Hijo de Alfredo Bravo, Daniel fue quien aproximó a Mario Pontaquarto a Aníbal Ibarra y Alberto Fernández antes de que formulara su denuncia. Ibarra lo nombró después director de Deportes porteño.

En 2005, Bravo acusó a Enrique Olivera, entonces candidato del ARI, por dos cuentas en el exterior no declaradas. Severísimo, Alberto Fernández pidió explicaciones a Elisa Carrió. Pero Bravo dijo más tarde que su información era falsa.

Bravo figura en las pesquisas del fiscal Campagnoli sobre reventas de entradas de River. En una escucha, Daniel Passarella dice que le dio sólo 800 porque quizá se iría con Caselli.

Los jueces interrogaron a Ibarra sobre la última vez que vio a Pontaquarto. Ibarra dijo que fue una semana antes, cuando el arrepentido lo visitó para llevarle, de parte de Bravo, entradas de River. Los pasos de Bravo enhebran una historia inesperada de negocios y poder.