La crisis energética que se tradujo en los padecimientos que sufrió mucha gente con cortes de luz durante días, falta de agua, pérdida de alimentos porque no funcionaban las heladeras, etc. es parte de la factura que hay que empezar a pagar por la fiesta de consumo artificial de todos estos años de populismo.
Desde esta columna insistí hasta el cansancio que el gobierno, en su búsqueda de apoyo político, había exacerbado el consumo en forma artificial. La gente estaba feliz comprando televisores, celulares, autos, zapatillas y demás bienes de consumo durable, todo en 50 cuotas y “sin intereses”. La advertencia era que ese consumo no estaba fundado en un aumento de la productividad de la economía derivado de más inversiones, nuevos puestos de trabajo y mejores salarios reales.
¿Cómo se financió entonces esa fiesta?
En parte consumiendo el stock de capital existente. Uno de los mecanismos que utilizó el gobierno para estimular el consumo consistió en dejar congeladas las tarifas de los servicios públicos (luz, gas, agua, transporte) para que la gente gastara menos en esos rubros y ese dinero pudiera destinarlo a comprar bienes de consumo durable y no durable. Ahora bien, ¿cómo se financiaron esas tarifas baratas de servicios públicos? Con subsidios y consumiendo el stock de capital.
Lo que hizo el gobierno fue no dejar margen para que se mantuviera y ampliara el sistema energético, tanto en la generación, como en el transporte y en la distribución. En los días que colapsó el sistema energético, y va a seguir colapsando cada vez que la temperatura suba, también se estuvo al límite de colapsar la generación de energía porque se está al límite de la capacidad de generación. Para que se entienda mejor tomemos un equipo de fútbol, el director técnico tiene que tener un plantel mayor a los 11 jugadores porque siempre habrá alguno lesionado, con tarjetas amarillas o rojas que no les permiten jugar por algunas fechas, etc. El director técnico necesita más que 11 jugadores, más los que van al banco. Con el sistema energético pasa lo mismo. Si el sistema puede producir 100, no siempre está produciendo 100 porque hay equipos que entran en mantenimiento, o las represas no están trabajando a full porque no tienen suficiente agua y otros problemas. El sistema energético tiene que tener más jugadores en el banco para reemplaza usinas que puedan fallar o entrar en revisión técnica. Bueno, por falta de inversiones, el sistema energético argentino está como un equipo de fútbol con solo 11 jugadores y, encima, algunos tienen que jugar lesionados porque no hay reemplazos.
Luego está el problema de la distribución. Mucha gente ha protestado contra EDENOR y EDESUR por no tener luz. Claro, es la cara visible del problema y el gobierno, como es su costumbre, le echa la culpa a estas empresas por la falta de luz. La realidad es que de los miles de millones de dólares que se malgastan en subsidios energéticos no van a parar a las distribuidoras, que son EDESUR y EDENOR en CABA y gran Buenos Aires. Apenas reciben unos pocos pesos y sus balances están en rojo porque las tarifas que ellos cobran no les alcanzan ni para pagar la energía que distribuyen en los domicilios. ¿Dónde va el dinero? A cubrir la diferencia entre lo que cuesta generar la energía y lo que se cobra por ella. Por eso las distribuidoras de energía no pueden mantener adecuadamente la parte del sistema energético que les corresponde. Transformadores, cables, cuadrillas de mantenimiento, sueldos, etc. son parte del costo que no es cubierto por los ingresos que reciben por distribuir la energía. La realidad, que el gobierno se niega a reconocer, es que ellos sabía que para sostener artificialmente bajas las tarifas de energía había que subsidiar la generación de energía y consumirse el stock de capital heredado de los 90. Sí, hasta el antimenemista más acérrimo debería reconocer que el mejor marco regulatorio de las privatizaciones de los 90 fue el del sistema energético. El kirchnerismo heredó ese fenomenal stock de capital en generación, transmisión y distribución de energía. Recuerdo que al comienzo del gobierno k uno conocedor de estos temas me dijo: estos bichos tardan mucho en morir, refiriéndose al aparato energético. Bueno, ya están muriendo. Ahora bien, no mueren por muerte natural, sino que fueron asesinados para alimentar la fiesta artificial de consumo.
