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La historia dice que un 2 de julio de 1857 arribaron los primeros colonos suizos a la provincia de Entre Ríos. En ese momento, el General Justo José de Urquiza funda la Colonia San José, la que se establece como el punto de partida de la cría de aves de manera organizada. En principios, como economía familiar, pero a comienzos del siglo XX comienza a desarrollarse como cadena industrializada.

Hoy, los números de la avicultura en la Argentina no dejan de sorprender. En la última década, se triplicó la producción y se duplicó el consumo. Sin embargo, como suele suceder últimamente en todas las cadenas productivas, se imponen condicionantes externos que impiden consolidar de manera estable ese crecimiento a futuro, desperdiciando un enorme potencial para agregar valor a la producción primaria y para ampliar mercados externos, y fomentar el crecimiento de la mano de obra que ésta genera.

Si hacemos un relevamiento a vuelo de pájaro, notamos que el crecimiento de la cadena ha sido notable, sustentado principalmente en un enorme aumento del consumo interno, y en una demanda externa creciente. Además, se vienen incorporando nuevas tecnologías de punta, como la denominada “Black Out”, una herramienta muy importante en el manejo para proveer un microambiente óptimo a las aves compuesto por un sistema de ventilación,

temperatura y humedad, caracterizada por un manejo que incluye galpones a oscuras, cerrados herméticamente, con un flujo de aire medido, donde el pollo permanece inmóvil, llega 5 días antes a faena, y con una conversión mayor de alimento. Eso genera más cantidad de pollos, aproximadamente media crianza extra por año.

Escenario
Sin embargo, la implementación masiva de estas tecnologías se encuentra limitada por los crecientes aumentos de los costos internos, situación que incluso hace peligrar la sustentabilidad de la producción. “Con un precio internacional que se mantiene entre U$S 1.800 a 2.000/tn., y con los costos internos basados en la actualidad paridad cambiaria, sueldos y servicios que crecen, la ecuación, para muchos, se complica”, sostiene Raúl Sánchez, titular de la Cámara santafesina de productores avícolas.

En diálogo con Campolitoral, el titular de una reconocida marca local, advirtió que en algunos lugares se vende pollo a $ 12/ el kilo al público, muy por debajo del costo.

“No soy de la idea de hacer más pollo para el mercado interno, porque está claro que no se va a ampliar más a como está hoy”, agregó, en referencia al verdadero potencial de la cadena: la exportación. Claro que invertir U$S 15 millones para faenar 100 mil pollos por día y poder exportar, es una apuesta fuerte que requiere un horizonte de mayor previsibilidad.

Para Sánchez, el dato más relevante es el gravamen de IVA. “El pollo está gravado con el 21 % de IVA más el 3% de percepción por volumen, un monto enorme”, se lamenta.

Como si esto fuera poco, el cierre de las importaciones complica la llegada de maquinaria de repuesto para la actividad frigorífica, la que debe abastecerse con proveedores alternativos, muchas veces en detrimento de la calidad de la producción final.

Por ahora, la industria marcha, sin achicarse. “Las empresas decidieron no achicarse, sino más bien resistir de esta manera. Pero en dos o tres meses más la cosa se puede agravar, si continúan esta condiciones de mercado”, advirtió Sánchez.

Cadena virtuosa
A nivel general, la actividad, que se encarga de la cría, explotación y reproducción de las aves de corral, posee una cadena productiva de gran rotación, ya que agrega alto valor a materias primas básicas como la soja y el maíz, granos que Argentina tiene en gran disponibilidad.

La carne de pollo, hace cien años era un artículo de lujo al alcance de muy pocos. Pero hoy en día las técnicas de crianza y comercialización han convertido su carne en uno de los ingredientes más utilizados en la cocina diaria.

“La carne pollo y pavo son consideradas como unos de los tipos de comidas más sanas y convenientes en la actualidad, pues estas al ser carnes catalogadas como blancas, poseen un sin fin de cualidades altamente beneficiosas para nuestro organismo”, destacan desde la Cámara de Productores. De hecho, su carne es una de las que mayores beneficios presenta para nuestro organismo, ya que es rica en proteínas (con aminoácidos esenciales de fácil digestión), vitaminas (B1, B2, B3, B6, ácido fólico) y minerales (fósforo, hierro y potasio). Se caracteriza por el bajo aporte de grasa, por ello se considera una carne magra.

