Es bien sabido que los argentinos somos solidarios a la hora de brindar ayuda. Esto ha quedado demostrado en numerosas oportunidades en que la generosidad se vio puesta a prueba. Uno de los episodios más recientes fue el de las inundaciones acaecidas en La Plata el 2 de abril pasado, que costó la vida a 78 personas.
Cabe recordar las terribles imágenes de la emergencia climática que se difundían por TV y cómo su crudeza movilizó los corazones y los bolsillos de cientos de miles de compatriotas que donaron esfuerzo, tiempo y bienes materiales para socorrer a las víctimas de la inundación.
Mientras, el Estado demostraba su incapacidad para prever estas situaciones que requieren planificación y obras, y evidenciaba también su ineptitud para resolver cuestiones que le son propias y en las que es la sociedad civil la que suple muchas veces esas terribles ausencias. Veamos, por caso, dos ejemplos bien concretos y diferentes frente a la misma escena.
Han tomado estado público, a raíz de una serie de denuncias, los procedimientos utilizados por el entonces secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, para obtener "donaciones" forzadas entre el empresariado, a fin de ayudar a los damnificados en La Plata. A través de ese mecanismo cuasi extorsivo, digno de la prepotencia que lo caracteriza, se reunieron alrededor de 35 millones de pesos.
Uno pensaría que tanta devoción por aumentar los fondos de ayuda podría implicar su rápida e inteligente asignación. Pero, desgraciadamente, como en otras oportunidades, nuestros funcionarios parecen reírse de quienes pagamos sus sueldos.
Esos recursos aguardan desde hace ocho meses inmovilizados en una cuenta bancaria, poniendo en evidencia la falta de equidad y transparencia que caracteriza la gestión, en detrimento de quienes aún necesitan mucha ayuda.
La Confederación Económica de la Provincia de Buenos Aires (Cepba) acusó de "inmoral" la maniobra y pidió la renuncia de Ider Peretti, quien encabeza la Confederación General Económica (CGE), que es la titular de la cuenta en cuestión. Peretti, hombre muy cercano a Moreno, hace varios días que viene anunciando la entrega de esos fondos al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación para la construcción de un barrio con 300 nuevas viviendas, destinado a quienes perdieron todo en la inundación.
Más allá del secretismo que rodea a toda esa operatoria, ya se alzaron voces que cuestionan que no se hayan dado a conocer ni los nombres de los beneficiarios, ni la forma en que fueron elegidos, ni quiénes se harán cargo de la construcción de casas por poco más de 100.000 pesos cada una.
Paralelamente, se cuestiona la posibilidad de que se termine haciendo un uso político de esos recursos, como ocurrió con la manipulación de la emergencia llevada adelante por jóvenes de la agrupación kirchnerista La Cámpora.
Tan fuertes son hoy las sospechas sobre manejos espurios de los fondos retenidos que la Unión Industrial Argentina (UIA) descartó participar en la distribución de los recursos y aclaró que sus asociados sólo contribuyeron como aportantes.
La diputada Margarita Stolbizer reclamó oportunamente a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner que Moreno entregue las donaciones y que se recompongan las partidas presupuestarias nacionales del Fondo de Infraestructura Hídrica, desviadas para otros fines, como la feria de Tecnópolis.
En estos días, como contrapartida, Cáritas Argentina emitió un comunicado en el que rinde cuentas de lo recaudado.
Con el lema "La ayuda que más ayuda es la que se organiza", Cáritas detalla en forma transparente cómo se utilizaron los más de 5 millones de pesos que se obtuvieron gracias a la generosidad de todo un país. El 29 por ciento de los fondos se destinó al trabajo en la emergencia, la alimentación y la logística de recepción y distribución de ayuda. Superada la dramática instancia inicial, se abocó a distribuir la asistencia necesaria para recomponer miles de hogares en los 16 barrios afectados y destinó a ello el 64% de lo recaudado. Esto incluyó no sólo la provisión del mobiliario, los artefactos y las refacciones como consecuencia del daño ocasionado por el agua, sino también la reposición de herramientas de trabajo como máquinas de coser y amoladoras, que eran la base económica para la subsistencia de muchas familias afectadas. Con el resto, se construyen tres salones en distintos barrios afectados, que se destinarán a capacitación y actividades comunitarias.
Como lo más valioso que cualquier persona puede dar es el propio tiempo -pues, a diferencia del dinero y los bienes, éste es irreemplazable-, Cáritas dio cuenta también de la inestimable colaboración recibida por parte de más de 6000 voluntarios en todo el país.
Y son muchos más los ejemplos de entidades que cumplen con la debida rendición de cuentas de los fondos que recaudan. Entre ellas, cabe destacar a la Cooperadora de Acción Social (COAS), que, año tras año, contribuye con la compra de insumos, muebles y aparatología médica a los hospitales de la ciudad de Buenos Aires, y a la Fundación Conin, presidida por el doctor Abel Albino, prestigioso profesional que lucha por desterrar la desnutrición en el país.
Son caras bien distintas de una misma moneda. Una situación de emergencia y desastre exige prevención, capacidad de brindar ayuda inmediata, desinteresada y sostenida en el tiempo. Por eso, resulta tan importante la articulación entre organizaciones civiles, gubernamentales y religiosas. Digna de elogio, una vez más es la respuesta de las organizaciones de la sociedad civil.