De hecho, en los últimos 10 años se produjeron montones de rupturas internacionales, tanto  económicas como sociales, sin que nadie pudiera pronosticarlas. Muchos de estos acontecimientos simplemente ocurren, y hay que atravesarlos. Solos, ya quedó demostrado, es imposible. Y ante el interrogante banal de cómo será la Argentina en 2014, lo único que se puede establecer es que habrá que abordarlo conjuntamente, incluyendo a todos los sectores sociales, pero siempre bajo un liderazgo positivo.

Bernardo Blejmar, licenciado en Ciencias de la Educación, maestro y consultor, explicó en el XX  Congreso Nacional CREA que se desarrolla en el estadio Orfeo de Córdoba, que para afrontar el futuro, pero también el presente, hay una complejidad de situaciones que no son racionales y que nos afectan directamente al ser herederos de una formación racional. Es aquí donde surge con fuerza la figura del líder, quien guiará el proceso de conducción en esas situaciones que son, como mínimo, turbulentas.

En el marco de la charla, Blejmar diferenció a través de diferentes personajes el liderazgo positivo del negativo. “Necesitamos que haya buenos y malos, como en el cine. Son tan humanos los que nos enaltecen, como el Papa Francisco o Juan Carr, como aquellos que nos hacen mucho daño, como Rafa Di Zeo (barrabrava de Boca). Convivir con estas tensiones es el gran desafío”, manifestó.

Quiérase o no, Juan Carr, Di Zeo, Diego Maradona ejercen liderazgo. Es que la condición primaria de liderazgo es hacerse cargo de un desafío determinado, independientemente de los elementos que los motiven. La condición primaria del liderazgo tiene que ver con la construcción  de un poder. “Aunque en determinadas situaciones tendemos a pensarlo como algo ominoso, querer es poder. Y si se puede, entonces se genera un liderazgo”, razonó.

De todos modos, para identificar liderazgos positivos hay que posicionarse no sólo en el poder, sino en el “poder para qué, y allí empiezan a tallar los valores”, expresó el especialista. Existe un poder para impulsar el crecimiento, la sustentabilidad, pero también está la posibilidad de destruir. “Y allí juegan sus roles los sueños, los valores”, reseñó. “Esto alcanza ribetes épicos cuando un igual, uno de nosotros, mantiene y supera el estándar. (El Papa) Francisco eleva los valores, es líder y un referente donde espejarnos”, ilustró. Estos líderes y referentes son los que muestran el camino para avanzar “soportando la tensión entre lo que tenemos y lo que queremos”.

Una tercera condición para ejercer un verdadero liderazgo es creer en las propias condiciones, más allá de las formas, estilos y particularidades. “Hay un punto insoslayable que tiene que ver con hacer lo mejor de acuerdo al propio estilo. No está mal honrar la  propia elección, ya que  la peor de las técnicas es la imitación”, subrayó Blejmar.

En relación con los estilos, aseguró que el liderazgo basado en el poder duro, aquel que se construye sólo desde el cargo, hoy no repercute. De hecho, un paciente antes le hacía caso al médico. “Hoy accede a Internet, encuentra diferentes argumentos y de este modo le rebate, no sólo al médico, sino también a su jefe. El cargo como manifestación del poder está en absoluto declive”, reveló.

En este espectro es donde comienza a imponerse la figura del sujeto, “cada vez más importante y al que uno respeta, no por su cargo, sino por quién está detrás”. El contexto actual favorece la creación de competencias técnicas, específicas para el actor, y otras genéricas, para el sujeto en su relación con el entorno social. “Luego surgen las competencias genéticas, forjadas en nuestra propia historia y el modo en que influyen en nuestra propia vida durante la toma de decisiones”, estimó, aunque dejó en claro que para no caer en los errores más comunes es vital “aceptar con humildad nuestra condición de espectadores, además de actores, y no creer que somos poseedores de una verdad única”.

Y en tiempos donde la información y  los datos son vitales en el planeta, “la competencia comunicacional es esencial. Podemos oír y no escuchar. Pero el líder y referente debe desarrollar una fluida competencia comunicacional. Al igual que las organizaciones no pueden avanzar si no atienden las claves institucionales”, remarcó. Para ilustrar sus conceptos, destacó la apertura de ventanas que propone CREA con sus Congresos, vinculándose con otros sectores de la comunidad, abriendo el juego a nuevas potencialidades. “Vivir en el mundo tecnológico, requiere salud y amplitud racional. El que no lo entienda, o el que esté enfermo, el que no descanse, disminuye sus posibilidades”, avisó.

Finalmente, señaló que, en un escenario que se avizora difuso, los buenos líderes y referentes no serán aquellos que enfrenten las olas, sino aquellos que las sepan surfear, acompañando la danza de las aguas”. “Hoy los vínculos se generan de modo muy diferente, lo que implica un desafío enorme. Pero con competencias técnicas, genéricas, capital social y deseo, que es el motor principal, se puede avanzar hacia el objetivo. Precisamos mucho de todo esto para generar sostenibilidad, desafíos y eficacia, tanto en las organizaciones como con la gente. Una vez que consideremos todos estos puntos, estaremos hablando de un buen liderazgo”, concluyó.