Además, está especialmente indicada para el tratamiento de enfermedades como la obesidad, la diabetes, afecciones cardiovasculares, etc. La característica que más colabora a su uso en estas dolencias es que se trata de un alimento hipocalórico y bajo en grasas. En este alimento predomina la “grasa buena”, con efectos positivos en la salud cardiovascular.

Ponga huevo
Por su parte, el huevo es un alimento muy completo que puede consumirse en todas las edades. Un huevo contiene concentrados en su yema, 215 mg de colina, una sustancia fundamental para el desarrollo del cerebro del feto y del recién nacido.

“Durante la lactancia, el huevo aporta hierro y proteínas que ayudan al bebé (y luego al niño) a formarse libre de anemias y deficiencias en el rendimiento físico e intelectual, y contribuyen al buen desarrollo y funcionamiento de su sistema inmunológico. Una yema es ideal para empezar a sustituir el hierro que el bebé ya no recibirá de la leche materna”, sostienen los polleros.

Los huevos proporcionan proteínas de alta calidad, varias vitaminas y minerales esenciales, necesarios para el desarrollo y crecimiento. Es más, estudios recientes ponen de manifiesto que la ingesta de un huevo al día no tiene ningún efecto sobre los niveles de colesterol en sangre. Se trata de una de las creaciones más nutritivas de la naturaleza, rico en proteínas, bajo en sodio y además contiene vitaminas y minerales.

Números impresionantes
Según CEPA (Centro de Empresas Procesadoras Avícolas), a nivel nacional, en el año 2003 se produjeron 740.000 toneladas de pollo, con un consumo por habitante de casi 21 kilos anuales y una exportación que no superaba las 25.000 toneladas. En tanto en 2012, hemos tenido una producción de 2.060.000 toneladas, con un consumo de 42 kilos para el mercado interno y con exportaciones por 300.000 toneladas. Es decir, el crecimiento es exponencial. El tonelaje prácticamente es de un 200% más. En cuanto a la generación de trabajo, el sector emplea en forma directa aproximadamente 75.000 personas y si sumamos la gente que está en relación de dependencia, más la que presta servicios y cobra desde las empresas, estamos por encima de las 100.000 personas.

En recientes declaraciones del presidente de la Cámara Exportadora de Productores Avícolas, Roberto Domenech, aseguró “No sólo hemos crecido, sino que hemos recuperado un espacio en el que no avanzábamos desde la década del 90. Apostamos a seguir siendo cada vez más eficientes en la producción y para esto necesitamos mucha inversión”.

O como dice Raúl Sánchez: “podemos producir más, y exportar mucho más”.

El dato

Cadena que crece
El pollo y el huevo, productos nobles de alta calidad, transforman 3.800.000 toneladas anuales de maíz y 1.700.000 toneladas anuales de soja, insumos primarios que se convierten en 2.100.000 toneladas de productos avícolas, con el trabajo de más de 80.000 personas vinculadas directa e indirectamente.
Pollos con historia

A comienzos del siglo XX, la avicultura comienza a proveer ingresos adicionales a grupos familiares. A partir de 1925 se transforma en actividad semi-industrial, adquiriendo carácter intensivo en 1940. Durante este largo período de tiempo, la actividad fue creciendo como una explotación marginal, donde se desarrollaba “a campo” o con animales confinados en áreas reducidas. En 1958 deja de ser una actividad marginal para transformarse en industrial especializada. En esta segunda etapa, iniciada a partir de fines de la década del ‘50, se moderniza toda la cadena obteniendo importantes beneficios productivos. Precisamente en el año 1963, a través del Decreto Nº 8108, se establece que “la avicultura ha adquirido un lugar importante en nuestra economía, por lo cual se justifica la institución de un día conmemorativo”. Por tal motivo se instituye el Día de la Avicultura a celebrarse el 2 de julio de cada año, acto que fue refrendado por el Presidente Guido.
"No soy de la idea de hacer más pollo para el mercado interno, porque está claro que no se va a ampliar más a como está hoy. El verdadero potencial de la cadena es la exportación. Claro que invertir U$S 15 millones para faenar 100 mil pollos por día y poder exportar, es una apuesta fuerte”


El pollo santafesino

Se estima que Santa Fe cuenta con un stock de 50 millones de aves, alcanzando el cuarto puesto a nivel nacional. En la provincia hay 7 plantas habilitadas por SENASA además de otras que representan un 20% del total de la producción, con habilitación provincial de la ASSAL. La actividad emplea aproximadamente a 3.500 personas en forma directa. Transforma materias primas de origen vegetal en proteínas animales por un valor anual superior a los $ 1.500 millones en toda la cadena de valor.