de Cambios.
La demanda de dólares habitualmente aumenta durante el verano, cuando los argentinos con planes de viajar al extranjero acuden al mercado informal para complementar los dólares que les permite comprar el gobierno. No obstante, el descenso de 9% del peso en el mercado negro este año indica que los argentinos tienen preocupaciones mucho mayores que obtener dólares para gastarlos en las playas de Uruguay.
El martes, los legisladores de la oposición publicaron un informe que colocó la inflación de 2013 en 28%. El mismo día, el banco central informó que las reservas de divisas que Argentina usa para pagar a sus acreedores y comprar importaciones vitales como gas natural cayeron a US$30.000 millones, su nivel más bajo en siete años.
El alcance del mercado negro es "marginal" y no refleja el desempeño de toda la economía, indicó la semana pasada Jorge Capitanich, jefe de gabinete de Kirchner, cuando el peso alcanzó su mínimo previo en el mercado negro.
"El problema no es sólo que haya dos tasas de cambio, sino que la brecha entre las dos haya sido tan amplia durante tanto tiempo. Los agentes económicos empiezan a fijar los precios, especialmente los de los servicios, en base al tipo de cambio paralelo", señala Dante Sica, director de la consultora Abeceb.