Hubo pedidos de ayuda para cambiar la apatía de los banqueros y Guillermo Moreno convocó por carta documento a financistas díscolos que ya no quieren escuchar sus arengas.
Ricardo Echegaray estuvo con Héctor Méndez, Cristiano Rattazzi y Adrián Kauffmann Brea, a quienes les aseguró que la AFIP rastreará y perseguirá a quienes no blanqueen sus activos en el exterior.
La acción –hasta a veces extorsiva– se desplegó porque la información confidencial confirma que no existe entusiasmo con la amnistía y que los posibles ingresos distan mucho de los 4.000 millones de dólares que se le prometieron a la Presidenta.
Un informe que elaboró el Banco de la Nación contradice a Moreno y a Echegaray. Sugiere que la cifra a recaudar sería la mitad de la prometida en la Quinta de Olivos. Juan Carlos Fábrega comunicó a la Presidenta: “El Banco Nación estima una recaudación de 2.000 millones de dólares.” Para la Casa Rosada el dinero que se quiere obtener con la amnistía a fondos del lavado y la corrupción es clave como un “puente” para llegar sin sobresaltos cambiarios a las elecciones de octubre. El Gobierno pierde reservas desde el inicio de año y sólo un ingreso adicional de divisas puede evitar una futura inestabilidad cambiaria en medio de la votación.
Por eso, Mercedes Marcó del Pont –en una inusual reunión– convocó el miércoles a todos los grandes banqueros y les exigió que hagan un esfuerzo político para engrosar el blanqueo. “Ustedes tienen que ayudar al éxito del blanqueo y promocionar el uso del Cedin”, arengó una abatida Marcó del Pont. El fin de semana soportó –otra vez– una embestida de quienes quieren eyectarla del BCRA y que la proponían como candidata legislativa. De la reunión participaron el propio Fábrega, Jorge Brito, Gabriel Ribisich y Claudio Cesario. Hubo dudas y se presentó un reparo concreto: que los bancos no pueden hacer campaña pública para convocar a blanquear dinero.
También los banqueros le anticiparon a Marcó del Pont que cumplirán en forma estricta las exigencias contra lavado de dinero. En la reunión confirmaron que el directorio de varios bancos instruyó a sus ejecutivos a denunciar directamente ante la UIF como “operación sospechosa” todas las transacciones de blanqueo de capitales, a excepción de montos pequeños de sus clientes. La decisión tiene la bendición de la cúpula de la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA) y extranjeros (ABA). La recomendación se hizo después de que tuvieron el detalle de cómo José Sbatella evitó una sanción en el GAFI.
La Secretaría General del GAFI había pre-elaborado un documento en donde se manifestaba la “preocupación” por el blanqueo en la Argentina. La Casa Rosada logró postergar la condena internacional y, para eso, Sbatella se comprometió a lo siguiente: argumentó que el control del origen de los fondos iba a estar en manos del sistema bancario argentino, de acuerdo a las leyes vigentes contra el terrorismo y el lavado del narcotráfico.
Ese ardid permitió postergar la sanción del GAFI pero endureció a los bancos locales: todos serán intransigentes frente a los pedidos de blanqueo.
Guillermo Moreno tuvo en las últimas jornadas también duras reuniones secretas con los banqueros. “Yo no confío en la Arrostito, porque es una inútil”, argumentó Moreno cuando los banqueros le comentaban sus diálogos con Marcó del Pont.
El secretario de Comercio está inquieto, porque asumió frente a Cristina toda la responsabilidad por el éxito de la medida. Si la amnistía no funciona, el dólar volverá a subir y tendrá un fuerte costo político ante la Presidenta.
Eduardo Escasany, Juan José Piano, Luis Ribaya, Ricardo Moreno, José Luis Pardo, así como Brito y Elsztain, pasaron de a uno y en secreto por el despacho de Moreno. Hubo banqueros que se negaron a concurrir y Moreno los obligó en las últimas horas, citándolos con una intimidatoria carta documento.
Para algunos, la primera sorpresa fue que Moreno los recibió junto a Axel Kicillof. El joven economista avaló con su silencio la actuación del secretario de Comercio y reflejó así que la revuelta de La Cámpora contra Moreno fue aplacada por la Presidenta.
El secretario habló del blanqueo, les dijo que sabía cuántos millones tenía cada banquero en el exterior.
Pero su preocupación es el precio del dólar y volvió sobre la idea de los $ 6,50. Así lo dijo: “Vuelvo a repetirlo, quiero que se reúnan, se pongan de acuerdo y fijen un dólar a $ 6,50”. Moreno explicó por qué insiste con ese valor y expuso sus rudimentarios argumentos económicos: “El dólar es negro porque no tiene IVA”. Y agregó: “Por eso, el precio real del dólar negro es el valor oficial más el IVA, lo cual da $ 6,50”.
Los banqueros le explicaron que era imposible su plan con los actuales desequilibrios macroeconómicos. También argumentaron que las reservas están en picada y que a fin de año llegarían a 33.000 millones de dólares, lo cual puede generar ruido cambiario.
“Esto es inviable”, le dijo Brito, el jefe de ADEBA.
Hubo trifulcas y amenazas. Moreno terminó todas las reuniones con una misma pregunta: “¿Cómo yo fijo el precio de los fideos y vos no podés fijar el precio del dólar?
” El contenido de los encuentros trascendió en todo el movimiento empresario, donde habrá una novedad de peso: el martes, José Ignacio de Mendiguren pedirá licencia en la UIA, para abocarse a la campaña electoral, con Sergio Massa.