Y uno de los países que más retroceden es la Argentina. El Índice Global de Competitividad que elabora el Foro Económico Mundial (WEF es la sigla en inglés) muestra que el país retrocedió diez lugares y se cayó por debajo del centésimo puesto, muy por detrás de sus principales socios regionales.
La medición es el resultado de una encuesta, de modo que se releva la opinión de los que hacen negocios en cada país. Y lo que muestra en el caso argentino es que, según sus opiniones, la corrupción, la inflación, la ineficiencia del Gobierno y el favoritismo del poder con grupos y empresas deterioran el enorme potencial del país.
Para ellos los principales problemas son la inflación, las regulaciones en materia de moneda extranjera, la corrupción, el acceso al financiamiento y la ineficiencia de la burocracia estatal, en ese orden. Y los indicadores en materia de corrupción y favoritismo estatal son de los peores de los 148 países relevados.
El país más competitivo es Suiza, seguido por Singapur y Finlandia. Es el mismo podio de la medición del año anterior. Pero en cuarto y quinto lugar, respectivamente, quedaron Alemania y los Estados Unidos, que mejoraron dos puestos cada uno.
La presencia de la Argentina por debajo del número 100 es una muy mala noticia, porque significa que a la hora de radicar inversiones habrá preferencia por muchos otros países.
Los últimos años no han sido buenos para América latina en general. Beñat
Bilbao, analista del WEF, señaló que la región muestra una "competitividad
estancada".
En ese contexto, Chile sigue como el país más atractivo, pero las llamadas "economías grandes" de la zona no están demasiado bien. México cayó dos lugares al puesto 55 y Brasil perdió ocho puestos para terminar 56. Colombia se mantuvo en el 69 y las mejoras significativas se dieron en economías pequeñas. Bolivia avanzó seis puestos para salir de los que están por debajo del puesto 100.
Canadá y Australia, los países con los que quiso comparar a la Argentina la presidenta Cristina Kirchner son, para los encargados de hacer negocios, mucho más atractivos.
Canadá aparece en el puesto 14, al igual que en la medición de un año atrás. Australia, que perdió un lugar, está en el puesto 21.
España, mostrado por la Presidenta frecuentemente como un sitio en crisis del que los argentinos deben aprender y advertir que están mejor, se ubicó en el puesto 35.
El informe es muy crítico con los problemas institucionales y de calidad de la administración. Señala que el país sufre un "persistente deterioro en las condiciones macroeconómicas". En ese ítem, que sirve para armar el índice global, la Argentina se ubica en el puesto 111. También le da muy mal en acceso al financiamiento (puesto 143).
Pero donde los resultados son peores es en materia de la percepción que tienen los empresarios locales sobre la corrupción y los favoritismos del Gobierno. Los resultados están entre los peores del mundo: el puesto 145 entre 148 en materia de corrupción, el 147 en eficiencia gubernamental y el 146 en favoritismo de grupos o empresas.
Estos indicadores, más algunos otros pobres resultados, alcanzan para impedir el progreso al que podrían ayudar el hecho de ser un país con un mercado relativamente grande (puesto 24), con potencial y perspectivas para economías de escala, y un alto nivel de asistencia a la universidad (puesto 15).
Las referencias negativas para el país son muchas. Por ejemplo, al hablar de la República Checa, el informe señala que "cayó siete puestos este año a la posición 46; se mantienen la preocupaciones sobre la calidad de sus instituciones públicas, con una confianza pública en los políticos tan baja que ese sólo superior a las de la Argentina y el Líbano".
Entre sus vecinos, la Argentina apenas puede consolarse con superar a Paraguay, que cayó tres lugares al puesto 119 en el índice general.
Desde 2011 el país no hizo más que caer. En la medición de ese año estaba en el puesto 85. Si hubiera mantenido el puntaje que lograba entonces todavía habría quedado por debajo de Guatemala, Bosnia y Camboya.
La Argentina también se encuentra entre los peores en materia de protección de los derechos de propiedad (147, apenas un puesto antes del último), y en materia de instituciones sólo lo ayuda a mejorar su situación la ausencia de costos importantes asociados al riesgo de terrorismo.
En materia de infraestructura las calificaciones son también malas, por debajo del puesto 99 en casi todos los casos, con la excepción de la disponibilidad de servicios aéreos, telefónos celulares y teléfonos fijos.
Notablemente, no hay un solo ítem de los 119 relevados donde el país se ubique siquiera entre las mejores 20 naciones. El tamaño del mercado doméstico es lo que perciben aquí los empresarios como el mejor atributo y pone a la Argentina en el puesto 21. Pero es uno de los peores (140) en materia de acceso a productos de tecnología avanzada para procesos de innovación.