Para incrementar la diversidad, estabilidad y sustentabilidad del agro
ecosistema, se hace necesaria la adopción de avances de manejo, apuntando a una
agricultura basada en tecnología de procesos, y no de insumos. Según los
especialistas, un agro más racional, armónico y equilibrado es posible, si
volvemos a transitar el lote con un plan de trabajo bajo el brazo.
Más que decirle a la gente con qué líquido debo tratar las malezas, creo que debemos explicarle porqué estamos pasando lo que estamos pasando”, le dice a Campolitoral el Ing. Agr. Juan Carlos Papa. “De lo contrario, si el productor sigue insistiendo en saber con qué liquido voy a matar tal o cual maleza, los más probable es que estos problemas sigan avanzando”, agrega.
La charla se dio esta semana en el Centro Municipal de Exposiciones de San Carlos Centro, donde el especialista disertó convocado por una empresa proveedora de insumos regional, preocupada por empezar a desandar el camino que permita resolver la problemática de la resistencia y tolerancia a herbicidas de las malezas.
Para el especialista, ningún problema ocurre en el vacío, sino que se da en un contexto de monocultivo, el uso de muy pocos modos de acción de herbicidas, y la ausencia de los mismos dentro de un programa de manejo. “La gente quiere controlar y nada más”, sostiene Papa.
Otro tema que decora este escenario está relacionado con los alquileres. “El régimen del uso de la tierra también es importante, ya que en la principal región pampeana se trabaja con un 60 a 70 % de la superficie en arrendamientos con contratos de muy corta duración”, sostiene. Esto hace que se ingrese a los lotes muy tarde, con malezas muy grandes.
Para Papa, el usuario de la tecnología demanda soluciones químicas para controlar malezas muy grandes, “y eso no existe”. De hecho, el insistir en tirar herbicidas arriba de arbustos está aumentando la presión de selección, y esto hoy hace que se incrementen los problemas de resistencia y tolerancia.
No confundir
Según el referente de INTA Oliveros, para el productor, una maleza resistente es
cualquier maleza a la que se le tira el herbicida que consigue en cualquier
estado y en cualquier condición ambiental, y no la mata. Y ese es un concepto
equivocado. “La demanda del líquido maravilloso que nos permita continuar con el
modelo no va más. Si yo fuese el propietario de ese líquido no estaría acá”,
agrega con una sonrisa.
Para el especialista, es necesario analizar el tema de fondo. Hace falta volver a pensar en las malezas como una adversidad biótica, y para prevenirlas, no queda otra que implementar alternativas de manejo y no sólo de control, en un contexto factible para -por lo menos- frenar la evolución de los problemas de resistencia y tolerancia, y que el sistema productivo pueda seguir avanzando de una manera sustentable y segura para el ambiente y la salud de la gente.
Y si de plantear cuestiones de fondo se trata, bien vale decir que ya es hora de modificar el modelo productivo: Volver a rotar, planificar, pasar de una tecnología mera de insumos (tal como la gente se acostumbró en los últimos 18 años) a una tecnología de procesos, donde es imperativo hacer un seguimiento prolijo de los lotes, aplicar tratamientos oportunos, en definitiva, incrementar la diversidad.
Papa lo dice frontalmente: “el usuario, en función de su operatividad busca lo más simple y lo más barato. Eso genera un cortocircuito con la verdadera naturaleza del sistema productivo, que es diversa. Si queremos frenar el proceso, debemos incrementar la diversidad de cultivos, de métodos de control, donde el herbicida sea una herramienta más, no LA herramienta, y eso cuesta que la gente lo acepte. No nos olvidemos que hace 20 años atrás la gente lo hacía. La cultura del glifosato es mal utilizada, como algo muy simple y muy concentrado en un sistema que es diverso”, analiza.
Lo dejo a tu criterio
En otro momento de la charla, Papa se anima a presagiar qué puede pasar a
futuro. “De continuar el criterio meramente productivista, los problemas de
resistencia y tolerancia se agravarán. En el mediano plazo no habrá soluciones
únicas. Algunos autores anticipan que la salida de algún producto nuevo puede
tener una tardanza de unos 100 años, por lo que tenemos que arreglarnos con lo
que tenemos. Las alternativas que ofrece la industria no son productos nuevos,
sino modos de acción”.
