La batalla empresarial, entonces, es que les mantengan el dólar oficial para sus insumos y que les den uno más alto cuando exporten. Nada nuevo bajo el sol.
En muchos sectores es difícil de hacer. Se ha puesto de moda decir que la solución es poner un dólar más alto para los "autos de lujo". El caso es que los autos que más se venden en la Argentina son importados de Brasil . La Argentina produce mayormente modelos medianos, aunque también camiones y camionetas. Los vehículos que llevan el sello "Industria Argentina" suelen tener 60% de piezas hechas en el exterior. En las motos el porcentaje es mayor. Y aun más alto en los electrónicos.
Si se cuentan los autos de lujo, entre Audi, BMW y Mercedes Benz sólo suman el 1,8% del total de unidades del mercado. Si se suma a Ferrari y las demás marcas premium, como Porsche y Jaguar, entre otras, apenas se llega al 2% del total de las casi 850.000 unidades comercializadas hasta octubre.
Las cifras de las terminales muestran que los autos más caros que se venden en la Argentina apenas representan la salida de unos US$ 500 millones anuales. No está allí ni siquiera una porción pequeña de la solución al problema argentino de divisas. Los autos que causan más salida de dólares son los más baratos y populares. Gravar todas las unidades importadas liquidaría una de las pocas actividades que muestran crecimiento y agravaría los problemas con el Mercosur.
Algo parecido pasa con el turismo. La idea es colocarles un tipo de cambio diferencial a los consumos fuera del país. Pero es una fórmula ya utilizada. En el último año las compras de servicios en el exterior hechas desde la Argentina se encarecieron por la aplicación del impuesto del 20%, del que antes estaban exentas, y por la devaluación del tipo de cambio oficial, que desde noviembre de 2012 acumula el 25 por ciento.
Entre devaluación y aplicación del anticipo de Ganancias a las compras desde sitios y empresas locales, quienes viajan al exterior pagan ahora 50% más en pesos que 12 meses atrás.
Ya hay un tipo de cambio distinto. El problema es que la inflación sigue encareciendo los servicios locales. Y vacacionar en la Argentina exige enfrentar otros problemas, como el pésimo estado de las congestionadas rutas, por ejemplo.
Ningún empresario importante quisiera estar lejos de las decisiones porque lo que se repartirá serán ajustes y beneficios. El Gobierno, como lo explicó el ex ministro Domingo Cavallo en su sitio de Internet, no puede sincerar la devaluación que, como dijo Roberto Lavagna, ya ocurrió. Si lo hiciera, coincide Roberto Frenkel, causaría un Rodrigazo. Sería una tarea digna de un premio Nobel encontrar un momento en que fuera posible encontrar a estos tres ex funcionarios, con ideas tan disímiles, tan de acuerdo. Lo que queda entonces es la tarea de los tipos de cambio diferenciales, tan cara a Axel Kicillof, quien hasta no hace mucho era el único que podía hablar de todos los temas económicos con Cristina Kirchner. Nadie sabe si se mantendrá tan alto en la consideración presidencial.
Todos coinciden en que sin Cristina en actividad plena no habrá grandes anuncios. Quedan por revelar temas poco simpáticos. Como el sitio donde el viernes se dio un manotazo de más $ 79.000 millones para aumentar el gasto. A alguien o a varios les darán a la fuerza bonos a cambio de su dinero.
Y también hay quienes creen que "algo hay que hacer con los subsidios". La Presidenta recibió antes de la internación una lista de 700 compañías que podrían perder subsidios de agua y cloacas. Otra idea es llevar el precio del boleto de colectivo a 2 pesos en el área metropolitana y pasarle a Mauricio Macri todas las líneas que operan sólo dentro de la ciudad autónoma, que debería asumir los subsidios.
Algunas noticias gratas podría dar luego la Presidenta. Que alguna multinacional amplía sus inversiones en la Argentina con la compra de una compañía industrial líder. Y que un empresario consigue inversiones rusas para reconstruir toda la estructura del reestatizado Ferrocarril San Martín, desde la Capital hasta Mendoza.
En el Gobierno, además, creen que un buen cambio sería el retiro de Julio De Vido, en un área donde lo que hay para mostrar sólo son fracasos. Pero creen que se perdió la oportunidad en los últimos comicios. "Si no lo pusieron en alguna lista para mandarlo a un cargo electivo, ahora difícil que lo muevan", razonan. El único que cree que tendrá grandes logros para mostrar dentro de un año es Florencio Randazzo, que ya no esconde que quiere ser heredero. "Necesita que no haya otro desastre ferroviario", dicen en el Gabinete.