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El aceite de soja argentino está de duelo. El año pasado, para esta época, el FOB tenía una prima de 20 dólares por tonelada sobre Chicago y ahora, en cambio, hay un descuento de US$ 145. ¿Qué pasó? El cepo que la Unión Europea (UE) le puso al biodiésel argentino con una investigación en marcha por dumping y subsidios fue letal. La UE, que se llevaba el 90% de las exportaciones de biodiésel, prácticamente desapareció como comprador. Y pasó lo previsible: al caerse la exportación sobra la materia prima, que es el aceite, y el aceite que se puede exportar tiene que ubicarse a precios prácticamente de remate.

La Argentina claramente no puede manejar su sobreoferta de aceite. Ya le había pasado en 2010, cuando en ese entonces el cierre de China al aceite argentino la obligó a colocar su producto con un descuento de US$ 50. Ahora vuelve a pasar, pero esta vez no es por China. Es porque, sin biodiésel hacia Europa, mucho aceite queda sin transformación.

"Exportábamos en torno de unas 160.000 a 170.000 toneladas por mes de biodiésel que ahora las tenemos que vender como aceite y nos pasa el efecto China. Es decir, de vuelta tenemos que ir a malvender nuestro aceite en mercados que consumen aceites de menor calidad. Estamos en una especie de Puerta 12 en aceite", relató un industrial conocedor del actual escenario.

Que esto pase tiene un impacto económico mayúsculo. En 2012, la producción de aceite crudo de soja fue de 6,35 millones de toneladas. Un 40% se transformó en biodiésel.

Vista la producción total de aceite, un descuento tan grande en el precio significa una pérdida de US$ 1000 millones para el país. Pero hay más: el menor valor del aceite repercute también sobre el poroto, que hoy debería valer 25 dólares más por tonelada. La cuenta negativa total sumando los dos ítems asciende a unos US$ 1200 millones.

La tragedia del aceite argentino no es sólo que tiene que ir a competir con menores precios, sino que también plantea trastornos a la industria. "Tenemos que salir a vender más barato para colocar el aceite con la amenaza de que, si no lo logramos, tendremos las plantas paradas", remarcó un empresario del sector.

En rigor, quien ya siente una parálisis es la industria exportadora de biodiésel. Hoy se encuentra trabajando al 35% de su capacidad instalada.

Pese a ese bajo nivel de trabajo actual, lo que hizo el sector en los últimos años es loable. Contaba con una capacidad instalada de 500.000 toneladas en 2007 y ahora se encuentra en 4,1 millones de toneladas, según precisó Claudio Molina, director ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno.

POR LA UE

La industria exportadora sufre por la UE. El bloque europeo abrió una investigación por dumping y subsidio contra el biodiésel argentino. Lo hizo por presión de su propia industria. "El problema es igual que siempre: el proteccionismo europeo para defender una industria absolutamente ineficiente y que entonces busca afuera el chivo expiatorio. Lo que yo denomino «la innovación proteccionista europea» ha vuelto a aparecer", opinó Gustavo Idígoras, director de la consultora BIM.

En medio de ese proceso, Europa pidió a sus aduanas que se registre cada tonelada del biodiésel que ingresa. Así, hay una amenaza velada de que terminen pagando aranceles aún no fijados una vez que concluya la investigación, en noviembre próximo. Por cierto, para dumping ya puso un derecho provisorio (ver aparte).

El Ministerio de Relaciones Exteriores intenta recuperar el mercado. "La Cancillería se está moviendo bien. Estamos trabajando juntos para lograr un resultado justo, que es que no pongan un arancel definitivo", dijo Luis Zubizarreta, presidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio). El cimbronazo de Europa se ve en cifras. Las ventas hacia ese destino, que fueron de 441.649 toneladas en el último trimestre de 2011, cayeron a 168.600 toneladas en el último trimestre de 2012. Se desplomaron más del 60%. Otro dato: de ventas por 410.332 toneladas en el primer trimestre de 2012 se retrocedió a 163.500 toneladas en el primer trimestre de 2013. Derrumbe también del 60 por ciento.

¿Y ahora? Mientras confían en que las gestiones del gobierno argentino tengan éxito, en la industria hacen foco en otra cuestión más. Creen que la actual situación de parálisis de las empresas podría empezar a revertirse en parte si se aumenta el corte interno de gasoil con biodiésel. Hoy, el corte está entre 7 y 8%, pero creen que se podría avanzar a un 10% general y luego a un 12 o 13%. En esa movida se apunta a un 20% en maquinaria agrícola y transporte público de pasajeros y a incrementar la generación eléctrica con un corte de 10 por ciento.

Según Molina, el año pasado se entregaron al mercado interno 874.000 toneladas (entre firmas chicas y grandes), incluidas 48.000 toneladas que fueron para generación eléctrica. Este año en total se proyectan 950.000 toneladas. "Si se sube el cupo podríamos ampliar el mercado en 700.000 toneladas y llegar a 1,7millones", estimó un industrial. "Estamos trabajando para aumentar el corte y el Gobierno nos está escuchando", subrayó Zubizarreta.

El incremento del corte no sólo aliviaría a la industria y volvería a tonificar los precios al haber menos aceite en el mercado, sino que haría que el país gastara menos dólares por el diésel importado. En lo que va de 2013 los precios a los que la Argentina importó gasoil se encuentran un 8% más altos que el valor de biodiésel pagado a las empresas grandes..