A continuación, arriesga una vuelta de tuerca al asunto, al vislumbrar una salida a mediano plazo: “la salida no viene por el lado de nuevos productos, sino más bien por el lado de la biotecnología con cultivos tolerantes, los que deberán ser utilizados dentro de una tecnología de procesos. Esto no implica que abandonemos al glifosato, más bien todo lo contrario, hay que ayudarlo. Con manejo, control, y buscando la sustentabilidad del sistema en su conjunto. Hay que cuidar al herbicida, ya que se trata de una herramienta difícilmente renovable y escasa”.
Finalmente, destacó el aporte de los técnicos en el escenario que se viene. “Habrá que apoyarse en el asesoramiento del técnico capacitado, ya que se abre un panorama muy interesante para los ingenieros agrónomos. Las empresas deberán poner sus mejores productos y asesoramiento, considerando que ninguna posee la solución mágica, sino más bien que entre todas podrán. Nosotros tenemos la obligación de ser proactivos. Cuando esta tecnología surgió la celebramos, pero vimos que si la usábamos mal íbamos a sufrir estas consecuencias”, concluyó.
Las empresas
Nicolás Vuelta, delegado técnico de BASF, se sumó a la charla, remarcando que el
productor encuentra cada vez más dificultades para controlar las malezas
resistentes. “En la zona, tenemos rama negra, gramíneas como Chloris y alguna
Echinochloa y en las estrategias apuntamos al control temprano trabajando con
pre emergentes, y un nuevo producto, una combinación que en ensayos funciona
bien para estas alternativas”. Según vuelta, hay mucha avidez de información.
Por eso, la receptividad del productor es buena, “porque ven que con una
aplicación de glifosato ya no basta, y en la búsqueda de soluciones conjuntas,
se buscan alternativas conjuntas. La interacción es clave para lograr el éxito”,
deslizó.
Por su parte, Pablo Torasso, gerente regional de la empresa, remarcó que se trata de un problema en auge en todos los campos, por eso estas reuniones son tan importantes para informar a los productores. Respecto de las soluciones, coincide con sus antecesores. “No hay un sólo producto, sino un sistema de control para todas las malezas que estamos viendo que aparecen. El uso del glifosato año a año fomentó la resistencia, por eso tenemos que generar un sistema que posibilite hacer una soja más sustentable. Nosotros desde la empresa estamos usando un producto mezcla con glifo para control de gramíneas, mientras que con HEAT controlamos las resistentes, con dos “golpes” en 10 días para controlarlas y no tener rebrotes ni infestaciones”, aconsejó.
Un aliado "cansado"
Según los especialistas del INTA, en los últimos años se produjo una
sobrestimación del potencial de la tecnología asociada al uso de glifosato,
“agravado por el desconocimiento, sub utilización o indisponibilidad de otros
herbicidas y por la falta de aplicación de otros métodos de control”. Tal es
así, que el empleo rutinario de este herbicida aumentó la presión de selección
hacia especies de malezas con alto nivel de tolerancia o aún de resistencia a
este principio activo. Estos procesos selectivos obligan la aplicación de
sucesivos refinamientos de la tecnología de control de malezas. Por ejemplo, el
uso de mezclas de herbicidas, manejo de dosis y momentos de aplicación.
“Tales refinamientos, en algunos casos, resultan en un grado de complejidad
similar al que existía en el período previo a la introducción de la tecnología
asociada con el uso intensivo de glifosato. En nuestro país la producción de
cultivos extensivos es muy dependiente del control químico de malezas; por ello
y debido a las ventajas del glifosato es altamente probable que este principio
activo continúe utilizándose en forma masiva”, advierte un estudio publicado
recientemente por los Agrónomos Papa y Daniel Tuesca. Allí, sugieren algunos
caminos superadores: “sería deseable promover su empleo en forma racional,
teniendo en cuenta los peligros potenciales respecto a la aparición de
tolerancia y resistencia prolongando así su uso en el tiempo”, insisten.
El dato
Pasado y futuro
La “revolución” en materia de herbicidas ocurrió entre las décadas de 1970 y
1980, y la magnitud de esa revolución fue tal, que sus efectos aún se perciben a
través de la introducción en el mercado de variantes en forma de nuevas
formulaciones o mezclas comerciales o incluso de moléculas de reciente
introducción, pero con modos de acción básicamente similares a los principios
activos tradicionales. “Los avances que se vislumbran en materia de control de
malezas -sin embargo- posiblemente provendrán del mejoramiento genético y de la
biotecnología, así como del desarrollo de métodos no químicos”, advierten los
especialistas.