El salón VIP de la 19a. Conferencia Industrial estaba invadido por un calor sofocante. No fue suficiente, sin embargo, para amedrentar a Luis Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural, y a Eduardo Buzzi, su par de Federación Agraria, que minutos después de las 12 montaron guardia frente a la puerta. Tenían un objetivo declarado: toparse con el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, orador del cierre de la jornada en el hotel Sofitel de Los Cardales, para intentar un diálogo entre el campo y el Gobierno, que no los atiende.

Etchevehere y Buzzi mostraban un nerviosismo de adolescente a punto de hablarle a una chica. Mientras apretaban un puñado de papeles que querían darle al jefe de ministros, a cada uno de los que les preguntaban le respondían, un poco en broma y otro poco en serio, que estaban dispuestos a hacer un piquete. Toda su estrategia se echó por tierra de un solo empujón cuando los custodios de Capitanich obligaron a despejar la puerta por la que entraría el jefe de Gabinete.

Los hombres del campo volvieron a la carga tras el discurso del chaqueño. "Coqui, Coqui", gritó Buzzi. Conocía a Capitanich desde el gobierno de Eduardo Duhalde. El jefe de Gabinete frenó, aceptó el diálogo e invitó a ambos a pasar a un pequeño cuarto improvisado en el VIP.

El encuentro no superó los cinco minutos, lo suficiente para generar por lo menos dos paradojas: Etchevehere y Buzzi habían logrado que un funcionario público los atendiera luego de 23 meses sin diálogo entre el campo y el Gobierno. La última reunión había sido en enero de 2012, cuando el entonces ministro de Agricultura, Norberto Yauhar, recibió a la Mesa de Enlace.

El efímero cónclave también puso sobre la mesa una realidad difícil de explicar: uno de los sectores más dinámicos de la economía había podido establecer un contacto efímero con el nuevo hombre fuerte del Gobierno en conferencia dedicada exclusivamente a la industria.

Café mediante, los ruralistas le comentaron a Capitanich que le habían mandado al nuevo ministro de Agricultura una carta que, hasta el momento, no había tenido respuesta. Les respondió sin vueltas. Les dijo que le dieran "tiempo", que estaba buscando la manera de reabrir el diálogo con ese sector y que entre sus prioridades figuraba una convocatoria al campo. "Estamos trabajando con un nuevo paradigma. Lo estamos implementando", les dijo, y les pidió que, si así lo consideraban, siguieran siendo críticos: "Hagan lo que tengan que hacer." En ningún momento se refirió a la liquidación de la cosecha o al ingreso de divisas. Se fue con la invitación a participar en un encuentro que, con una amplia convocatoria, organiza el campo. Etchevehere y Buzzi no pudieron ocultar la sonrisa y el buen humor.

Ante los industriales, Capitanich pareció tomar apuntes del manual de los empresarios. Por lo menos ésa fue la sensación que quedó en el ambiente. Recordó que el Gobierno había iniciado la "resolución de los juicios ante el Ciadi"; sostuvo que el plan de financiamiento de la Argentina para los próximos años contempla "la llegada de 3000 millones de dólares del Banco Mundial"; avisó que están disponibles recursos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco de Desarrollo de América latina (conocido como "CAF") y el brasileño Bndes.

Mencionó el acuerdo con Repsol por la expropiación del 51% de las acciones en la petrolera YPF y confirmó, una vez más y sin disimulos, que el Gobierno busca un acuerdo con el Club de París. "Apuntamos a procesos de normalización del sistema de financiamiento."

Música afinada para el oído empresarial. Eduardo Eurnekian, dueño de Corporación América, no ahorró elogios. "El discurso fue brillante. Marca un cambio comunicacional entre el Gobierno y la sociedad", sostuvo. Destacó la nueva vocación oficial por "acercarse al mercado de capital y financiero para atender obras de infraestructura".

Gabriel Romero, concesionario de Ferrovías y la Hidrovía, empleó el mismo adjetivo: "Brillante discurso". Y José Urtubey, presidente de Celulosa, celebró que Capitanich les dio importancia a "la necesidad de conectividad en el interior, y a las economías regionales. Se notó una apertura al mundo".

El presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, Gustavo Weiss, entendió que Capitanich "puso sobre la mesa los temas sobre los que hay que hablar", dado que solucionar el frente externo es "fundamental para que las empresas privadas obtengan financiamiento".

Incluso Kevin Sullivan, encargado de negocios de la embajada de EE.UU. -hoy es la mayor autoridad de esa dependencia diplomática-, esbozó una mirada positiva. Marcó como señales positivas el intento de acuerdo con Repsol y la solución de conflictos ante el Ciadi. También vaticinó que "el convenio de Chevron con YPF abre posibilidades al ingreso de otras compañías".

Galuccio exhortó a aceptar a Chevron

Al final de su presentación en la Conferencia Industrial, el presidente de YPF, Miguel Galuccio, lanzó al público una exhortación a definirse. "La Argentina debe decidir si quiere ser dependiente o independiente en materia energética", sostuvo. El dilema, de respuesta obvia para los empresarios, luego tomó una versión más compleja. Según Galuccio, presentado en el panel por Gerardo Venutolo, jefe de la cámara Adimra, el camino de la independencia implica "aceptar la estimulación hidráulica y aceptar que es necesaria la llegada de compañías como Chevron".