La Argentina no sólo se quedó sin pesos, sino también sin dólares. Si en la balanza de pagos se cuenta no sólo la balanza de mercaderías, sino también los servicios, se ve que salen más divisas de las que entran. Esa cuenta incluye los dólares que salen por pago de deuda, por remisión de utilidades, seguros, fletes y turismo.
El Gobierno traba las compras externas de bienes todo lo que puede. Pero para evitar un apagón tiene que comprarle cada vez más energía a Uruguay.
El plan de Cristina Kirchner parece ser hacer tiempo hasta que comiencen a entrar los dólares de la soja. Faltan casi cuatro meses. Mientras tanto, quiere detener la sangría de dólares.
Una medida fue el impuestazo a los automóviles de gamas alta y media, embarcaciones y motocicletas. Algunas empresas que son importadoras netas creen que las ventas de vehículos alcanzados caerán a la mitad. ¿Cómo se distribuirá el ajuste? Está por verse.
Pero el Gobierno no sólo quiere que entren menos autos de lujo. Quiere una reducción cercana al 30 por ciento para la importación de toda clase de unidades. Ha sido una industria que funcionó a pleno hace unos años, pero no pasa por su mejor momento. Una de las causas es la caída de la actividad económica en Brasil.
Sin la presión oficial, las fábricas ya producían menos. ¿Qué pasará ahora? No es un interrogante menor porque, por ejemplo, una de las automotrices, Volkswagen, es el segundo entre los más grandes empleadores del país. Cualquier efecto dañino sobre el empleo se hará sentir.
Cristina Kirchner olvidó, por ahora, cualquier esquema para reencontrar el equilibrio de las cuentas. Todos los aumentos del gasto autorizados luego de las elecciones de octubre implican el aumento del déficit fiscal. Esta vez no hay recaudación excedente para distribuir. La economía no da más.
Los especialistas calculan que el rojo nacional será de más de cuatro puntos del producto bruto interno, a lo que habrá que sumar dos puntos más de las provincias. "Es una cifra temible, están alimentando una bomba de tiempo y acelerando su detonación", dicen.
Desde dentro del peronismo, los principales dirigentes parecen alarmados de la velocidad a la que fueron consumidas la figura y la autoridad de Jorge Capitanich. Creen que si se multiplican los anuncios de probable emisión de cuasi monedas, como el que ya amenazó Corrientes, habrá varias señales muy dañinas: la primera, que se ha perdido la confianza en la conducción política y económica nacional y cada uno tiene que arreglarse como pueda. La segunda, una realimentación de la inflación, porque la gente tiende a sacarse de encima esos papeles y convalida cualquier precio del bien o servicio que sea para lograrlo.
"El ajuste que hay que hacer es catastrófico e inevitable, Cristina no lo va a hacer. No es sólo que haya que ajustar tarifas, hay que cortar toda clase de subsidios económicos, empresarios, artistas, productores de cine, intelectuales, periodistas, medios ultraoficialistas y muchos otros que viven hoy del dispendio oficial se quedarían sin el chorro de recursos que reciben", dice un analista.
La conclusión es: "Cristina va a dejar que lo haga la inflación; el problema es la situación social, que es absolutamente débil y, como mostró Córdoba, hay accionar de grupos marginales y de los ligados al narcotráfico".
Los mismos sectores y caciques peronistas que estaban dispuestos a colaborar con una transición ordenada para garantizar la permanencia del peronismo en el poder opinan ahora con espanto que la Presidenta parece estar haciendo increíblemente todo lo posible por profundizar enormemente la crisis y terminar de desmadrar la economía.
Los problemas se han acumulado, y entre los peronistas hay enorme fastidio con el ministro Axel Kicillof, porque a más de un mes de haber asumido no ha podido siquiera anunciar una medida importante de política económica que apunte a quebrar la inercia que lleva la crisis.
"No tienen ideas y se llega al ridículo", dice un empresario, que jura que vio a la ministra de Industria, Débora Giorgi, enojarse y golpear con el puño sobre la mesa defendiendo la producción nacional y el cierre de las importaciones. "Junto a su mano derecha tenía un iPhone, y del lado de la izquierda, una iPad", relata el informante.
La "década ganada" finaliza con cortes de luz, desabastecimiento energético, fuga de dólares, atraso cambiario e inflación galopante. Es la primera vez en la historia que la Argentina va de cabeza a una crisis con el contexto internacional a favor, aunque ya no lo sea tanto como hace dos años. Cristina Kirchner probablemente sea recordada como la presidenta de la crisis que jamás debió ocurrir.