Los ganaderos de la Argentina están peleando por recuperar el primer lugar
del mundo en consumo de carne por habitante que Uruguay le arrebató hace poco.
Así comienza The New York Times su nota de hoy sobre el declive del sector en la
Argentina. "En poco tiempo el número de pizzerías podría superar al de
parrrillas" en Buenos Aires, alerta el diario estadounidense.
Entre los motivos para la preocupación, The New York Times también destaca la
pérdida de importancia relativa de las ventas al exterior: "En el ranking de
exportadores de carne, la Argentina se deslizó hasta el puesto número once, por
detrás de países como Mexico y Nueva Zelanda".
De acuerdo con el diario, cada argentino comió un promedio de 58,5 kilos de
carne durante 2012, muy por encima de los 26 kilos que compraron los
estadounidenses en el mismo período. "Pero el nivel actual de la Argentina es
una pálida sombra de su punto más alto, de 100 kilos de carne por persona,
logrado en 1956".
Un trabajo de la Fundación Pensar (ligada con el macrismo) reconstruyó la
debacle de la ganadería vacuna que se desencadenó a partir de marzo de 2006,
cuando Néstor Kirchner aplicó las primeras trabas a las exportaciones de carne.
El trabajo recuerda que "entre 2007 y 2011, las existencias cayeron de más de 59
millones a 48 millones".
Las fechas coinciden con el inicio de la intervención del secretario
Guillermo Moreno en los mercados agropecuarios. El gobierno siempre ha esquivado
su responsabilidad política en la reducción del 20% del stock vacuno,
atribuyendo toda la situación a la fuerte sequía de 2008. Pero la Fundación
Pensar recordó que "Uruguay enfrentó circunstancias climáticas igualmente
adversas durante el mismo período y la pérdida de stock fue de 578.000 cabezas,
equivalente a 5% de su stock".
La política de congelamiento de los precios ganaderos en la Argentina provocó
una caída del 32% en la cantidad de animales faenados, del 26% en la producción
de carne, del 76% en los volúmenes de cortes destinados a la exportación, del
20% en el consumo doméstico. Con la debacle solo una cosa aumentó: hubo un salto
promedio de 321% en el precio del alimento.
En los últimos años, y como fruto de la crisis de la industria frigorífica,
el corte bovino que más exportó la Argentina fue el mondongo. Según datos
oficiales, en 2012 el país vendió 28.140 toneladas de mondongo, como se llama
vulgarmente al cuarto y más grande de los estómagos del vacuno. Esa cifra supera
a la de otros muchos cortes que caracterizan mejor (al menos para el imaginario
popular) la ganadería local. En el mismo lapso se despacharon 24.659 toneladas
de carne sin hueso, 14.251 toneladas de bife angosto, 13.108 toneladas de
cuadril y solo 5.699 toneladas de lomo. Es decir, se exportó casi cinco veces
más volumen de mondongo que del corte que hizo famosa la carne argentina en el
mundo.
Varios factores explican el sorprendente liderazgo del mondongo. Por un lado,
en los últimos años ha crecido la disponibilidad de todo tipo de menudencias
bovinas para la exportación porque el consumo interno de ese tipo de alimentos
viene reduciéndose. "Acá solo se come chinchulín, riñón y molleja. La demanda de
mondongo solo crece en invierno, para las fechas patrias, y entonces hay un
remanente que se exporta", explicó un empresario dedicado al negocio. Lo mismo
sucede con el hígado. En 2012 se exportaron 19.988 toneladas. Quedó tercero en
el ránking por cortes.
Pero el mondongo se luce como principal corte de exportación por otro factor, que es que los envíos de carne al extranjero han caído a sus mínimos niveles de la historia. El año pasado el sector frigorífico exportó mayor cantidad de menudencias y vísceras que de cortes frescos. De mondongo, corazón, hígado, librillo (otro estómago de los rumiantes), pulmón, tendones y hasta penes bovinos se vendieron 99.578 toneladas, por U$S 213 millones. En cambio, de cortes frescos solo 87.518 toneladas, por US$ 611 millones. Fue más plata, claro, pero menos volumen. En tiempos normales, la Argentina exportaba unas 400.000 toneladas de carne.