Porque, al contrario de lo que dijo Capitanich, que no cesa de equivocarse cuando habla del sector energético, a la Argentina no le sobra generación: le falta, y por eso importa.
Incluso, este año está importando mucho más que en 2012. Entre noviembre y el jueves último la Argentina ya compró casi 210% más energía que en el último bimestre de 2012. Es decir, más del triple. Sólo hasta hace cuatro días, las compras de electricidad de Uruguay ya superaban en más de diez veces las realizadas en los 31 días de diciembre de 2012.
Los datos oficiales del sistema eléctrico uruguayo muestran que la Argentina compró durante 19 de los 30 días de noviembre. Comenzó a hacerlo el martes 12 y lo hizo hasta el sábado 30, inclusive. El anuncio de que Capitanich sería el reemplazante de Abal Medina se hizo el lunes 18. Era la séptima jornada consecutiva en la que se usaba electricidad importada desde la otra orilla del Río de la Plata.
Las compras cesaron el 1° de este mes, pero se reanudaron el lunes 16, cuando hubo que pedirles a los uruguayos que enviaran toda la producción disponible porque la Argentina, de otro modo, se encaminaba a un apagón, administrado o no. No eran sólo problemas de distribución. El Gobierno presionó a industrias que no tienen procesos continuos de producción para que pararan, o les cortó el suministro sin aviso. Hubo extensas zonas con caídas de tensión y apagado de sistemas de acondicionadores de aire en grandes superficies comerciales, como hipermercados y centros de compras.
Las cosas cambiaron de noviembre al mes actual. Hace un mes los uruguayos no padecían una ola de calor. El pico de demanda se producía en horas nocturnas y no llegaba a valores récord. Vendían, entonces, energía generada en centrales hidroeléctricas, mucho más barata.
Pero cuando, la semana pasada, la Argentina volvió a necesitar suministro -esta vez, desesperadamente- las cosas habían cambiado. El país vecino padecía la misma ola de calor y el pico de demanda se desplazaba a los horarios de máxima temperatura, durante las horas de luz. Uruguay se reserva la energía menos costosa para sí. Entonces, la Argentina debió comprar energía generada por centrales térmicas.
La información oficial del sistema eléctrico brasileño muestra que, en cambio, ni en noviembre ni en lo que va de diciembre se le exportó a la Argentina producción de las centrales de Garabi I y Garabi II ni con la de Uruguaiana.
Uruguay informó oficialmente haber despachado para la Argentina las centrales Punta del Tigre, APR A, B y C y CTR. La Argentina importó 148.728 MW/h en noviembre y 21.951 MW/h hasta el jueves.
El sistema eléctrico uruguayo calcula el costo de la electricidad generada por las centrales APR entre 245,70 y 261,90 dólares el MW/h. En la Argentina, el Gobierno fija como precio regulado 120 pesos el megavatio/hora, aunque los costos marginales de generar en el pico de demanda alcanzan los 2500 pesos el megavatio/hora, según informes de la compañía que administra el mercado mayorista local, Cammesa.
Ésa es la muestra del desfase espectacular entre los costos de producción y el valor fijado por el Gobierno, lo que obliga a aplicar una descomunal suma de subsidios y compensaciones sólo para la generación. Todavía resta calcular los desfases en la distribución.
Con todo, tal vez en los números del sistema eléctrico haya también un indicio del atraso cambiario. En el pico de la demanda, el costo del megavatio/hora de las centrales menos eficientes de Uruguay es de poco menos de 1700 pesos al tipo de cambio oficial, según el cierre vendedor del viernes último.
También parece haber una dosis de improvisación. Por ejemplo, las centrales uruguayas APR no tenían previsto funcionar el miércoles 18. Pero llegó el pedido argentino y a las 11 comenzaron a generar para nuestro país. Los informes oficiales uruguayos señalan que ese arranque no estaba programado.
UNA MUESTRA DE LA PRECARIEDAD DEL SISTEMA
Lo que la Argentina le compra a Uruguay no es mucho. Y en el día récord de consumo, que fue el martes de 17 del actual, apenas representó el 1,3% del total. Pero los pedidos desesperados de las autoridades argentinas para que su vecino entregara todo lo que pudiera y para sacar de línea tantos consumidores locales como fuera posible muestran la precariedad a la que ha llegado el sistema.
La Argentina depende de cualquier aporte, por ínfimo que sea. Y si el lunes pasado no compró más fue porque los uruguayos no tenían más para ofrecer. El sistema eléctrico argentino tiene una colosal dependencia de las importaciones de gas, combustibles líquidos y también de electricidad que lo vuelven muy vulnerable, en opinión de los especialistas, como los ocho ex secretarios de Energía que desde hace años lo advierten públicamente.