El flamante candidato a diputado buscará diferenciarse del kirchnerismo en el estilo. Pero tarde o temprano se evidenciarán algunas fuertes discrepancias que mantiene con las políticas del gobierno nacional.

Frente a las duras críticas que, ni bien lanzó su candidatura, le dirigieron distintos funcionarios kirchneristas y el propio intendente de Lomas de Zamora y primer candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde, y a los cuestionamientos de representantes de la oposición, que lo tildaron de "kirchnerista light", Massa pidió a su gente que no respondiera a los ataques.

El jefe comunal de Tigre tiene claro que, más allá de los problemas concretos que están en la agenda de la opinión pública, la sociedad reclama poner fin a peleas mezquinas y a un estilo signado por la crispación desde el poder. Unidad y diálogo serán, entonces, dos de sus principales consignas a lo largo de sus mensajes de campaña.

Massa sostiene que el país no puede transformarse en un Boca-River y que la antinomia kirchnerismo-antikirchnerismo debe dejar lugar a un espíritu unificador.

Aunque en sus orígenes políticos no figura el peronismo -sus primeros pasos en la política los dio en la Ucedé-, Massa parece compartir con gran parte de la dirigencia del país el prejuicio de que no se puede llegar al gobierno prescindiendo del peronismo. De ahí que una de los primeros lemas elaborados en su "think tank" fue "Corazón peronista, cerebro modernista". Busca dar cuenta así de que su prioridad serán los pobres y los trabajadores, aunque la consigna preferida es "Cuidar la vida de la gente".

Frente a las indefiniciones iniciales en torno de su relación con el gobierno kirchnerista, del que formó parte hasta mediados de 2009, la analista de opinión pública Mariel Fornoni, de la consultora Management & Fit, considera que Massa pretende mostrarse "moderadamente opositor y moderadamente oficialista", aunque, en definitiva, "su perfil terminará siendo definido por Cristina Kirchner, por los medios y por las circunstancias". En otras palabras, Massa propone y Cristina dispone.

La gran diferencia en términos de estrategias electorales entre el candidato del Frente Renovador y la presidenta de la Nación es que mientras Massa parece haber optado por la transversalidad a la que en su momento apostó Néstor Kirchner, la jefa del Estado parece haber cerrado su círculo con quienes, hoy por hoy, ella considera los más leales. Para muchos, es una señal del fin de ciclo del que tanto le disgusta que se hable a la Presidenta.

En las listas de Massa hay peronistas de distintas procedencias, aristas, macristas, radicales, sindicalistas de distintas corrientes y empresarios como José Ignacio de Mendiguren. Y es un hecho la incorporación a su equipo del ex ministro Roberto Lavagna.

Para algunos, parece una suerte de Arca de Noé, donde puedan refugiarse no pocos ex hombres del kirchnerismo heridos. Para el sector de Francisco de Narváez, representa, en cambio, un caballo de Troya del kirchnerismo.

El oficialismo ya ha tildado a la convergencia transversal inspirada por Massa como un indicador del "rejunte opositor" y la propia Presidenta ha empezado a hablar de la necesidad de "coherencia".

Cristina Kirchner no parece advertir que su problema no es tanto lo que puedan hacer sus adversarios como su propia incapacidad para crear alternativas para su eficaz sucesión. Como ha dicho el analista Jorge Giacobbe, "en la Capital, el kirchnerismo va con un perdedor eterno, como Daniel Filmus, y en la provincia lleva a alguien valioso pero que no conoce nadie, como Insaurralde". El mismo consultor se pregunta "cómo es posible que un gobierno con diez años de gestión en los que repartió el 45% del PBI no haya podido construir diez Papá Noel".