Según mis cuentas, entre 2006 y 2013 se destinaron subsidios al sistema energético por U$S 57.500 millones. A pesar de semejante cifra, hoy la gente no tiene luz y encima hay que estar importando combustibles para sostener en funcionamiento la generación. Más disparatado no podía haber resultado el esquema. Pero la realidad es que la furia de la gente por los cortes de luz debería ser contra ella misma. O al menos deberían ponerse furiosos aquellos que ingenuamente votaron este modelo porque les permitía comprar celulares, televisores y todo tipo de electrodomésticos. Lo que no le dijeron o mejor dicho se lo dijeron muchos expertos y no quisieron escuchar, fue que esa borrachera de consumo tenía como destino la actual falta de luz con todos los problemas que ello acarrea. Que esa borrachera se financiaba, en parte, con este consumo de stock de capital que conducía a no tener luz. Y ahora que no tenemos luz, Capitanich, muy suelto de cuerpo, sale a decir que si las empresas no están dispuestas a prestar un buen servicio, el Estado se encargará directamente de prestarlo. Es decir, amenaza con una estatización. En el mundo k todo es posible, la pregunta es: ¿con qué dinero van a financiar la compra de nuevos transformadores, cables, costo de las cuadrillas, etc. si tienen el tesoro tiene un déficit fiscal fenomenal de más de $ 100.00?0 millones este año? Digo, ¿con qué van a financiar el las inversiones sin tocar las tarifas que les permiten aplicar a las distribuidoras?
Es lo mismo que pasa con los trenes. Le dieron a la gente un boleto “barato” pero se producen accidentes fatales y otros no tan fatales pero serios que no salen en los diarios. Qué responda el gobierno, ¿si la semana pasada una formación de la línea Retiro-Tigre no tuvo que parar en el medio de estaciones, abrir las puertas de los vagones y decirle a la gente que saltara porque se incendiaba el tren?
Otra forma de financiar el consumo consistió en consumir el stock de capital en rutas. Basta transitar algunas de las principales rutas nacionales de la provincia de Buenos Aires, la 3, la 5, la 7 y la 8, para advertir el riesgo que implica manejar en esas viejas cintas asfálticas que ni siquiera están preparadas para soportar el paso de los gigantescos camiones que transportan mercaderías. El kirchnerismo se consumió nuestros ahorros en las AFJP, el sistema energético, las rutas, los puertos, las reservas del BCRA y encima nos matan con impuestos para financiar un gasto público gigantesco que no brinda los más mínimos servicios de los que tiene que brindar el Estado como, por ejemplo: seguridad.
Y como si todo esto fuera poco, la gente no solo padece la falta de luz, sino que, encima, la inflación nos está liquidando a todos. No les alcanzó con consumirse el stock de capital, esquilmarnos impositivamente y destruir el patrimonio del BCRA, que ahora la inflación se siente cada vez con mayor intensidad. El resultado es la caída del salario real y menor consumo. Así que ahora, gracias a ese populismo desenfrenado, tenemos menos consumo, falta la luz y, para colmo, hay que importar combustibles.
Si lo que hicieron en todos estos años fuera una venganza cruel contra la gente, podríamos decir que les salió perfecto. Primero la drogaron con una fiesta de consumo y ahora no saben cómo parar los aumentos salariales que se les vienen encima.
En síntesis, la falta de luz que tanta furia genera en la gente es parte del costo que hay que pagar por la borrachera de consumo irresponsable que impulsó el gobierno. La mala noticia es que la falta de luz es solo una parte de la cuenta que hay que pagar. Espere unos meses más y verá la otra parte de la cuenta que le presentarán.
Fuente: Economía para todos