El consumo de carne porcina mantiene una firme tendencia creciente, con 9,8 kilos per cápita en la Argentina, un incremento del 23% respecto al 2012, aunque para mantener esta tónica se requerirá una mayor inversión.
"Tenemos un gran potencial por delante", afirmaron Verónica Rocha y Rodrigo Etchemendy Ratto, docentes e investigadores de la cátedra de Porcinotecnia de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
El 2012 cerró con una producción de 331 mil toneladas de carne de cerdo, dato que casi duplicó los valores alcanzados durante la última década, mientras que durante los cinco primeros meses del 2013, se constató un aumento del 22,5% interanual.
Por ello, los especialistas de la UBA admiten que el consumo de carne de cerdo "comenzó a despegar" en el ámbito local, aunque este se ubica lejos de los números que presenta otras alternativas como la carne de vaca o de pollo.
Según los técnicos del centro de estudios, "hacen falta más inversiones para seguir creciendo" en producción porcina y admiten la presencia de un "cambio de hábito de consumo", mientras que en la Argentina se come unos 60 kilos anuales de carne vacuna por habitante y otros 39 kilos de pollo.
Actualmente, la carne de cerdo ha ganado un espacio en las góndolas de los supermercados, al lado de la bovina, con cortes tales como nalga, lomo, cuadrada, carne picada, chuletas y/o bondiola.
Respecto a los prejuicios que está asociado a la grasa del cerdo, los docentes de la UBA aseguraron que desde hace al menos diez años se logró disminuir un 30% de la grasa de estos animales, gracias a las mejoras que presenta su alimentación.
Debido a que la grasa porcina se ubica por debajo del cuero, los especialistas admiten que dicha carne es "recomendable para personas que deben comer carnes bajas en grasas" y recordaron además que esta carne "es rica en hierro, zinc, fósforo, potasio y en vitaminas del complemento B, y además es baja en sodio".